Luego del paroxismo de ese sentimiento que los venezolanos tenían meses sin degustar, la esperanza, nuevamente el país se ve sumido en la frustración agobiante que brinda la inercia. La ayuda humanitaria, elecciones acordadas, un quiebre militar o el artículo 187. Cada quien, cada factor político, ha trazado ya su ruta y juega por ella. Pero en medio de esa inquietante incertidumbre, cuando parece alejarse lo inminente y dejar de ser, de hecho, inminente, surge una propuesta redonda, amplia, sensata y, al parecer, bastante viable.
Juan Carlos Sosa Azpúrua, escritor y abogado venezolano de amplia trayectoria, presenta lo que ha denominado como «Operación Jaque mate a Maduro». Una hoja de ruta precisa, detallada, del itinerario para lograr, finalmente, el cambio de régimen en Venezuela. Contempla eludir todo aquellos obstáculos que hoy se presentan y asoma la posibilidad de una intervención militar, sin ser una intervención militar. Él la llama «operativo policial».
Ensayista, columnista y profesor universitario. Graduado en Harvard y en la Universidad Católica Andrés Bello. Un intelectual de primera. Lúcido, polémico y tajante. Insobornable y, a veces, demasiado áspero para los de cuero sensible. Sosa Azpúrua dice lo que incomoda, pero hoy convence. Hoy busca persuadir para captar la mayor cantidad de voluntades en torno a su idea. Una estrategia que, como dice, es la “única alternativa para salir de Nicolás Maduro”.
El abogado de Harvard conversó con el PanAm Post para explayarse en la estrategia que propone y ofrecer detalles sobre cuáles deben ser los siguientes pasos. Lo hizo de una manera poco convencional a como suelen ser estas entrevistas, precisamente por la inestabilidad de la conexión en Venezuela; pero eso, paradójicamente, permitió que brindara cada especificación, de manera prolija, sobre la hoja de ruta que derivará en la libertad de Venezuela.
¿En qué consiste la operación Jaque Mate a Maduro?
Jaque mate a Maduro es una estrategia que consiste, esencialmente, en desarrollar un operativo policial. Que sea comandado por el presidente Juan Guaidó, con la idea de apresar a los cabecillas del «Cartel de los soles», que esencialmente son los líderes del régimen que en estos momentos secuestra a Venezuela —empezando por Maduro—.
«El cartel de los soles» es un cartel de droga, constituido por el generalato de eso que llaman las Fuerzas Armadas, cuyo comandante en jefe es Nicolás Maduro. Ese cartel se ha transformado en unos de los carteles más importantes y peligrosos del planeta. Porque ha permitido que el territorio de Venezuela se asienten los líderes de las FARC y el ELN. Que tengan aquí su paraíso, un refugio asegurado.
Y, además, a partir de los cultivos de droga de Colombia (que ya van por más de 1.200 toneladas de cocaína al año), el principal puerto de embarque —es decir, desde donde se despacha esa droga para el resto del mundo— es el territorio venezolano. Eso significa que la mayoría de la droga que entra a Estados Unidos viene de las rutas que se marcan en Venezuela. Lo mismo la droga que entra a México, que a su vez entra en Estados Unidos. Más del 60% de la droga que entra a Europa viene de las rutas que se controlan desde Venezuela.
En definitiva, aquí tenemos un cartel de droga gobernando el país. Por eso se dice que Venezuela es un narcoestado. Ese cartel de drogas, peligrosísimo, permite además, con los fondos que se deriva del tráfico de estupefacientes, financiar el terrorismo internacional. Y por eso en Venezuela hay células de Hamas y Hezbollah, que son financiadas con narcodólares.
Además, gracias a la presencia y el fortalecimiento del «Cartel de los soles» en Venezuela, se ha utilizado la infraestructura, entre comillas, institucional del país (las empresas del Estado, PDVSA), como un mecanismo perfecto para lavar dinero.
Entonces, el lavado de los narcodólares se ha hecho durante años, de manera bastante cómoda, porque se ha utilizado toda la infraestructura que brinda el Estado venezolano y que permite canalizar esos fondos por vías pseudo-legítimas. Eso ha permitido el éxito rotundo del «Cartel de los soles».
Para hacer un poco de historia, es importante entender que Cuba tradicionalmente ha sido un centro de reunión de la mafia internacional. Antes de la caída de Batista, los principales líderes de la mafia estadounidense se reunían en La Habana. Y con Fidel Castro hay que recordar que, cuando cae el Muro de Berlín y Cuba deja de percibir los fondos que le daba la Unión Soviética, decide crear el Foro de Sao Paulo. Invita a Manuel Marulanda —fundador de las FARC y, en ese entonces, narcotraficante reconocido, ligado a Pablo Escobar—. La idea del Foro era precisamente controlar a toda Latinoamérica con el ideal cubano, su ideología narcocomunista, y financiarse con mecanismos ilícitos de todo tipo.
Buscaban utilizar a toda la región latinoamericana como plataforma para negocios lícitos e ilícitos.
Entonces, con la llegada de Chávez al poder, Fidel Castro no solo le pone la mano al petróleo de Venezuela sino que transforma a Venezuela en el centro internacional de la droga. Además, logra controlar a casi toda la región y volver a los presidentes prácticamente agentes del Foro de Sao Paulo.
Pero a lo que voy: lo importante es que entendamos que, si Venezuela es un narcoestado, que tiene los carteles más importantes de la droga y financia el terrorismo, ya no se trata de que hay que ayudar a Venezuela porque existe una crisis humanitaria. La crisis humanitaria es la consecuencia de tener un narcoestado. De tener a estos mafiosos controlando los destinos del país.
Y una vez que se entiende esto, se puede entender que la seguridad de Estados Unidos, su interés nacional, está en peligro. Porque el régimen de Maduro y el de Cuba tienen como enemigo a Estados Unidos. También Hezbollah y Hamás, que tienen como enemigo a la sociedad occidental. Y, además, la droga que entra a Estados Unidos perjudica a la juventud estadounidense. Se ha convertido en una verdadera epidemia nacional.
La asistencia no debe darse, entonces, para ayudar a los venezolanos…
Ya no se trata de pedirle un favor a Estados Unidos. Que vengan a ayudarnos porque nos estamos muriendo de hambre, ¿no? Esa no es la idea. Hay que cambiar la premisa.
¿Pero en qué consiste bien su propuesta?
Se trata de desarrollar un operativo policial, cuya responsabilidad recaería en el Gobierno legítimo de Venezuela, pero a través de la celebración de un acuerdo bilateral con los Estados Unidos que permita la activación de la DEA en la jurisdicción venezolana, nuevamente (porque hay que recordar que Chávez expulsó a la DEA en el 2005, hace catorce años). Hay que darle jurisdicción a la DEA en Venezuela y hay que pedirle que haga un acuerdo de sinergia con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, para que sea este el que provea toda la tecnología necesaria para el operativo (todos los helicópteros, los aviones y el equipo necesario para los agentes policiales).
Entiendo que la DEA no actúa por solicitud de otros Gobiernos…
La DEA actúa en base a sus propios principios. Actúa de acuerdo a sus propios principios, estatutos y naturaleza. Y resulta que, de acuerdo a sus principios, su naturaleza o sus estatutos, este tema es de su interés. Evidentemente que la DEA es la que decide si participar o no. Pero una vez que se tenga la voluntad del Gobierno americano comprometido es esto, será difícil que la DEA se niegue. Recibirá, más bien, esta noticia, con los brazos abiertos. Porque podría ser un operativo que marque un hito en la historia de la agencia. Si ellos lo llevan a cabo, y es exitoso, quizá se transforme en el caso más importante y relevante en la historia de la DEA.
¿Hay precedentes de esto que sean similares? ¿Se ha hecho antes?
Sí. Hay precedentes en muchos países, claro que a diferentes escalas y niveles. En Colombia, México, Bolivia. En Afganistán. De este triángulo: de países trabajando en conjunto con la DEA y el Departamento de Estado para llevar a cabo operativos de captura.
Estados Unidos tiene una enmienda, Mansfield, que impide que funcionarios estadounidenses capturen a personas de otros estados. Entonces tienen que ser funcionarios venezolanos los que ejecuten el operativo. Pero en conjunción con la DEA, utilizando la inteligencia de la DEA. Todas las informaciones, los expedientes y la logística de la DEA sería lo que se utilizaría en este operativo. Apalancado, además, con toda la tecnología del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Básicamente ellos proveerían estos equipos, actuando como asistente. Y no sería un apoyo para una operación militar, sino para una operación policial.
Estos agentes venezolanos, comandados por el presidente de Venezuela, en conjunción con la DEA, establecen entonces un operativo quirúrgico para extraer a los líderes del «Cartel de los soles», para ponerlos en buen resguardo, a derecho. Apresarlos, ¿no?
¿Cómo?
Hay una serie de detalles de cómo hacer eso que no se pueden publicar. Pero la estrategia Jaque mate a Maduro toma en cuenta todos los detalles necesarios para salvaguardar las leyes venezolanas y las leyes internacionales, por supuesto.
En Venezuela, por ejemplo, no se puede extraditar. Pero la estrategia contempla una solución perfecta para eso, que sería, incluso, mejor que la extradición. Jaque mate a Maduro ofrece una solución redonda, más afinada, pero esos detalles evidentemente me los tengo que reservar, porque ya son particularidades de la estrategia que no se pueden revelar.
En concreto, la idea es hacer una operación quirúrgica, de unos dos días: extraer a los líderes del «Cartel de los soles» (empezando por Nicolás Maduro).
Eso nos resolvería el problema esencial, grave, sobre el hecho de que Estados Unidos, unilateralmente, no puede intervenir en Venezuela. Simplemente no puede hacerlo. Porque existe demasiada oposición en el mundo entero para que se lleve a cabo una acción de esa naturaleza.
Los estadounidenses no están de acuerdo, consideran que esto es un problema que deberían resolver los venezolanos. No quieren sacrificar a militares estadounidenses para resolver un problema humanitario. Ellos parten de la base de que es un problema más de los venezolanos que de ellos.
Entonces, en Jaque mate a Maduro, ya se traslada el problema. Deja de ser un problema de Venezuela y pasa a ser uno, también, de Estados Unidos. De su interés nacional. Esto es muy importante. Importantísimo.
Existe la posición del ciudadano estadounidense, de la Cámara de Representantes —que está negada a una intervención unilateral—, de toda la prensa liberal… Del Grupo de Lima. La OEA. Colombia, Brasil… La comunidad europea… ¡El mundo entero está en contra de una intervención de Estados Unidos! Y una coalición tampoco se puede lograr porque ni Colombia ni Brasil están dispuestos a prestar sus ejércitos para una intervención militar.
¿Y ambos países no son necesarios?
No. Lo bonito de la estrategia es que no necesita ni del consentimiento de Bolsonaro ni del consentimiento de Duque. Efectivamente, ninguno de los dos ha tenido la conducta que uno hubiera deseado que tuvieran, dado el Holodomor que estamos sufriendo en Venezuela. Ellos sacaron sus cuenticas políticas y se dieron cuenta de que era muy riesgoso apoyar una coalición. Decidieron, más bien, antagonizar y poner obstáculos para la única solución que tenemos, que es la de fuerza.
Pero esta estrategia no depende de ellos. No necesita ni del consentimiento ni la aprobación. Obviamente se les participaría y, seguramente, apoyarían. Pero no se necesita su apoyo logístico ni financiero ni humano. No necesitan poner tropas ni dinero. No habría problema ni con Bolsonaro ni con Duque ni con el Grupo de Lima, la OEA o la comunidad europea.
Una vez se entienda que esto es un tema más policial, un operativo policial, se comprenderá que no es necesario apelar a esta coalición humanitaria, como llaman. Porque al final esto no se trata de traer ayuda humanitaria a Venezuela. Esta ayuda al final resuelve un problema en el corto plazo. De nada nos sirve estar trayendo ayuda humanitaria si la causa de la tragedia humanitaria sigue gobernando. Entonces, por razones obvias hay que cambiar la premisa. Hay que dejar de hablar del tema humanitario y hablar del tema policial.
No se trata de llegar hasta la fuerza para asistir a los venezolanos. El discurso no ha sido suficiente para persuadir al mundo. El apoyo a la causa llega hasta Cúcuta, parece…
Esto también sirve para dejar de asumir el papel de víctimas, que es tan chocante. De pobrecitos, los africanitos, que se están muriendo de hambre. Que no pueden resolver sus propios problemas y necesitan que otro se los resuelva.
Ya ese tema de ser víctimas, con la estrategia Jaque mate a Maduro, se acaba. Porque aquí ya no le pedimos un favor a los Estados Unidos. Le estamos pidiendo a los Estados Unidos que cumpla con una obligación de acuerdo a su propio interés nacional, a los principios de la DEA y los principios internacionales del combate al narcotráfico y al terrorismo internacional.
Cómo rebatir eso.
Exacto. El Jaque mate a Maduro, si se aplica, sería incuestionable. Nadie podría criticar una acción policial para remover un cartel de drogas que está financiando, además, el terrorismo internacional. Una invasión militar, en cambio, siempre genera todo tipo de especulaciones, de fantasías y además se abren cajas de Pandora, recordando experiencias pasadas que la gente no percibe bien. Eso genera mucho rechazo, ansiedad y angustia.
En cambio, un operativo policial cambia por completo el juego. Además, no hay que estar pidiéndole permiso a las Naciones Unidas ni hablando que si sobre la Convención de Ginebra o alguno de estos acuerdos internacionales —que hay que estar consultando un millón de veces y con no sé cuántas organizaciones internacionales—. Aquí estamos hablando, esencialmente, de un acuerdo bilateral que lleve a cabo el presidente de Venezuela con el de Estados Unidos para llevarlo a buen término. Una operación quirúrgica con la tecnología que lo permite.
¿Qué papel jugaría la Fuerza Armada?
Lo interesante aquí es que la Fuerza Armada de Venezuela está totalmente destruida desde el punto de vista bélico. No tienen helicópteros que funcionen. Tampoco aviones, submarinos o fragatas que funcionen. Los fusiles son de pésima calidad y pocos funcionan. Se han dedicado, estos veinte años, a hacer fortunas, corromperse, y no a entrenarse militarmente o tener tecnología de punta. Las condiciones de la Fuerza Armada, en Venezuela, dan ganas de llorar.
Rusia, China… Inquieta la posibilidad de que ambas potencias, porque son las únicas que en un eventual conflicto podrían amparar a Maduro, obstaculicen la ejecución de esta propuesta… ¿Qué harían?
Ninguna va a detener esta acción policial. Porque, además, parte de la estrategia de Jaque mate a Maduro consiste en una negociación con Rusia y China. Eso está contemplado. No es solo celebrar este acuerdo bilateral con Estados Unidos sino, en paralelo, hacer negociaciones con Rusia y China para convertirlos en nuestros aliados. Acá entran detalles que no se pueden revelar públicamente: cómo negociar con Rusia y China para lograr que sean nuestros aliados y no estén del lado de Maduro.
Yo estoy absolutamente convencido de que su presencia aquí es solo una manera de enseñar los dientes, para tener una posición de fuerza a la hora de sentarse a negociar. Eso no significa que estén, incondicionalmente, apoyando a Maduro. También estoy convencido de que se puede lograr muy fácilmente una alianza con ellos.
Donald Trump tiene muchas cartas bajo la manga que le permiten una negociación muy fluida con Putin y con China. Y, al final del día, ni China ni Rusia se pondrán en contra de Trump. Van a participar, transformarse en nuestros aliados, porque será lo que más les convenga. Desde el punto de vista costo-beneficio, tanto para Rusia como para China es mucho más beneficioso apoyar al Gobierno legítimo y a la Venezuela que viene, que estar respaldando a un régimen nefasto, totalmente rechazado por la sociedad Occidental y quebrado en el mundo económico lícito. Solamente puede sobrevivir a través de las negociaciones ilícitas y el mercado negro.
En ese sentido, también es importante la estrategia. Se deben lograr esas alianzas.
Tampoco pienso que el apoyo de Rusia a Maduro sea incondicional. Necesitan a Maduro, pero no hasta el punto de enfrentarse a la mayor potencia del mundo (sobre todo tomando en cuenta lo muy lejos que está Rusia de ser una potencia de ese nivel). Su último envío de tropas fue bastante reducido como para sugerir un amparo militar tajante.
Totalmente.
Para que haya un proceso de transición, será necesario pacificar el país. Luego de una eventual intervención —o de esta operación policial—, habrá grupos subversivos, peligrosos, que amenazarían con un conflicto asimétrico… ¿Qué se haría?
Está la segunda fase: una vez que se logra remover a los cabecillas del «Cartel de los soles» —que básicamente son los líderes del régimen de Maduro—, hay que establecer un mecanismo que permita controlar a la insurgencia. Todo lo que sería controlar a los colectivos, a los paramilitares, a la guerrilla… Al mismo Hamás, a la insurgencia, a Hezbollah. Ellos van a permanecer en nuestro territorio hasta que logremos erradicar su presencia en estos territorios. (La entrevista continúa).
¿Cómo? ¿Los militares venezolanos jugarían algún papel?
La estrategia Jaque mate a Maduro contempla extender el Plan Colombia hacia Venezuela. Bajo la premisa de que, precisamente, Estados Unidos está gastando miles de millones de dólares con el Plan Colombia y ese Plan no puede funcionar mientras en Venezuela las FARC y el ELN tengan un refugio asegurado y la posibilidad de despachar su droga totalmente libres.
Por eso es que ha aumentado el tráfico de drogas que viene de Colombia hacia Estados Unidos. Eso indica precisamente que el Plan Colombia no está funcionando. Y no funciona porque se trasladó la médula del problema de la droga, de Colombia hacia Venezuela.
No se va a resolver nada hasta que no se establezca, también, un Plan Venezuela, que sería bajo la misma premisa del Plan Colombia. Poner unas bases en Venezuela que permitan un entrenamiento continuo de nuestras Fuerzas Armadas para el combate de la droga junto con la DEA.
Tendríamos una presencia permanente de la DEA en Venezuela a través de una oficina que establecerían aquí. Y unas bases militares para tener toda la tecnología, el entrenamiento, la asistencia logística y el apoyo estadounidense necesario para el combate de la droga.
Tal como funciona en Colombia. Esto es una situación ganar-ganar para Estados Unidos. Desde el punto de vista económico triunfan y desde el punto de vista del logro del objetivo es como realmente se puede tener éxito. Además, es lo éticamente correcto de hacer.
¿Hay algún obstáculo para la ejecución de esta estrategia en, por ejemplo, nuestra Constitución?
Te mencioné algunos que Jaque mate a Maduro tiene resueltos. Pero además, el artículo 13 de la Constitución impide el establecimiento de bases militares en el país; pero la estrategia también contempla la forma de darle la vuelta a ese problema para que deje de serlo. El objetivo es establecer las bases sin ningún inconveniente constitucional.
Así que no hay por qué preocuparse para nada sobre si es Constitucional o no porque esta estrategia contempla todos los mecanismos para eludir cualquier traba en ese sentido.
Tengo semanas reuniéndome con gente, bastante relacionada a los Gobiernos de Bogotá y Washington, y sé que el tema de los recursos es un problema. Nadie quiere poner su plata. ¿Cómo hacer?
La estrategia también contempla un mecanismo financiero para que sea el Gobierno de Venezuela el que sufrague los gastos del operativo policial de captura de los cabecillas del «Cartel de los soles» —por supuesto, apalancándose en la ayuda que daría el Departamento de Defensa en cuanto a la tecnología y compartiendo gastos con la DEA—.
Sería un operativo financiado de manera mancomunada, tanto por Venezuela como por Estados Unidos —porque es lo lógico, porque al final es el interés de ambos países el que está involucrado—. Lo bonito, además, de esta estrategia, es que junta esfuerzos en torno a un interés compartido. Y además lo hace apartando la idea de la víctima o de solicitar ayuda.
Pone la premisa clara sobre la mesa: las partes involucradas tienen el mismo interés y la misma necesidad de llevar a cabo la acción. Muy importante.
Es una idea, bastante redonda, sensata; pero, tomando en cuenta el contexto político en Venezuela, quienes rodean al presidente Juan Guaidó, ¿es aplicable?
Efectivamente, Juan Guaidó nace en la Asamblea Nacional. Es diputado de un Parlamento que está constituido por unos partidos políticos, cuyos líderes no son precisamente, en su inmensa mayoría, el ideal de político que uno desearía. Obviamente, además, hay muchos intereses en juego. Intereses corrompidos. Los bolichicos, Gorrín… Todos estos personajes que, de alguna forma, financian algunos diputados de la Asamblea Nacional. Esa es una realidad que no podemos negar.
Guaidó debe ser muy hábil moviéndose en esas aguas. Debe buscar la manera de no enemistarse con ellos porque lo peor que podría pasar es que le empezaran a poner obstáculos innecesarios. Debe lograr que esto fluya de la mejor manera posible y la forma de hacerlo es tratando de conciliar —que no significa andar condonando corruptos ni mucho menos, pero tampoco es el momento de perseguirlos o enemistarse con ellos—.
Ahora, Guaidó sí tiene que trascenderlos. Darse cuenta de que el líder, el presidente de la República, es él. No es la Asamblea Nacional y en Venezuela no existe consagrado el régimen parlamentario ni mucho menos. Acá hay un régimen presidencialista. Y eso se tiene que entender —cosa que parece difícil—.
Guaidó debe trascender a la Asamblea Nacional, darse cuenta de que tiene el 90% del país y más de 60 países de la comunidad internacional. Esencialmente, los principales países de la civilización occidental lo apoyan. Él tiene todo el poder, tanto constitucional como popular e internacional, para organizar el poder Ejecutivo de la manera más eficiente posible para lograr el objetivo.
¿Cuál, Juan Carlos, debe ser la ruta que siga Juan Guaidó?
Debe alejarse de esa idea de andar consultando tanto con el Parlamento —porque además el Legislativo y el Ejecutivo deben estar separados, ese es un principio sine qua non para el funcionamiento de toda República—. Guaidó debe nombrar un Gobierno. Debe nombrar un ministro de Defensa, un canciller. Tiene que nombrar un Estado militar conjunto. Debe nombrar a los jefes de los componentes de las Fuerzas Armadas. Eso es fundamental.
Tiene que hacer ya un Gobierno de transición. No debe esperar al cese de la usurpación para constituir este Gobierno. El Gobierno debe constituirse ya. Y es el Gobierno constituido lo que va a permitir que se combata de manera eficiente al régimen que tiene secuestrado el país para lograr el cese de la usurpación. La usurpación nunca va a cesar si no se tiene un poder Ejecutivo, legítimo, verdaderamente poderoso. Y la manera de hacerlo poderoso es con Guaidó asumiendo plenamente sus facultades presidenciales.
Y hay algo que no te lo había comentado antes: el operativo policial, como la captura no la pueden hacer funcionarios extranjeros sino agentes venezolanos, la estrategia Jaque mate a Maduro también contempla que se entrenen a los militares que ya han declarado su apoyo a Guaidó y se han tenido que ir a Venezuela —y no son solo los que pasaron a Cúcuta sino muchos militares que estos años se han tenido que ir al exilio perseguidos por Maduro—. Hay gente muy calificada afuera que tiene el deseo de contribuir y participar en la liberación de Venezuela.
Hay que contactar a estos militares, hacerles un entrenamiento exprés, guiado por la DEA, para que funcionen exitosamente en el operativo policial de captura. Eso es algo que debe hacerse desde ya.
Se está dando un fuerte debate, Juan Carlos, en torno al artículo 187, numeral 11. ¿En qué parte del plan entra esto? ¿Es prudente seguir discutiendo ese artículo? ¿Qué piensa?
El artículo 187, numeral 11, es importante que se active una vez que se decida poner en marcha la estrategia Jaque mate a Maduro. Porque evidentemente es importante que los funcionarios venezolanos tengan la asistencia de agentes estadounidenses que vendrían a propósito de una acción policial; pero estaríamos hablando, al final, de una tropa de funcionarios. Con equipos que son policiales, pero con poder de fuego.
Se necesitará que ese artículo esté activo; pero creo que habría que postergarlo hasta que empiecen las negociaciones con la DEA. Eso se tendría que negociar en paralelo, desde ya, de tal forma que no exista ninguna traba de la Asamblea Nacional para activar ese artículo 187.
Con respecto a los militares, ¿usted está seguro que extrayendo a los cabecillas de las mafias, el resto apoyará naturalmente a Juan Guaidó?
Yo considero que, una vez que se capturen a los líderes, que son los cabecillas de las Fuerzas Armadas, el resto de los militares, los oficiales medios y los soldados, ahí sí se van a poder manifestar en apoyo a Guaidó. Pedirles ahorita que lo hagan es pedirles que se suiciden.
En este momento no tienen ninguna garantía que pronunciándose van a lograr el éxito de la libertad de Venezuela. No va a ocurrir. Es ridículo.
A mí a veces me asombra que Estados Unidos esté partiendo de esa premisa, que sean tan ingenuos, que tengan tan mala información y mala inteligencia en ese sentido. Porque un estudio bastante elemental de las Fuerzas Armadas da como conclusión que es imposible que haya un quiebre. Están totalmente penetradas por el «Cartel de los soles». Hay sapos por todas partes. Están vigilados por todas partes.
Pero una vez que tú limpies a las Fuerzas Armadas del «Cartel de los soles», entonces sí se puede cohesionar para apoyar al Gobierno legítimo de Juan Guaidó.
No puedo decir que estoy seguro de todo esto, por ser imponderable. Al final del día uno no está en la cabeza de cada uno de esos individuos de la Fuerza Armada. Pero por lo que yo he pulseado, he investigado, por los contactos que uno tiene, yo creo que sí existe una inmensa probabilidad de que, removiendo al «Cartel de los soles», el resto de la Fuerza Armada se pliegue a apoyarnos. En todo caso, si no lo hicieren entonces allí tendrían que atenerse a las consecuencias.
Por eso es importante que Guaidó forme Gobierno en cuanto antes. Que designe a un ministro de la Defensa y nombre un Estado militar conjunto. A los jefes de cada uno de los componentes. De tal manera que estos comandantes empiecen a forjar, junto a los militares que se tienen, una Fuerza Armada legítima. Estas Fuerzas Armadas legítimas, una vez removido el «Cartel de los soles», invitarían al resto de los militares a unirse.
¿Ha hablado con el presidente de esto?
Sí lo hemos hablado pero no lo suficiente. Está pendiente una reunión de trabajo para exponer esto al detalle y, con todas y cada una de sus implicaciones, para a partir de allí empezar a trabajar y ejecutar la estrategia —siempre y cuando, claro, el presidente Guaidó tenga la voluntad de hacerlo—.
Mi conversación previa, con él, ha sido muy alentadora en ese sentido. Yo estoy muy optimista porque lo que presumo de él, lo que siento, es bueno. Me ha dado muy buenas razones para sentirme optimista. Yo he encontrado en él a una persona muy inteligente, ecuánime y serena, que ha manejado bien toda la complejidad de lo que le ha tocado liderar desde enero.
Entonces yo sí creo que, como hombre, entendiendo su rol histórico, su integridad, él va a comprender la importancia de aplicar esta estrategia. Tengo la esperanza de que se ponga a trabajar en eso a la brevedad posible.
¿Espera reunirse pronto con él para ahondar en la estrategia?
Sí. De hecho espero que sea esta misma semana cuando tengamos la reunión. De hecho está pendiente. Ya esto está hablado y, en principio, será esta semana. Tengo previsto una reunión esta semana para trabajar en esto con el presidente Guaidó.
¿Cree que siga la estrategia?
Creo y espero que lo haga. Una vez entienda el alcance y los pormenores de esto, lo más lógico es que la siga. Porque además yo siento que no existe otra salida. Esta es la salida.
La estrategia Jaque mate a Maduro es la salida para resolver la crisis del país. Yo no veo otra forma de hacerlo en este momento, dado el contexto internacional. Espero que lo haga. Caramba, él tiene todas las condiciones necesarias para hacerlo. Tiene la juventud, inteligencia, conciencia de su rol histórico y la trascendencia del papel que ha jugado. Ha demostrado tener un gran manejo de la política. Es un hombre conciliador, sereno, equilibrado. Una persona a la que le han tocado unas circunstancias sumamente complejas y las ha llevado bastante bien.
Creo que es bastante positivo y lo más probable es que la siga.
¿Cómo vamos?
Yo sí creo que vamos bien. Hay que entender que esta situación es muy compleja. Evidentemente cada día que pasa es como un siglo. El tiempo apremia. Cada día que pasa es tiempo que le damos a Maduro y sus mafias para que diseñen nuevas estrategias, busquen nuevos apoyos y le den vuelta la cosa.
Cada día que pasa son más muertos, más heridos. Más gente exiliándose del país. El país se está desangrando.
Por un lado tú podrías decir que “vamos bien” porque se han dado todas las condiciones necesarias para poder resolver la crisis; pero obviamente el cuerpo se está muriendo. Tenemos que salvarlo.
Vamos bien porque más de sesenta países nos han dado su apoyo. La civilización occidental nos apoya. Tenemos a la mayor potencia del mundo enfocada en Venezuela.
¿Deben los venezolanos resistir? ¿Qué le dirías hoy al que no aguanta, al que lo quebraron?
Yo le pido a los venezolanos, desesperados, que se imaginen la gran Venezuela que eventualmente seremos. Porque existe todo el potencial para convertirnos en el país emergente más maravilloso del planeta. Porque existe toda la disposición del mundo.
Si logramos el objetivo, lo que viene será maravilloso. Reconstruiremos al país con las ventajas comparativas más maravillosas del planeta Tierra. Por nuestra historia, nuestra ubicación geográfica, nuestra cercanía a los grandes mercados… Por todos nuestros recursos. Venezuela es un país que, de aplicarse las políticas correctas, puede dispararse a la estratósfera. Y es un país que está allí, a la vuelta de la esquina.
Los venezolanos debemos resistir. No nos podemos quebrar. Al que está débil, se siente desesperanzado o poco optimista: ¡no! ¡Que no! Que se grabe en la cabeza que todo en la vida es posible.
Y los grandes retos son los más hermosos de todos. Nosotros tenemos el más precioso reto que se puede tener en la vida, que es la reconstrucción de un país. Prácticamente desde sus cimientos. Esta es la invitación para que la creatividad se inyecte al máximo. Se van a necesitar a todos y cada uno de buena voluntad, a los que están en Venezuela y a los que se fueron pero dejaron su corazón enterrado aquí, para que formen parte de este proceso espectacular que se puede desencadenar una vez liberemos al país.
Entender que estamos pasando por un proceso terrible, grotesco, pero como reza el dicho: “El momento más oscuro es justo antes del amanecer”. Estamos muy cerca de ese amanecer. No vale la pena tirar la toalla cuando hemos sufrido tanto. Han sido veinte años de mucho calvario. Han quedado en el pavimento, en la memoria colectiva, las luchas heroicas de muchos venezolanos valiosos.
Todos esos muchachos… Los escuderos, Óscar Pérez, Caguaripano, el general Vivas. Los presos políticos. La gente que se tuvo que exiliar. En fin, todos esos venezolanos, ¡todos los que hemos sufrido porque todos hemos sufrido esta crisis!, nos necesitamos. Nos necesitamos. Y tenemos que reivindicar toda esa lucha que hemos tenido. Toda esa sangre que se ha derramado. Tenemos una deuda con quienes han dado su vida.
Que la Venezuela que construyamos a partir de ahora sea una Venezuela que se fundamente en la voluntad y los esfuerzos de todos aquellos que han luchado por nuestra libertad. Creo que nos lo merecemos. Hemos tenido gestas hermosas y esta que vivimos también lo es. Porque hemos padecido lo indecible, lo estamos padeciendo, pero acá estamos.
Apostemos al éxito. De las ideas y de la aplicación de la estrategia Jaque mate a Maduro.