Esta entrevista se da bajo circunstancias particulares. El 17 de junio, en la tarde, el coordinador internacional para la Ayuda Humanitaria del Gobierno de Venezuela, Lester Toledo, me emplazó en Twitter a entrevistarlo en Cúcuta. Le respondí que aceptaba la entrevista, que la valoraba, pero que no iría a Cúcuta. En todo caso sería en Bogotá y sería una entrevista escrita (recalco que valoro el acercamiento porque es lo que corresponde, lo sano y es un gesto al oficio. Es lo que se debe hacer).
Tres días antes, el 14 de junio, publicamos en el PanAm Post una nota sobre un caso de malversación de fondos en Cúcuta por parte de enviados del Gobierno de Juan Guaidó. Toda la administración de Guaidó, naturalmente, termina empañada.
Como la respuesta del Gobierno de Guaidó ha estado a la altura —porque no ha negado las acusaciones, ha separado del cargo a los responsables, ha anunciado la designación de un contralor y el debate se ha llevado al Parlamento—, un caso turbio de corrupción parece convertirse en una oportunidad única para que Juan Guaidó salga fortalecido y demuestre su severidad ante aquellos que se desvían de la causa que respaldamos todos los venezolanos.
Lester Toledo, al querer que se concrete la entrevista, se enmarca en un deseo de ser diáfanos. De buscar transparencia y decirle a los venezolanos —y al mundo— que “el que no la debe, no la teme”.
Nos vimos en el lobby de un hotel. Ambos atravesábamos una tormenta que, seguro, no hubiéramos deseado. “Ha sido una locura”, me dijo Lester Toledo antes de empezar la conversación. Ciertamente, lo ha sido. Estábamos ahí, al norte de Bogotá, sentados, a punto de hablar, en medio de un escándalo que a todos se nos ha salido de las manos. El manejo de fondos, los donantes, las donaciones, la activación del TIAR y su oposición a las negociaciones en Noruega fueron algunos de los temas por los que nos paseamos en la extensa conversación.
Lester, asesor
Las primeras preguntas fueron sobre él. ¿Cómo llegó a Bogotá? ¿Cómo se paga los viajes? ¿Quién o cómo se mantiene? ¿Cómo hace para estar un día en Madrid y el otro en Houston? “Llegué hace tres días en un vuelo de Miami hacia Bogotá”, dijo.
“Mis vuelos, mis boletos personales, los pago yo. Si tiene que ver con trabajo, pues los paga quien me contrata para trabajos”, precisó Toledo.
El funcionario del Gobierno de Guaidó aclaró que su familia vive en Estados Unidos pero él debe viajar constantemente. “Mi residencia es en Estados Unidos porque estoy trabajando en la embajada de Venezuela en Washington, con el embajador Carlos Vecchio. Mi familia está en Miami, yo voy y vengo a Washington”.
Su trabajo con el embajador Vecchio es ad honorem. No percibe nada. Realmente sus fondos, su dinero, los ha sacado de trabajar en “campañas políticas”. “Yo estaba preparado para estas preguntas, así que vamos a abrirnos en lo personal”, agregó.
Ya que siempre ha estado vinculado al desarrollo de campañas, se “dio cuenta de que tenía dotes” para ello. En Venezuela jamás paró. No se detuvo. “Y, bueno, hay gente que dice que soy bueno en eso”.
“Yo salí al exilio en noviembre de 2016”, relató, “y justo al salir, toda la historia la conoce la gente, perseguido, con orden de captura, con 86 días en clandestinidad, con prohibición de salir del país… Al salir, el primer apoyo que recibí fue de Freedom House”.
La organización no gubernamental le dio un apoyo económico de US $15.000, que provino de un fondo para perseguidos políticos. El propósito era que se estabilizara y, con la ayuda, logró recuperar a su familia y se mantuvo hasta el año 2017.
“Yo tenía pocos ahorros. Vendí los carros que teníamos en Maracaibo. Pensé que con eso sobreviviría seis meses y fue pasando el tiempo hasta que descubrí: ‘Bueno, tengo que ponerme a trabajar'”.
Afortunadamente, me dijo, contó con el apoyo del consultor político Pedro Paul Betancourt. En el año 2017 lo integró a la campaña de Guillermo Lasso en Ecuador. “Asesoré durante nueve meses esa campaña presidencial”, indicó.
Su paso por los esfuerzos presidenciales de José Antonio Meade y Nayib Bukele ha sido bien retribuido. De hecho, con este último, su esfuerzo que finalmente triunfa, se queda a trabajar como “asesor principal”.
“Yo soy el jefe de la oficina de organización de Bukele en El Salvador. Si tiene algún corresponsal en El Salvador, pueden abordar al presidente y preguntárselo de frente: ‘¿Quién dirigió tu campaña?’. Todos reconocen que fui yo”.
Toledo acepta que le ha costado responder a la pregunta, “¿de qué vive?”, porque es incompatible admitir que trabaja para otro presidente, para otro Gobierno, y que a la vez lidera la causa venezolana.
Sonaba honesto. Y no tenía cómo rebatirle absolutamente nada. Me insistió: “Esta es una carrera que paga bien”. Además, su triunfo, con Bukele, le abre muchas más oportunidades.
“Tengo en la mesa par de propuestas interesantes. Una es en República Dominicana. Me di como un deadline para entrar en una campaña presidencial muy grande en octubre. Y, ¿por qué digo deadline? Porque soy muy optimista y pienso que a la dictadura de Maduro le queda poco”.
Lester Toledo llega tarde al proceso político que empezó a capitanear Juan Guaidó el 23 de enero de este año. La razón: “Yo tenía un contrato firmado hasta el 3 de febrero, o hasta el 10 de marzo si hay segunda vuelta”. Suerte, dijo Toledo, el candidato Bukele ganó en primera vuelta y pudo acompañar a Guaidó en esta nueva y titánica empresa.
“¡Hay que salvar vidas!”, le dijo Juan Guaidó a Toledo. “Eres un tipo que es bueno organizando, hablas inglés, conoces gente en varios países, dedícate a esto”.
Toledo me contó que la propuesta le llegó el cinco de febrero, que el seis ya estaba en Cúcuta y el ocho ya había estructurado la “Coalición ayuda y libertad”.
Hablemos de plata
¿Cómo se mantiene la embajada de Carlos Vecchio, con qué fondos?
Mira, con todo respeto, yo creo que esas son preguntas que cada quien debe de responder. Porque cada quien tiene su realidad. Hay dirigentes, y yo te lo pongo así, pero nosotros somos una clase de élite —y no quiero que suene mal la palabra—. Lo somos en el sentido en que la mayoría de los venezolanos que han tenido que salir al exilio, por razones forzosas, no necesariamente trabajan en lo que les gusta. Han tenido que diversificarse. Y yo los admiro y respeto profundamente. Al tipo que tiene dos títulos y está haciendo Uber. Al que tiene dos títulos y sirve una mesa. A las mujeres que están cuidando niños.
Se han diversificados. Y yo, si lo tengo que hacer —y yo tengo mil defectos, mil—; pero yo flojo no soy. Soy una persona de trabajo. Ya no tengo una hija. Tengo dos. Tuve otra en el exilio que no conoce Venezuela. Si yo tengo que servir diez mesas, y manejar Uber 15 horas diarias, lo haría con el mayor de los orgullos.
Tengo la dicha que tuve la oportunidad de explotar una cualidad que tengo, que es ser bueno para la organización, para las estructuras.
¿Cuántos pueden dedicarse a la política 100% —o, bueno, no 100% porque ni yo lo hago 100%—? A ver, Ledezma; David Smolansky, que consiguió un buen trabajo en la OEA, en lo que le gusta; Carlos; Gustavo Marcano, que es un buen tipo, que ahora está en la embajada también… Estoy yo. ¿Cuántos hay en el exilio que tú dices que están activos, que le dedican su vida a esto? Somos un equipo chiquito de millones.
Entonces, ¿de qué vive Carlos o de qué viven los demás? Algunos tendrían dinero y tienen cómo mantenerse mucho tiempo sin trabajar. Otros, no lo sé. Yo lo digo con transparencia: salí del exilio sin nada. Tenía $200 encima. Y Freedom House me ofreció este apoyo mientras vendía mis cosas. Armé un fondito y empecé a ver cómo me mantenía hasta que conseguí un trabajo.
Esa es la razón por la que estaba en Miami, trabajando en campaña, yéndome bien, me fui a Madrid. La razón por la que me fui a Madrid fue porque salió embarazada mi esposa. Y un parto en Estados Unidos costaba $20.000. Y un parto en España costaba cero, porque lo cubría la seguridad social. Entonces me regresé a tener mi hija en España porque eran $20.000 menos.
¿Carlos, Antonio, los demás? Puede que cada quien tenga su respuesta.
Claro, claro. No puedes responder por ellos. Pero, ¿tú todo te lo costeas? ¿Todo sale de tu bolsillo?
Si, claro. A ver, depende de cosas. Cuando yo voy a México, a tal, a tal, el cliente pone los boletos. Cuando yo trabajé en la Coalición, los viajes que hicimos —yo fui a Brasil, a Curazao, yo vine acá a montar los centros de acopio—, todos esos boletos los costeó Caracas.
En ese momento de Caracas me dijeron: “Hay que montar cuatro centros de acopio”. Bueno, yo voy. Yo agarro mi morral y me voy para dónde sea. Pero, ¿a qué hotel voy a llegar? ¿En qué vuelo me voy a ir? Y fue Caracas la que nos ayudó con eso.
Pero este esfuerzo, de venir a dar una rueda de prensa acá, todo esto es recurso mío. Porque me interesa que esto quede bien. Al final son como aportes que nosotros mismos le hacemos a la lucha de Guaidó. Los que podemos, al que no tiene un trabajo estable, no tiene ahorros o no está ganando bien, le tienes que pagar todo.
Tú, cuando vienes a Bogotá, ¿andas con escoltas, camionetas blindadas?
No. La última vez que vine estuve escoltado, y con camionetas blindadas, porque me las puso el Gobierno colombiano. Por seguridad. Yo estuve en Cúcuta, tú recordarás, hubo un escándalo porque a mí me intentaron secuestrar en el hotel. Yo llegué y una gente acá, de seguridad que me pusieron —pero la verdad, aunque nunca voy a criticar al presidente Duque, fue una seguridad insuficiente—.
Yo los primeros días, acá en Cúcuta, andaba en taxis. Y esto es verificable. Si la gente me preguntaba que si yo era loco. Yo me movía en Cúcuta con un morral y llegaba en taxis a todas las reuniones. Me decían: “Cuidado, aquí te secuestran, que el SEBIN”… Yo no le paraba a nada. Hasta que un día llegué al hotel, estaba una gente rara que me seguía para todos lados, y yo tenía un tipo de inteligencia que me puso Colombia. Recuerdo que Eduardo Espinel, que es un activista de allá de Cúcuta, me fue a buscar con su camioneta. Me fue a buscar y cuando salimos nos empezó a seguir un carro por todos lados.
Yo tenía el número de un general que nos iba a cuidar. Llamé al general y le dije que nos seguían. Total, al carro lo pararon y a la gente se la llevaron detenida. Yo me fui a una reunión, con militares, a analizar cómo era el tema de 23 de febrero. Estando ahí, los militares me trajeron un Whatsapp con una foto. Era de unos tipos que habían detenido. “¿Usted conoce a estos señores?”. Yo dije que no. “Bueno, estos tipos dicen que andan contigo”. “¿Conmigo? No tengo ni idea”, les dije. Me dijeron que los iban a chequear y les salió una orden de allanamiento. Les allanaron las habitaciones.
Yo estaba hospedado en el Hampton Inn; y, en la habitación diagonal, estaban ellos. Todos con credenciales del SEBIN. Todos con fotos mías y del carro en el que yo me movía. Los tipos estaban preparando mi secuestro. Evidentemente aquí el Gobierno de Colombia se escandalizó y me pusieron escoltas, camionetas blindadas, resguardo policial. Los últimos días yo estaba como si fuera Bin Laden. Custodiado al 100%.
Pero no. Cuando yo llegué, no. Y, la última vez que vine, acompañando al secretario Mike Pompeo, igual… Llegué al aeropuerto, me fue a buscar Eduardo, que es mi amigo; y con él me moví para todos lados. O sea, no es que tengo escoltas o blindaje.
En esta entrevista vamos a hablar de plata. De mucha plata…
¡Vamos!
Porque al final el tema es la plata. Y es lo que inquieta a la gente… A ver, en enero de este año la hija del presidente Kennedy, Caroline Kennedy, viajó a Cúcuta y dio una donación cuantiosa. Gigante. Fue una donación a una ONG, creo que a Venezolanos en Cúcuta, y esa la dirige, si no me equivoco, Eduardo Espinel…
Si, Venezolanos en Cúcuta es la de Eduardo.
A los días, y esto lo sé muy bien, ella envió a alguien preguntando por esa plata y resulta que nadie sabe dónde está.
¿Sabemos el monto?
No sé si podría decirlo, pero es altísimo. Más de US $100 mil… ¿No sabes nada de este caso?
No, no. Te acabo de hablar bien de él, de Eduardo. Te dije que me fue a buscar y que el tipo es pana… Mira, yo lo que sé de esa ONG, que he estado dos veces en su refugio, y él me parece un tipo serio, que hace una buena labor. Pero no, no tenía conocimiento.
Empresarios en Cúcuta le han comentado a la corresponsal del PanAm Post allá que han donado, que han donado mucha plata, y tampoco sabe dónde está ese dinero.
¿Pero a quiénes?
A diferentes ONG dirigidas por venezolanos.
Yo, honestamente, la única que conozco, que dirigen venezolanos, es la de Eduardo. De resto, yo he visitado, porque he estado en los sitios, es que una es de la iglesia, la otra es de la Unión Europea, la otra el World Food Program… Están los refugios de ACNUR; pero… Que sean ONGs de venezolanos, dirigidas por venezolanos, solo conozco la de Eduardo.
¿Y estás al tanto de que Eduardo tiene una empresa de comida venezolana llamada Don Cachapa?
Si, si. Es que, el día que lo conocí, me lo presentaron como “Eduardo Cachapa”, y era porque él tenía una venta de cachapas. Entonces, fui a ese sitio… Mira, yo siempre quise saber bien cómo era el tema de los migrantes venezolanos. Quería estar allí. Y Smolansky, quien es mi hermano, siempre me decía: “Hermano, una cosa es esto y otra es vivirlo”. Cuando llego a la frontera, me dieron una serie de contactos. “Que tienes que llamar a Juan, a Pedro, a tal”. Y conocí a Eduardo en su local de comida. Me lo presentaron. “¿Y tú qué haces?”, le pregunté. Me dijo que tenía la idea de “la Casa Venezuela”. Después fui, no sé cuántos meses después, y ya él tenía una operación más grande, y daba zapatos a los caminantes. Luego fui, como seis meses después, y ya estaba la casa montada. Entonces, si conozco de su operación pero no del manejo administrativo. Nunca le he dado un centavo ni sé cómo se maneja el tema de la operación con ellos.
El vicepresidente de Estados Unidos, en medio de este escándalo, y yo no creo que sea casualidad, lanzó un tuit, diciendo que su país había donado, si no me equivoco, US $213 millones, para ayuda humanitaria a Venezuela. Yo sé que tú lo has aclarado, y lo decías ayer en la rueda de prensa, pero quiero que me expliques cómo funcionó esto.
Mira, yo lo terminé de entender recién. Porque cuando a mí me dicen, yo pienso que es una gran responsabilidad coordinar toda la ayuda humanitaria internacional. Entonces, yo iba a tener que ser el cuentadante, literal, de millones de dólares. Y por un lado me siento halagado, porque el presidente sabe lo que está haciendo. Si el presidente me llama a mí, para hacer esto, es por algo.
Después me empecé a dar cuenta de que la realidad no era tan así. “¿Y estos millones dónde están, las donaciones?”. No, es que ellos les daban donaciones a ACNUR, o al World Food Program, y le dan donaciones a tal y tal ONGs. Y todas esas donaciones las meten como los recursos que dieron. Pero no es que nos dan a nosotros la plata sino que ellos tienen sus controles internos con sus ONGs.
¿El Gobierno de Guaidó no ha manejado ni un centavo de donaciones de Estados?
Para la ayuda humanitaria, no.
Ok…
Nosotros montamos una cumbre que, en honor a la verdad, fue iniciativa de Smolansky. Quedó espectacular, pero eso lo montó él. David dijo que había que sensibilizar a la región. Que están muy bien las declaraciones, la OEA, el reconocimiento a Guaidó… Pero aquí la prioridad es la ayuda humanitaria. En popular venezolano: que se bajen de la mula, pues. Si quieren ayudar, pues que ayuden.
Se montó la cumbre el 14 de febrero de este año. En la OEA, con el auspicio de Almagro, se montó un super evento, con más de sesenta declaraciones. Habló David, el embajador, habló Olivares, un poco para convencer a la gente. Había una videollamada con Juan. Entonces los países, en una especie de subasta, empezaron a donar. “Yo pongo vente mil, yo pongo veinte millones”. Y, hermano, en un punto iban más de cien millones.
Esa misma tarde, luego de que terminó el evento, tuvimos una reunión con el secretario general. Entonces, David me dijo: “Como el Gobierno interino ni siquiera tiene una cuenta afuera, para poder recibir algo, vamos a crear un fondo humanitario. Y vamos a darle ese número de cuenta a todos los países. Y les decimos que todas las donaciones que anunciaron, que pongan su plata aquí”.
Yo armé un plan, y te lo puedo mostrar porque lo tengo en la computadora —es más, te lo voy a enviar, porque es interesante—, de cómo manejar donaciones. Hermano, otra vez, yo sé que hablar bien de uno es difícil, pero yo pensé en visitar Gobiernos y empresarios; y, por ello, monto una presentación que es la explicación de cómo donar. De las distintas alternativas que tenías si querías donar. Y lo de la OEA me cayó como anillo al dedo. Porque cualquier persona a la que yo le toque la puerta para pedirle apoyo, y me diga que él no quiere dar tonelada de nada sino dar un cheque, yo envío eso a la OEA. Y después, esos fondos los manejamos como si fuera cooperación internacional. Esa fue mi idea.
Pasaron las semanas y yo empecé a preguntar: “Ajá, ¿y las donaciones que anunciaron?”. No, la cuenta es cero. “Pero, ¿cómo es así? ¿No tenemos más de cien millones?”. Y me empecé hasta a frustrar. Porque es muy difícil conseguir para los envíos, para seguir enviando cosas. Pudiéramos todos los viernes mandar quince containers de ayuda, porque la gente nos quiere dar. Pero yo no recibo tanta carga en especias porque luego no tengo cómo enviarla. Y yo tenía una frustración interna: “Si tenemos tanta plata, ¿por qué no tenemos para enviar ayuda?”. Entonces empecé a entender cómo funciona.
No, los US $40 millones que Canadá anunció, la mayor parte ya los había dado antes, cuando se los dieron a la frontera en Brasil.
Entonces, conclusión: no hay ningún Gobierno del mundo, ninguna empresa y ninguna ONG, incluido el concierto de Cúcuta, que le haya dado un dólar al Gobierno interino para la ayuda humanitaria.
En ese cuenta del fondo de la OEA había, hasta hoy, cero. ¿Y qué es lo bonito de esto? Que quien lo puede certificar es uno de los que impulsó tu denuncia, que es el secretario Almagro. Entonces, si él, por supuesto, que es implacable contra la corrupción, mañana dirá: “No, Lester, aquí están los diez millones que entraron y yo te los di”.
Entonces, te ratifico: ni lo que los países han donado, ni fondos del concierto, se han utilizado para la ayuda humanitaria. Nunca se tocaron.
Y lo que sí hemos recibido —que si representan millones— es la carga que está aquí en Cúcuta. Que está en Brasil.
Por qué Barrera y Rojas
Luego de la extensa y meridiana explicación, fuimos a lo fundamental: el escándalo del desvío o malversación de fondos para asistir a los militares en Cúcuta. Los militantes de Voluntad Popular, Kevin Rojas y Rossana Barrera, son los acusados. Fueron designados para un cargo en el que tenían que manejar fondos, recibir recursos, sin, quizá, contar con las credenciales.
Lester Toledo no sabe por qué ellos. Al final, me dijo: “Son decisiones ejecutivas”. Él ha estado al margen, porque su vinculación a Cúcuta terminó el 23 de febrero. “Hubo una reasignación de responsabilidades, porque surgió un proyecto nuevo. ¿Cuál era mi responsabilidad, la que asumí del 8 de febrero hasta el 23? Coordinar con los países las donaciones, para que llegue la mayor cantidad de ayuda posible”.
El presidente Juan Guaidó fue preparando el contexto para el gran día en el que, se esperaba, los camiones cargados con insumos entrarían a Venezuela. Lester Toledo jugó un papel fundamental en la captación de esfuerzos. No obstante, una vez que fracasa el intento de ingresar ayuda, a Toledo le asignan responsabilidades en la embajada en Washington.
“Fui nombrado por el embajador Carlos Vecchio como coordinador de la Ayuda Humanitaria para el Gobierno de Venezuela en los Estados Unidos. Me traje a mi familia que vivía en Madrid. Le dije a mi esposa: ‘Saca a la niña del colegio, entrega el apartamento, recoge las maletas y vente que nos vinimos para Estados Unidos’. Y, desde ese entonces, es público, notorio y comunicacional, yo he hecho más de diez jornadas de colectas humanitarias en Estados Unidos”, recordó Toledo.
Ahora, volviendo a la inquietud sobre la designación de Barrera y Rojas, Toledo me insiste en que él no está al tanto de la motivación para autorizarlos.
¿Y no te parece nocivo designar a una persona, que al final maneja fondos, que es cuñada de alguien del círculo cercano de Juan Guaidó?
Mira, yo creo que eso —y otra vez hablando como abogado— no inhabilita a nadie. Eso no te inhabilita para ejercer una función.
Si esa señora comete una falta y es juzgada como estamos pidiendo en la Fiscalía, yo creo que no va a ser por ser familiar o no de alguien. Es por sus acciones particulares. Yo tengo primos, tengo familiares super honestos. Yo no creo que la inhabilitaba tener un vínculo familiar con Sergio.
Y, si se va a llevar a cabo una investigación, ¿esto no arropa a Sergio Vergara de ninguna manera?
Eso lo dirán las autoridades.
Y lo chévere de esto es que es la Fiscalía —y entiendo, la reputación que tiene la Fiscalía colombiana es que son muy acuciosos, muy duros—.
Ayer en una conversa informal alguien me decía: “Bueno, es que al llevar esto a la Fiscalía… O sea, Juan no juega carrito. Juan le está subiendo cinco…”. Y yo le respondía: “No, es que no nos conocen. ¡Le vamos a subir quince! Ah, ¿quieren investigar? ¡Ahora vamos a investigar todo y a todos!”.
Ahora, en el supuesto negado —y yo sería incapaz de acusar a Sergio Vergara sin pruebas—, que algún día Sergio Vergara sea tachado por alguna responsabilidad, por algo, yo creo que será por hechos propios que él cometa. No por alguna relación familiar con alguien.
Yo creo que la responsabilidad penal es un tema muy delicado, porque son responsabilidades individuales.
Claro, claro. Estoy de acuerdo… Yo vi todo el tema de la Fiscalía, llevaron las pruebas, ¿tú estabas ese día?
Yo me reuní con el embajador Calderón un par de horas antes. Discutimos y vimos el documento. Me enseñó las pruebas.
Yo no había tenido acceso a nada. Y te confieso algo: yo me enteré de un ruido, o un escándalo o todo esto, por tu artículo. Yo no tenía ni idea.
Hay gente que me dice: “Bueno, pero cómo no vas a saber. Te estás haciendo el loco… Si eso pasó en Cúcuta donde tú trabajabas”. Yo les cuento esta historia que te conté a ti, que la gente no sabe. ¡Yo me fui de aquí hace cuatro meses! Yo no me puedo clonar. Si tú ves, todas las semanas yo estoy afuera. Estoy en Miami, en Nueva York, en Washington. Yo trabajo en Estados Unidos. Entonces yo no estoy por saber el día a día de qué pasa en Cúcuta.
La primera vez que yo vi una prueba, o una factura o un informe, fue ayer en la mañana. Discutimos largo. Yo hablé con el presidente hace dos días. Él habló con el presidente ayer en la mañana. Yo vine enviado por el presidente, quien me pidió especialmente que viniera a buscar en físico el informe y todas las pruebas que hubieran.
Entonces, bueno, él habló con el embajador: “Estoy mandando a Lester Toledo para allá. Yo quiero que usted le muestre todo. Que él también pueda revisar todo lo que hay”. Entonces, bueno, yo estoy en línea con el embajador, revisamos todas las cosas. Y yo no tenía ni siquiera que darle una instrucción. Él ya había hablado con Juan, estaba muy claro.
Me dijo que él iba a ir a Fiscalía, que iba a consignar todo lo que tiene, que va a hablar con el fiscal general y le va a pedir que vaya hasta el fondo del asunto.
Entonces lo que hicimos, que es sano además hacerlo, es separar los temas: “Usted ataque todo el tema de la denuncia de corrupción, con el manejo de los hoteles y vaya a Fiscalía”. Y yo le di un balance público de la ayuda humanitaria.
¿Tú viste las pruebas?
Sí.
¿Son genuinas?
Lo va a decir es Fiscalía. Porque yo vi unas copias. Y yo quiero ser enfático en esto: yo no voy a defender nunca a nadie; pero yo soy abogado. Y a lo mejor por eso lo veo distinto a los demás. Yo soy abogado, yo fui secretario general del Centro de Estudiante de Derecho de la Universidad del Zulia; fui presidente de la Federación Nacional de Estudiante de Derecho de Venezuela. Yo fui el jefe de todos los centros de derecho del país. Así empecé mi carrera estudiantil, antes de entrar en Voluntad Popular.
Pero con mi formación de abogado yo lo veo bajo ese prisma. Y yo creo en el principio de la presunción de inocencia. Todos son inocentes, hasta que se demuestre lo contrario…
Pero…
En este caso, lo que yo vi —y capaz hay más—, es que se habla de un fulano informe de inteligencia donde hay unas pruebas contundentes. Al día de hoy yo no lo he tenido en la mano. Por razones obvias, por seguridad… Pero a mí nadie me lo ha mostrado. Lo que yo vi fueron unas copias de unas facturas. Entonces, yo no quiero ir a pedir en el hotel estas facturas.
¿Qué es lo que yo quiero —y estoy seguro de que así va a ser—? Que la Fiscalía general va a instruir a un fiscal anticorrupción, que este fiscal va a ir a Cúcuta, y va a oficiar con todo el peso de la ley.
¿Con quiénes se puede cotejar toda la información? Con la DIAN, los hoteles, el fisco colombiano… Entonces, ¿son fidedignas? Adelantar opinión ya es juzgar.
Porque aquí hay dos opciones: que tú vayas y el hotel te diga que todo esto está montado, que no fueron ellos; que la DIAN diga que todo es mentira. Y si todas las pruebas dan que son fidedignas, y eso acarrea una responsabilidad penal, que paguen. Pero, por otra parte, aunque mucha gente no lo quiera ver, hay un porcentaje de probabilidad de que la Fiscalía diga: “Esto es un montaje. Estas facturas no se corresponden. Nadie entregó esto… Esta muchacha recibió US $90 mil —voy a exagerar—y resulta que gastó US $120 mil; porque ha demostrado que gastó bien gastado 90 mil y que ella misma puso 30 mil más porque quería ayudar… Esto es 100% fake…”.
La Fiscalía tendrá que decidir si eso es inventado. Entonces, quien tiene que determinar la veracidad o no de las pruebas, es el fiscal. No Lester Toledo. No puedo adelantar opinión, si sí o no. Que la Fiscalía trabaje.
¿Qué piensas sobre el hecho de que compañeros de tu partido han desestimado completamente la idea de que existan pruebas auténticas?
No, no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con ninguno de los dos extremos. No estoy de acuerdo con acusar, enjuiciar o adelantar opiniones. Decir si son culpables, choros o delincuentes. Es gente que tiene hijos, que tiene familia, que lee todo eso… Y que eso no se borra. No estoy de acuerdo con eso. Con la masacre pública reputacional, mientras hay una investigación.
Pero tampoco estoy de acuerdo con la solidaridad automática. Que son unos santos, que no los pueden tocar, que eso es tocar a Guaidó o al partido… ¡No! No.
Yo critico al que saque el dedo inquisidor, diciendo culpable, desde el día uno; y critico al que diga que no hay nada, que están inventando. Porque elementos para presumir que puede haber un delito, los hay. Uno tiene que ser objetivo en esto.
Yo di una declaración, y el ochenta por ciento de esa declaración es: “Cárcel a los corruptos, cero impunidad, no me calo nada”. Y el otro veinte por ciento: “Bueno, pero hay que averiguar”. “¡Los estás encubriendo!”. ¡No! Si el ochenta por ciento de mi declaración es que hay que juzgarlos. Pero, bueno, cada quien se queda con lo que se quiera quedar.
¿Qué hacía ayer Zair Mundaray, fiscal de Luisa Ortega Díaz, en la entrega de las pruebas a la Fiscalía colombiana?
No lo conozco. En mi reunión te aseguro que no estaba. Yo me reuní con el embajador, para revisar los documentos. Yo hablé con el procurador de la República, José Ignacio Hernández. Estaba el embajador con el equipo de trabajo de la embajada de Venezuela. Y allí no estaba el señor.
Si, él apareció fue las imágenes que publicó el embajador cuando fue a entregarle las pruebas a Fiscalía.
Pero, ¿en calidad de qué?
No sé. Es lo que me gustaría saber.
Te lo tiene que responder la embajada.
Porque él es fiscal, un tipo muy eficiente, además, de la Fiscalía de Luisa Ortega Díaz.
No lo sé. Y, bueno, eso es fácil. Solo tienes que levantar el teléfono…
¿Quién es Osman Hutson y qué rol cumple en Cúcuta?
Él es una persona del equipo operativo que envió el presidente como jefe de inventario, o de logística, del galpón de Tienditas. Mi relación con él en ese momento era fluida, porque, claro, él era quien administraba el inventario de la carga. Todo se lo preguntaba a él, sobre los envíos de otros países.
La última vez que nos comunicamos fue hace dos semanas porque se estudió la posibilidad de sacar cosas del galpón. Él, Osman, es una persona clave en la operación porque él tiene claro cuáles fueron las cosas que llegaron, cuándo llegaron, y tiene la alerta de las fechas de vencimiento.
Entonces, hace dos semanas, cuando la presidencia de Colombia y Guaidó sacaron un comunicado, diciendo que parte de la comida se iba a empezar a donar, yo lo llamé.
Él es el que lleva todo el inventario.
¿Quién es Miguel Sabal y qué rol cumple en este proceso?
Yo lo conozco como hombre de ONGs. Miguel es un tipo que trabaja en Futuro Presente. Tiene un programa muy bonito, donde yo no estudié pero varios amigos sí estudiaron, que se llama Lidera. Lo conozco de ahí. Pero, políticamente, no…
¿No tiene ningún cargo en el Gobierno de Guaidó?
Que yo sepa, no. Ni en el partido tampoco. Y, ojo, es un tipo conocido en Caracas porque en este mundo nos conocemos todos. Pero, que yo sepa, no.
Leí que lo vinculan con Cúcuta, y con la operación del 23 de febrero; y, mira, debe ser que se disfrazó con un turbante todo el mes… Él nunca estuvo en Cúcuta. Nunca.
¿Con qué funcionario del Gobierno de Guaidó trabaja USAID?
Bueno, eso lo llevan los que llevan cooperación internacional en Caracas… Eso es un tema delicado, en el que yo ni me meto ni hablo mucho. Y no porque quiera ocultar algo sino porque tenemos que entender el contexto en el que se da la entrevista.
Es decir, con una Venezuela en dictadura, con una gente perseguida… Entonces, si yo dijera, que quien maneja la cooperación con el Gobierno gringo es Pedro o Juan, probablemente mañana perderían su libertad. Pero, no; eso es un equipo que trabaja en cooperación con la Asamblea Nacional y que funciona bajo el anonimato por razones obvias.
Claro, claro. Lester, tú fuiste el primero que salió, y esto no me incomodó en nada —porque, al final, yo tengo lo que me dieron las fuentes; y por eso yo decía que yo no tengo que ir a Cúcuta a ver, porque eso no me corresponde—, a decir que nada se perdió en los galpones. Tú decías en NTN24 que no se perdió más de la mitad, ¿tú me podrías asegurar, hoy, Lester, mirándome a los ojos, que no se ha perdido absolutamente nada en Cúcuta?
Yo te puedo asegurar la información que recibí, hace dos semanas cuando pedí este informe: “La cantidad de carga, de ayuda humanitaria que había cuando usted se fue hace cuatro meses, y hoy, es exactamente la misma”.
Me dijeron que tenían una alerta porque hay comida que pudiera tener el riesgo de dañarse. “Vamos a anunciar, que la vamos a regalar a instituciones que benefician a los venezolanos… ¿Cuál es tu opinión?”. Dije que claro. Eso lo hicimos en Brasil. Eso se donó, sin el mayor ruido.
Han estado sacando la comida, de a poco. Entonces por eso es que yo aseguro que no pudo haberse dañado nada. Porque allá me han estado advirtiendo que lo que se puede dañar lo están sacando.
¿Tú eres el autorizado para mover lo que hay allí?
No, no.
¿Y por qué te preguntan a ti?
Bueno, en aquel momento me pidieron mi opinión en Brasil. En este caso, más que hacerlo formalmente yo creo que es un tema de respeto. “Si tú montaste esta operación, si tú hablaste con los países; aunque en este momento estés en Estados Unidos, ¿cuál es tu opinión sobre esto?”. Yo no firmé nada, no me dijeron que yo era el que daba el go. Simplemente me pidieron mi opinión.
Hay un espacio, aquí en Bogotá, que se llama PMU —Puesto de Mando Unificado—. Ese PMU se reúne acá, y hay autoridades del Gobierno de Estados Unidos, del Gobierno de Colombia y del Gobierno nuestro. Según tengo entendido, y no quiero ser impreciso, pero la información que tengo es que quienes iban a esos PMU en representación nuestra eran José Manuel Olivares y Gaby Arellano. Ellos representaban a la nación ahí —¡nada que ver con militares, ni con recursos ni con nada, ojo!—.
Ellos iban ahí, a discusiones políticas, y entiendo que en ese PMU se puso este tema en la mesa. “Mira, tenemos que coordinar para hacer unas donaciones”. Había que poner de acuerdo a Estados Unidos, Colombia y Venezuela. Y de esas conversaciones del PMU fue que me pidieron mi opinión. Tuvieron ese respeto conmigo. “Hay partes de las cosas que se pueden dañar, las vamos a donar, ¿tú qué opinas?”. Yo les dije que las sacaran.
Yo creo en el informe. Yo creo en la palabra de Osman. Y por eso te invité a ti, vamos para allá, hacemos la entrevista; y vemos… O sea, tú te ibas a enterar de lo mismo que yo. Porque yo no voy a Cúcuta desde hace meses. Yo lo que estoy pidiendo es que nos entreguen un inventario. “Esto fue lo que entró, el 23 de febrero, de estos países, y esto es lo que hay”. Ellos dicen que lo mismo. Pues yo lo tengo que ver. Aunque creo en lo que me dicen y, nuevamente, inocentes hasta que se demuestra lo contrario.
¿Por qué borraste el tuit en el que decías que no se había perdido más del 60% de la comida?
Eso es un rollo tecnológico y no político.
Tanto te puedo demostrar, que no fue con intención —en el medio del rollo se borró el mensaje—; que automáticamente lo que hice fue poner uno más duro.
Para que quedara claro que, como dicen popularmente, no fue que eché para atrás. No, no. Fue un error involuntario, digamos. Se nos borró este mensaje, vamos a ratificar la denuncia de que eso es mentira. Y, se borró uno, pero en esa misma tónica y en esa misma línea, puse quince más. Y di unas declaraciones en vivo después; Y lo ratifiqué en la rueda de prensa. Y lo ratifiqué hoy.
¿Tú estás seguro, entonces? ¿No se ha perdido nada? Medicinas que están resguardadas, a temperatura ambiente —porque hablé con gente del Ministerio de Salud—… Porque el galpón, y yo estuve ahí, solo tiene tres cubículos con aire que son los correspondientes a cada delegación. De resto es temperatura ambiente. Son cuarenta grados centígrados.
Bueno, allá hay una gente que maneja eso con pericia; que tiene más experiencia logística que yo, y me dice que eso está perfecto.
¿Cómo matamos eso? ¡Vamos a revisar la carga! Transparencia, hermano.
De acuerdo. Y, al final, a ver… No hay nada que yo quiera más que mis fuentes hayan estado equivocadas. Que eso efectivamente esté ahí en buen estado. Me parece inhumano, cruel, pensar que eso haya pasado mientras hay gente que muere de hambre.
Mira, lo más cruel de esto —y perdón que meta el tema porque no me lo has preguntado—; pero aquí hay que destacar que el origen de la coalición, y la ayuda humanitaria, porque todo esto que hablamos al final es una consecuencia de una crisis humanitaria sin precedentes que creó la dictadura.
De acuerdo.
Entonces, yo no huyo la discusión. Pero lo que creo que no tienen razón algunos venezolanos es distraer el foco de donde es. Aquí hay un problema que generó Maduro. Que se robaron más de US $500 mil millones; que no surten los hospitales; que es un indolente, que negó la crisis durante años para que no pudiéramos tener cooperación internacional; que el día que la tuvimos bloqueó y nos cayó a plomo en la frontera. Ese es el responsable de que casi 19 millones de personas no tengan acceso al diagnóstico en primera instancia, como dice CODEVIDA. Ese es el foco.
Aquí estamos discutiendo la ayuda humanitaria porque hay una crisis que creó Maduro. Y eso hay que recordarlo todos los días. Entonces, a mí también me duele que eso esté allí. Yo quiero que eso esté en Venezuela, en manos de los venezolanos. Pero la irresponsabilidad de tener una comida allí, mientras hay gente que la necesita en el país, es de la dictadura, hermano. No es de Juan Guaidó ni de nosotros. Yo quiero que pase. Yo expuse mi vida y la de mi equipo ese día para tratar de que llegara.
A mí me gustaría que se hablara más de los venezolanos en Miami, que dejan de comer, que hacen Uber, y dejan unos realitos para ir a comprar harina PAN y la donan. De los venezolanos en North Caroline, que hacen horas extras para ir a donar. De los hospitales que han dado sillas de rueda, que han dado camillas; de quienes arriesgan su trabajo y sus vidas para salvar las de otros. De esos héroes anónimos.
Ese esfuerzo gigantesco nosotros no podemos mancharlo porque hay un caso de corrupción puntual.
La gente se lo toma mal, porque yo usé la palabra cuentos. Porque he dicho que son dos historias distintas. Eso es lo que quiero decir. “Porque un cuento es esto, otro cuento es este”. Y me han dicho que lo estoy demeritando.
Si, pareciera que trataras de minimizar el caso.
Que no es el caso. Lo que yo sí quiero es separar. Eso lo dije al principio: peras con manzanas. Y perdón que me extienda en esto. Vamos a discutir toda la tarde si quieres; de lo que está en el galpón. Una tonelada más, que si la pastillita, que si la temperatura… Claro que es importante. La gente tiene derecho a saber. Yo estoy de acuerdo con eso. Pero no olvidemos nunca el foco: que esto está allí y que cada día que pasa tenemos más riesgo de que eso no pueda ser útil porque el dictador Nicolás Maduro, que no le importa la gente, que es un miserable, bloqueó la frontera y no dejó que ayudemos a la gente.
Esa comida no está a allí por la coalición, no está allí por los diputados, ni siquiera está allí por estos dos señores, o por Osman… ¡Todo el mundo quisiera resolver esto! Yo imagino que esto ha sido un dolor de cabeza para el Gobierno de Colombia. Todos quisieran que eso esté allá. Y el único responsable de que no esté es Nicolás Maduro. Más nadie.
Volviendo al caso que al final es el que nos importa, que es el de Rossana Barrera y Kevin Rojas: ellos manejaron fondos. Ellos tenían la responsabilidad de pagar los hoteles. No lo hicieron. Y allí están las pruebas. Los militares aparecieron porque los iban a desalojar. Alguien les daba plata y ellos no pagaban.
Es que no sé si es tan así.
Y, nuevamente, no me quiero hacer el loco. Pero a mí me gusta opinar sobre los temas que manejo. Sobre las cosas que conozco.
Yo no entiendo bien. ¿El foco de la denuncia es porque se presume que malversaron parte del dinero pero sí pagaron algunas cosas o es que no pagaron nada? Te hago la pregunta porque no sé. O sea, ¿lo que dicen los hoteles es que no pagaron nada?
Iban a desalojar a los militares en uno de los hoteles que le correspondía al Gobierno venezolano.
Aquí lo que habría que probar es que para pagar ese hotel esta gente recibió plata.
Es que esto es muy claro y por eso el derecho es muy bello. Eso es dos más dos. Caso A: no se pagó el Ácora. Bueno, si alguien hizo una donación para pagar el Ácora, y no se pagó, entonces ya está.
El derecho es muy exacto.
Pero el Gobierno de Guaidó tenía la responsabilidad de cubrir hoteles, ¿no?
Mmmm, responsabilidad en términos relativos. Y, según —y esto lo digo políticamente hablando—, la versión que yo tengo es que los fondos por convenios militares iban directo a instituciones como ACNUR. Entonces ellos pagaban directo. Fue una bola de nieve.
Que si salieron 100 militares —especulo—, una institución dice que los asume. Que si salieron 150 más, esta institución dice que los asume. Y lo que entiendo es que esa cobertura llegó a un techo. Y llegó un momento en el que ACNUR y las instituciones dijeron que cubren hasta tantos militares. Y, claro, es lo más lógico. Tú te planificas en torno a un presupuesto. Entonces le dijeron al Gobierno interino: “Yo cubro hasta tantos militares. De ahí pa’ lante yo no me hago responsable”. Y, aparentemente, salieron como 150 más del tope. Alguien tenía que hacer algo y el presidente dijo: “Son venezolanos en pleno derecho, son militares que nos acompañaron, hay que buscar ayuda privada, donaciones y fondos para resolver esto”.
Ciertamente, como dice tu investigación, correctamente, se designó a estos dos compañeros, estas dos personas, para recibir esas donaciones privadas que iba a proveer el Gobierno interino, y cubrir la diferencia de 100 o ciento y algo militares, que no cubría el fondo de ACNUR.
Entonces, ¿recibieron recursos para eso? Si, el presidente lo ha admitido. Quien tiene que rendir cuentas de los recursos que recibió, y cómo los gastó o no, son ellos dos. Y como pareciera que hay disparidad entre lo que ellos recibieron y lo que se pagó, es que se construyó este caso. Nosotros lo que queremos en Fiscalía es que nos digan si esta gente recibió dinero y cuánto. Cómo lo gastó y si pagó o no pagó.
Si pagó todo bien y se esclarece el caso, acá hay un poco de gente que debe disculpas. Y si, por lo contrario, hay pruebas claras de irregularidades en el manejo, bueno, esas dos personas terminarán en la cárcel.
Entonces hay dos hechos claros acá…
Que ellos fueron designados y que recibieron recursos…
Para pagar esto… No, pero hay un tercer hecho, en ese caso: que es que iban a desalojar a los militares. O sea, hay un hotel que alguien debía pagar y no lo hizo.
Claro, pero probablemente, una hipótesis que se me viene a la cabeza, es que no les alcanzó la plata. Es una hipótesis que se me ocurre.
Yo no sé si el argumento de ellos es, “no me alcanzó la plata que me dieron”; o “si me la dieron para eso y me la gasté en otra cosa”, lo que sería grave.
Los anónimos de la plata
Son las 5:43 de la tarde. Estamos en el lobby del hotel, que se empieza a oscurecer y, casi como consecuencia del atardecer, empieza a llenarse de gente. Ya Lester Toledo se bebió toda el agua. Habla rápido —es maracucho—. Agitado, sube la pierna y la pone en el piso. Los gestos son bruscos, pero no hostiles
Por el ruido no queda sino elevar la voz. El tema es espinoso. Ya dejamos atrás a la plata y ahora hablamos de los anónimos que la dan.
¿Quién daba instrucciones para girar este dinero a Rossana Barrera?
No tengo ni idea.
¿No sabes?
De verdad. Porque, te repito: es como si estuviéramos en un Gobierno normal —que no estamos—; y yo soy el ministro de Alimentación. Y tú eres el de Educación y el otro de Cultura. Son tres carteras distintas, con tres presupuestos distintos.
Entonces, yo te puedo responder como ministro de Educación, por las escuelas; por los programas educativos. Por los niños, las universidades.
Yo estoy designado para atender la Ayuda Humanitaria, la coalición. Son países, ONGs y la diáspora. ¿Cómo se maneja la otra cartera, el otro proyecto? ¿Quién le deposita a quién? ¿Quién aprueba, quién firma? Yo no formo parte de eso.
Lo que quiero es que la Fiscalía investigue. Y por eso no acuso de una vez. Porque no sé. ¿Son ladrones o no? ¡No sé!
Se supone que ellos reportaban a Caracas los gastos, y de Caracas le bajaban los fondos.
Si, si. Esa fue una comisión que el presidente reconoció desde el primero. Que fue una comisión que él designó. Un equipo operativo que designó para manejar ese tema. En el medio no tienen jefes. Ellos no me reportan a mí.
Probablemente si yo le hubiera preguntado a Rossana o a Kevin: “¿Qué hiciste con la plata de tal pago?”. La respuesta, con todo respeto, iba a ser: “Eso no es tu problema”. Porque ellos no me preguntan a mí quién da toneladas o cómo se envían.
Ellos no tenían jefe intermedio. Eso es importante decirlo. Ellos no le reportaban a los diputados. No le reportaban a la embajada. No me reportaban a mí. Ellos le reportaban a Caracas.
De Caracas le dieron. Y Guaidó lo dijo: “Sí le mandamos recursos”. En Caracas saben que sí les dieron. Ellos tienes la carga de la prueba de demostrar cómo los gastaron. Entonces esa comunicación bidireccional es entre Caracas y la comisión especial de apoyo a los militares.
Los que estamos a los costados no interferimos en esa relación.
¿De dónde proviene este dinero?
Otra vez: recursos privados.
Te digo lo que ha señalado el presidente: recursos privados de gente que quería ayudar para esto.
Es un tema sensible. Porque si tú me preguntas a mí: “¿Hay donantes venezolanos que quieren ayudar y han hecho donaciones?”, sí. Hasta para la ayuda humanitaria.
Me voy a meter en un charco que no me estás preguntando. Hay gente que, para la ayuda humanitaria, ha dicho: “Yo quiero hacer un aporte, ¿qué hago?”. Yo les he dicho: “Si usted quiere ayudar, tiene dos vías para hacerlo. La primera: un fondo en la OEA, a través de una donación pública”. Muchos venezolanos me dicen que eso es imposible porque no quieren que sea pública. O les digo, la segunda: “Denle dinero a las ONGs. Que a usted le conviene”. Porque las ONGs con las que nosotros trabajamos, en Estados Unidos, tienen un código que se llama 501C3, que es que si tú le das una donación, ellas te dan un registro y tú con eso, cuando vas a pagar taxes, te los descuentan porque donaste para una causa de caridad.
En Miami hay una ONG que se llama «El programa de ayuda humanitaria para Venezuela», que lo dirige Marisol Dieguez —una tipa increíble, honesta y recta, super reconocida allá—. Hay gente que les ha querido dar donaciones. Y, te voy a dar un ejemplo: Carlos Carrasco, el grandeliga, me dijo: “Yo quiero donar, ¿cómo hago? Quiero dar US $15 mil”. Yo lo puse en contacto con la fundación.
Yo nunca quise registrar a la coalición. No es una fundación, no es nada. Yo no voy a competir con las ONGs, creando una más. Yo voy a redireccionar con los que hay.
Yo me reuní en Houston con José Altuve. Él me dijo que quería dar una donación grande: US $500 mil. Quinientos-mil. Y lo puedo decir porque para él esto no es problema. Él me dijo que quería donar comida y le respondí que quien tenía la mejor red de distribución de comida en el país era Polar. “Hablemos con Lorenzo”. Y él donó a la Fundación Polar.
Al menos en mi caso funciona así. Pero, si hay un privado que dice: “Yo quiero dar US $1000 para los envíos, ¿cómo hago?”. Yo le digo: “Dáselos a la ONGs”. “Pero, epa, yo tengo a mi familia, mis empresas en Venezuela”… Ahora, ¿por qué te trato de explicar esta lógica de los recursos privados, que dice el presidente? Si un venezolano dice: “Yo quiero ayudar a atender a los militares en Cúcuta, pero en dictadura esto no puede conocerse porque me van a meter preso”…
El presidente está en una posición muy incómoda. Debe rendir cuentas, pero si saca toda una lista de donantes puede perder un poco de gente. Te pongo este ejemplo porque en dictadura es complicado. Ahora, quien sí sabe cuánto dio y a quiénes es el Gobierno. Por eso el Gobierno de forma tan vehemente va con esta investigación. Yo imagino que al presidente le costó Dios y su ayuda lograr obtener recursos privados para dárselos a estos compañeros, y no lo va a perder.
Nosotros hemos procurador resguardar los activos y recursos públicos y de esto se habla poco. La política internacional del presidente ha sido la del resguardo de los activos. Todo el dinero en efectivo, que es público, ha sido represado. “Yo no quiero tocar ni un dólar de la nación”. Y eso ha sido muy respetable. Porque, ¡claro que pudiera tocar CITGO, claro que pudiera pedirle plata al BID, etcétera! Y no lo ha hecho. Decide irse por la vía privada.
Y si donantes, con buenas intenciones, que se ponen la mano en el corazón y te dan una donación… Y explota una investigación de que eso que tú le donaste una vez a estos dos señores, para atender a los militares, no se pagó, te puedes imaginar cómo están.
Él va con esto a fuego porque eso es recurso privado.
Voluntad Popular como partido publicó un comunicado diciendo que ellos no habían recibido fondos de países ni ONGs sino de privados. Hablan como partido. ¿Esos fondos han sido para el partido o para el Gobierno?
Yo no manejo los fondos del partido.
Y, yo no lo leí, te confieso que no me lo sé al detalle, pero creo que lo que entendí fue que se habla de que el recurso que se les dio a estos señores era privado y no de ninguna institución pública. Creo que se refería a ellos dos.
Creo que el espíritu de toda la comunicación ha sido: ¿se les dio dinero a ellos? Sí. Pero dinero de privados. No a Voluntad Popular sino a esta delegación.
Si ha habido donaciones de privados, ¿han sido al Gobierno de Guaidó?
El Gobierno de Guaidó las canalizó, sí.
Y, siendo Gobierno, ¿cómo tú evitas que yo sospeche que alguna de esas donaciones haya sido de, por ejemplo, Raúl Gorrín? Es una inquietud que tiene la gente. Tienen que saber quiénes son los privados.
Si, bueno… Pero, como dicen los gringos in the other hand tienes… Porque es que tú me estás hablando de un venezolano malo, a quien yo no le he recibido ni un dólar nunca.
Está ese venezolano malo, a quien yo nunca le he recibido un dólar. Pero está el venezolano bueno, que si lo expones lo revientas en Venezuela.
Por eso te digo, es una situación muy complicada. Porque es la transparencia, que es muy importante, versus la privacidad de…
¿Hay que mantener cierta opacidad?
No, no, no… Hay unos fondos privados, y esas son explicaciones que tienen que dar los que manejan estos recursos. Esos son recursos manejados por estos dos señores. Alguien en Caracas les dio instrucciones para que los manejaran. Tienen que responder.
Yo te acabo, sin que me preguntes, de hablar de tres casos (el de Carrasco, el de Altuve, tal…). Yo hago mis reportes a Caracas.
¿Quién da la plata en Caracas y cómo Caracas se la manda a estos tipos y cómo estos tipos la gastaron? Ellos tienen que aclarar. Por eso celebro que esté en Fiscalía. Porque estas preguntas que tú y yo tenemos, que no tengo las respuesta porque no soy quien maneja esa parte de la operación, Fiscalía también las hará. Y una vez que tú impulsas un proceso público, van a tener que responder las autoridades de aquí. Entonces tendrá que salir todo.
Pero, Lester, ustedes son Gobierno. Y yo creo que, en parte, el hecho de ir asumiendo poder, de ir captándolo, implica también ir asumiendo las responsabilidades inherentes a ser Gobierno. Ahora deben ser escrutados y deben rendir cuenta. Serán auditados y tienen el peso de la prensa encima, viendo cada movimiento que hacen. Entonces, yo entiendo que…
¡Eso sin dejar de reconocer las circunstancias en las que somos Gobierno! Porque somos un Gobierno donde el CICPC, el SEBIN, las cárceles, el poder judicial, en teoría los manejan otros… Digo, podemos mentirnos, pues… Pero las capacidades de ejecución, judicialización, no las manejamos nosotros.
Yo quisiera, y yo te hablé de Altuve y Carrasco porque no les importa, pero yo quisiera poder postear y hacer una estatua, y colgarle una medalla como venezolanos ejemplares, a todo el que ha donado en algún momento para algo. Pero sé que esa felicitación se las tendré que dar en democracia. Y que el mundo sea el que los aplauda.
Y yo lo sé, sí. Somos un Gobierno que tiene unas consecuencias y unas capacidades. ¡Por eso yo estoy acá! ¿Por qué un periodista me a va a escudriñar nada? ¡Bueno, porque tenemos una responsabilidad pública! Yo lo asumo. Pero, sin dejar de reconocer la circunstancia en la que está este Gobierno interino.
Es decir, que bajo estas circunstancias de alguna manera es concebible que haya cierta opacidad en el manejo de los fondos.
No, no. Yo no creo en opacidad, tiene que haber transparencia.
Pero transparencia significa saber cada una de las donaciones, para qué fueron, quiénes las hicieron, cómo se hicieron, quiénes las aprobaron, en qué cuenta cayeron…
Hay una investigación y yo me imagino que saldrá. Yo estoy convencido de que el presidente Guaidó no tiene nada que ver con esto. Que es el primero que está impulsando una investigación. Entonces, bueno, si había alguna duda de los recursos o qué cantidad, cuándo se mandaron, cómo son los mecanismos, quién los recibió, cómo se gastaron, yo creo que esta investigación nos fortalece.
¿Ustedes llevan un registro de todas las donaciones?
Quien las recibe tiene que tenerlo. Nuevamente: de las donaciones destinadas a la ayuda humanitaria, sí.
¿Por qué el Gobierno de Guaidó se dispone a nombrar un contralor, esto se debate en el Parlamento, se aparta a esta gente de su cargo, una vez que estalla el escándalo? ¿Por qué no antes?
Lo del contralor, y esto sí tengo que decirlo porque es información que me consta, no es verdad que se tomó post esta investigación. Lo del contralor tiene semanas en discusión. Y ese caso sí lo puedo defender porque sí me consta. Así como te digo que no sé algunas cosas, de este sí sé —porque, bueno, como partido, yo soy parte de la dirección de VP, y obviamente participo en las discusiones—.
Y el nombramiento de un contralor sí es una necesidad para la nación desde hace semanas.
¿Y por qué se ha postergado tanto?
Bueno, ellos tienen una dinámica parlamentaria.
Tú me pides a mí una crítica y yo te digo: aquí tuvo que haber sido prioridad la aprobación del TIAR. ¡Hace rato! Pero, bueno, eso es muy subjetivo. Tú tienes tus prioridades y yo tengo las mías.
Los temas que han sido prioridad para la agenda de la Asamblea, en las últimas semanas, yo pienso que el TIAR y la aprobación de ese tratado es top priority. Y no se ha aprobado. ¡Aprueben eso ya! Yo creo que eso sí es prioridad. Porque te abre las puertas a que haya una salida a este desastre.
Para mí eso es prioridad. Para ti: haber nombrado el contralor. Para la Asamblea, pues ha habido otro montón de rollos encima que han tenido que resolver.
Bueno, se nombró un embajador en Hungría y no se nombró un contralor.
Hmm, bueno, para nombrar un contralor necesitas, entre otras cosas, gente que esté dispuesta para ese cargo. Sabiendo que en Venezuela no puede vivir más. Entonces, no es tan fácil. No es poca cosa.
¿Y no te parece una irresponsabilidad…?
Yo creo que la selección tiene que ser muy precisa.
¿Y no te parece una irresponsabilidad que el Gobierno de Guaidó venga manejando dineros, fondos, desde el día uno, por más de tres meses, y no se haya designado un contralor?
No me parece una irresponsabilidad. Otra vez: me parece que es un tema de prioridades. La Asamblea tiene un mecanismo de control interno. Tiene una junta directiva, una comisión de finanzas.
Ayúdame a aclarar algo, Lester: el día que estalló este caso, el viernes, hubo un intercambio público, en Twitter, de mensajes entre el presidente Juan Guaidó y el embajador Calderón Berti. La dinámica fue esta: el presidente Guaidó ordenó a Calderón Berti iniciar una investigación y el embajador respondió: “Sí, presidente. Llevamos dos meses en esto”. ¿Qué pasó ahí?
A ver, lo que yo entiendo es que el embajador hace semanas informó al Gobierno: “Recibí información de irregularidades”. Y el presidente les respondió —aclaro que esto no va a ser textual porque yo no estaba en la llamada; pero el espíritu de la llamada fue—: “Bueno, si usted tiene duda sobre estas personas: I) vamos a apartarlas; que ya no tengan esa responsabilidad; II) vamos a llamar a esas personas y a pedirles que vayan ante la embajada y rindan cuenta; III) levante un informe, y una auditoría, y entréguemelo para tomar decisiones”.
¿Sabes cuándo estuvo listo el informe? El sábado 15. Entonces el presidente no tenía el informe en la mano a la hora que salió tu artículo. Esa es la verdad.
Yo no estoy culpando al embajador de nada, estoy diciendo que ha sido mala suerte. Que la auditoría que hizo terminó el sábado… Para alguien sería fácil decir: “Qué conveniente. Que el informe final salió el día después de que esto se hizo público”. Bueno, la embajada tendrá su respuesta.
Pero en nombre del presidente te digo: hasta el sábado él no lo tenía. Y yo me lo pregunté en su momento: si esto se sabía, ¿por qué nosotros no explotamos esto antes? Y la respuesta fue: “Estaba esperando el informe”.
¿Iban a hacer esto público el sábado?
Yo no sé cuándo. Pero la auditoría que él pidió para tener en la mano algo concreto le llegó al presidente el sábado 15.
El presidente sí tenía información. Tomó acciones al respecto. Separó a los tipos. Los obligó a rendir cuenta. Mandó a hacer un informe y estaba esperando los resultados del informe…
¿Para hacerlo público?
Bueno, qué iba a hacer el presidente con eso lo sabe es él. Yo no lo sé, Orlando.
Pero él sí pidió el informe hace semanas y le llegó después de lo tuyo.
¿Tú no estabas enterado de nada de esto?
No, no. Te lo juro por Dios. Me enteré el viernes cuando leí lo que leí.
“¡Hay un escándalo!”. Yo leo el titular. Yo abro tu artículo. Lo leo. ¿Tú sabes dónde estaba yo? Recibiendo a Lilian Tintori, que llegó a Miami esa noche. Estaba en el aeropuerto esperándola y estaba yo con el teléfono leyendo la cosa.
Entonces yo leo el artículo y, al final, como en el penúltimo párrafo hablas de lo de la comida perdida… Ahí es cuando yo pongo el tuit sobre el tuyo. Y es mi pronunciamiento sobre los temas. Yo digo: I) falso; no se pudrió el 60% de la comida; II) si esto es verdad, que se investigue y paguen los responsables. Estos panas tienen que aclarar.
Hay gente que me pudiera criticar que reaccioné primero que los funcionarios oficiales a los que les tocaba. Porque yo me enteré y naturalmente reaccioné. Esa es la mejor prueba de que yo no tenía ni idea.
Yo me enteré y, ojo, yo no critico al embajador Calderón ni al presidente Guaidó de que no me informaran. Mi actitud no fue de reclamo. Yo no los critico porque ellos no tenían porqué informarme a mí. Yo estoy en Estados Unidos, con el embajador Vecchio, yo no soy quién para que me reporten si había una investigación en curso.
De hecho, en estos cuatro meses que te comenté yo solo vine un día, que fue el día de Pompeo. Y ese día me vi con el embajador en Cúcuta. Nos saludamos y nadie me dijo nada. Y resulta que había ruido, que si ya se sabía… Pero a mí nadie me comentó nada de Cúcuta hasta que leí tu artículo.
¿Y a ti te parece coincidencia que todo se haya acelerado a partir de la publicación del artículo?
¿Qué es todo?
Bueno, que la auditoría haya terminado, que esto vaya a Fiscalía, que Guaidó haya reaccionado…
Probablemente lo que ocurrió fue…
Esto tiene dos meses.
Si, si; pero, todo parte del informe.
Probablemente lo que se adelantó fue la serie de acciones y el plan de vuelo que venía una vez recibido el informe.
Entonces a lo mejor todo esto hubiese pasado igualito el domingo. El lunes, el martes. De una vez el sábado.
Se hace público por tu artículo, llega el fulano informe el sábado, y a partir de ahí el presidente toma decisiones.
Nunca vamos a saber porque es jugar a la especulación. Nunca vamos a saber qué hubiese pasado si no sale el artículo… Qué hubiese pasado si el informe sale el miércoles… A lo mejor el informe hubiera salido el miércoles y mata tu artículo. Hubiera salido el presidente a decir que recibió esto, a apartar a estos y pasa exactamente lo mismo. Por el informe, no por tu artículo.
Entonces a mí no me parece casual. A mí lo que me parece es que cabalgaron dos procesos. Un informe que se estaba construyendo, que llegó el quince. Y una investigación, que no sé hace cuánto tú la venías llevando —eso es información confidencial—….
Tres semanas.
Una investigación que salió el catorce…
Coincidieron. Entonces, empezar con el what if… Yo estoy seguro que la reacción del presidente sí hubiese sido la misma con o sin artículo.
Frustración entre amigos
Lester Toledo fue tajante. Para él la publicación del trabajo sobre Cúcuta no interfirió, ni provocó, la respuesta que dio el presidente Juan Guaidó ante las investigaciones. Guaidó iba, independientemente de si se hacía pública la información, a ser tan severo como hasta ahora lo ha sido.
Pero, al margen de esto, así se haya hecho público, existe una realidad que es imposible de eludir. El Gobierno colombiano llevaba semanas siguiendo la opacidad de Cúcuta. Estaba al tanto y, también, le incomodaba. Toledo podrá decir lo que quiera, pero cualquiera cercano a la presidencia de Iván Duque podrá dar fe de la frustración de Nariño con Caracas.
Ya la entrevista está por acabar. No entra luz solar al lobby y el ruido de la gente es insoportable. Le acerco el teléfono a Lester Toledo y le pregunto sobre sus valores, lo que perciben los aliados y su posición ante temas pesados. Lo conmueve algo en particular, hasta el punto de lagrimear: hablar del contraste entre la situación de sus hijas y la de los niños en toda Venezuela.
Aquí hay un tema fundamental, que es el de los aliados. Todo esta información sale de inteligencia colombiana…
Ehmm, eso, y no quiero poner en duda tu trabajo, pero eso lo dices tú.
Yo no tengo ninguna prueba, ni nada, de que exista un informe de inteligencia colombiana. Ahora, si tú aseguras que esto es de inteligencia colombiana, es porque es tu fuente. Pero yo no puedo cabalgar sobre esa información. Y el presidente tampoco.
Y esto te lo puedo confesar, aunque creo que es público: el presidente Guaidó mandó una carta al presidente Duque. Yo te la puedo dar. Y en esa carta él lo saluda y le solicita respetuosamente algunas cosas. Y una de las peticiones es, “se ha dicho por un comunicado de nuestra embajada, y de lo que salió a la luz pública, que existe un informe de inteligencia y de que las autoridades de Colombia venían haciendo una investigación; por favor, yo quiero copia de ese informe”.
El informe físico, como tal, hasta donde yo sé, no existe. El embajador Calderón Berti recibió “informaciones”, y esa es la palabra que utiliza. “Recibí informaciones”… Si él recibió “algunas informaciones”, tienen que estar soportadas en algún informe. Entonces nosotros queremos ir a la base de todo.
El presidente Guaidó le está pidiendo al presidente Duque ese informe. La embajada no tiene ese informe. Y yo se los pedí ayer. Me dijeron que habían recibido informaciones y datos, pero no un informe. Entonces, si existe, porque si te llegó a ti por un lado y le llegó al embajador por otro, pues el presidente quiere verlo. Al día de hoy eso es como Jesucristo…
¿Pones en duda que el embajador haya recibido información de inteligencia colombiana?
No, no, no. No. Para nada. No estoy dudando para nada del embajador.
Yo estoy diciendo que tiene que haber un informe físico, formal, que soporte la investigación que él recibió. Yo no tengo porqué dudar de él. Pero ese informe él no lo tiene.
¿Y si no lo tiene, qué puede ser? ¿Mintió?
No. Bueno, él no. Él recibió unas informaciones de inteligencia. Los funcionarios de inteligencia… Mira, caeríamos en un caso —y está interesante— de responsabilidad nacional.
¿Cómo es que un funcionario de Colombia va a una institución tan delicada como una embajada y manifiesta tener una información? Si yo requiero tener el origen de esa información, y no existe, pues ya es un tema de inteligencia colombiana que tendría que aclarar.
Por eso yo celebro la Fiscalía. Porque eso también va a tener que salir. ¿Cuál es el origen de la fuente? A ti nadie te puede obligar, Orlando. Tú, por tu ética periodística, dices: “Yo no tengo por qué revelar mis fuentes, punto”.
¿Quién más crees que colaboró con el trabajo?
¿Contigo? No, no lo sé. No tengo ni idea.
Otra vez: yo creo en la inocencia de las palabras de las personas hasta que se demuestre lo contrario. Tú dices que inteligencia colombiana te ayudó, yo no tengo porqué dudar de eso.
Pero, yo no estoy aquí para hacer preguntas. Sin embargo, si me puedo tomar esa licencia, te preguntaría: ¿a ti te dieron un informe, formal, escrito, hecho por inteligencia?
No. Un informe, no.
Bueno, eso tampoco ocurrió en la embajada.
Pero esa información —porque una cosa es un informe y otra es información, ¿no?—… Esa información que te llegó a ti, y que también le llegó al embajador, tiene que estar sustentada en una investigación. Un informe que levante inteligencia.
Una vez que esto se hace público, con la investigación de Fiscalía, debe aparecer ese informe. Y el presidente lo quiere. Y el país tiene derecho a saber. El país tiene derecho a saber si en ese informe no aparece vinculado nadie, o está vinculada una persona o dos. O diez.
Entonces, cuando nosotros decimos que ahora vamos con todo, es porque queremos que la investigación llegue hasta las últimas consecuencias. Y todo el que haya malversado, una persona o dos o más, queremos que se sepa todo. Y que se publique todo. Que revisen todo. A ver qué aparece.
Yo a esa investigación le veo dos consecuencias: I) hay unos responsables que se robaron un dinero. Esa gente tiene que pagar. II) La investigación, y yo no quiero pensar, eso, pero la investigación puede decir que esas pruebas y fuentes son chimbas, que las facturas no existen, que todo es legal… Entonces son otras las personas que tendrán que dar explicaciones.
Bueno, suena interesante dejar que la Fiscalía actúe.
¿Tú estás al tanto de la frustración del Gobierno colombiano con el Gobierno de Guaidó?
Define frustración. Porque yo lo que veo es un aliado…
Un aliado frustrado. Decepcionado.
Perdón, pero eso es una apreciación muy subjetiva.
¿Cómo se enteró el Gobierno de Duque de los diálogos en Noruega?
Yo saludé personalmente al presidente Duque en la toma de posesión de Nayib Bukele. En ese evento asistió el presidente Duque. Y el último recuerdo que tengo de él, cuando nos cruzamos, fue un saludo con mucho cariño. Muy efusivo. Con muestras de apoyo…
¿No te reclamó nada?
¡No! No. Fue un saludo. No fue una conversación como esta que tenemos tú y yo.
Nos cruzamos en un hotel y nos saludamos y ya. Yo le tengo mucho cariño, creo que es un buen tipo. Yo siento que esa relación no se ha enfriado. Yo siento que todo va bien.
Ahora, ¿cómo se portan ellos como aliados? Y yo tengo que juzgar por los hechos: le pedimos apoyos a la Fiscalía y nos recibió el mismo fiscal general.
Le pedimos apoyo al Grupo de Lima y uno de los más contundentes en las posiciones es el canciller Holmes. Cada vez que pedimos algún apoyo institucional, el respaldo ha sido total.
Yo juzgo al Gobierno de Colombia frente a nuestro Gobierno interino por los hechos. Y los hechos son muestras de solidaridad, de apoyo y de cariño. Creo que es uno de nuestros principales aliados.
¿Cómo se enteró el Gobierno de Colombia de los diálogos en Noruega?
No lo sé. Porque eso es diplomacia internacional. No sé si fue a través de Francisco Sucre…
¿Y a través de los medios?
A través de los medios se enteró mucha gente. ¿Cómo se enteraron los colombianos? No lo sé.
Te podrás imaginar lo delicado que es el contenido de esas informaciones —y lo digo con humildad—, que a ese nivel de acceso no estoy. Yo no estoy en el primer anillo de presidencia o del despacho del presidente para manejar ese tema.
Te puedo decir cómo me enteré yo: yo sí me enteré por los medios.
¿No te incomodó?
No, bueno… Todo parte de la confianza.
Yo estoy en el exilio. Y eso me pone en una situación particular. Que yo desde afuera no puedo hacer otra cosa distinta que apoyar los esfuerzos de quienes están poniendo el pellejo adentro. Yo tengo dos niñas, y yo lo tengo que decir casi que con vergüenza, en estos dos años a ellas no les ha faltado nada. Y yo veo a mis hijas comer, veo a mis hijas con la leche, y veo las imágenes en Venezuela, hermano, ehm… Perdón, pero es un tema que a mí…
Yo el tema de la ayuda humanitaria te lo digo —y no para quedar bien contigo—, me ha pegado en el corazón. Porque yo empecé en política haciendo esto, hermano. Yo conocí a Leopoldo López con una ONG. Yo fundé Rescate Venezuela.
Yo he pasado mi vida viendo cómo hago para alimentar a los demás, para ayudar a los demás. Y yo cuando veo que a mis hijas no les falta nada y veo lo que pasa en Venezuela; por supuesto que te dan ganas de llorar. Y te sientes mal.
Te digo esto porque, si yo estoy afuera y nadie me va a matar, me va a atracar, nadie me va a echar gas lacrimógeno, yo no tengo la posibilidad que tienen ellos… ¿Quién soy yo para juzgarlos?
Yo en Juan Guaidó confío hasta la muerte. Si Juan me dice a mí… Yo no sabía lo del 30 de abril, por ejemplo. Yo me enteré a las cinco de la mañana. Y yo no tuve un ápice de duda. “¡¿Cómo se les ocurre, los conozco hace quince años?!”. No, no. Hermano, ellos son los que se la están jugando. Y pueden tener las críticas que quieran, pero Juan Guaidó ha hecho por este país en cinco meses lo que nadie ha hecho.
Yo le pregunto a Juan Guaidó: “Mira, ¿y qué es esto lo de Noruega?”. Él me dice que hay una negociación, unos países, una invitación… Él va a ir a hablar donde sea, porque claro que quiere una salida negociada para esto, y está dispuesto a hablar con quien sea si es para la salida de Maduro… Si esto es una negociación chimba, para llegar a alguna cosa con Maduro en el poder, ¡negativo!
Pero si me pides mi opinión personal, on the record, lo digo: Lester Toledo opina que eso no va para ningún lado. Lester Toledo es pesimista. Y ese diálogo y esa negociación y esa conversación en Oslo no va para ningún lado. ¡Va a ser un fracaso!
Pero yo soy pesimista porque yo sé el nivel de delincuente con que nos enfrentamos. No es una conversación entre dos polos políticos. Es una conversación entre un polo político, mayoritario en el país, y un Estado criminal.
Claro, claro.
Y todo esto lo puedes decir. Eso no va para ningún lado. Y no es una crítica a Juan, es mi opinión.
Ahora, bien, cuando el presidente me dice: “Confía en mí. Yo sé el resultado que estoy buscando en Oslo y yo sé por qué es importante ir”. Entonces yo no considero que me hayan faltado el respeto ni me siento mal. Yo estoy afuera.
Lester, ¿en tu partido hay preocupación por lo que la investigación en Fiscalía pudiera generar?
No, no. Más que preocupado, lo que lamento es el tiempo perdido. Aquí no hay tiempo, hermano. Cada semana que pasa, en mi trabajo por lo menos, cada hora, esta conversación, el viaje, es tiempo que no estoy atendiendo a la Coalición.
Yo lamento mucho todo. Ojalá esto no hubiera ocurrido. Para que no tuviéramos que ocuparnos de esto. Entonces, yo no estoy preocupado. ¡Cero! El que no la debe no la teme. Yo parto de ahí.
Hay gente que me dice: “¿Y para qué vas a hablar con Avendaño?”. Porque, hermano, yo soy un libro abierto. El que no la debe, no la teme. Me siento en este estrado y en el de quien sea. Yo no estoy preocupado. Preocupado está el que sabe que hizo algo malo.
Lamento que la dictadura se haya montado a darle tracción a esto. Entonces, queriendo hacer algo bueno, como es promover transparencia, le dimos comidilla a la dictadura, que a lo mejor esta semana no tenía agenda. Y este escándalo se la dio.
En este momento nosotros estamos gestionando las sanciones europeas —que yo siento que tengo un pedacito de responsabilidad positiva en eso, porque yo viví en Europa unos meses y me cansé de ir al Parlamento europeo, y hacer lobby y hablar de las sanciones—. Pero hoy el trending en Venezuela no es que van a sancionar a Padrino y a un poco de delincuentes; no. La tendencia son los reales que se robaron de la ayuda humanitaria. Entonces se perdió el esfuerzo de la Unión Europea.
Hoy la noticia en Venezuela debería ser Bachelet. Que podría ser un antes y un después en el tema humanitario. Hoy nadie habla de Bachelet. Hoy todos hablan de esto. Yo lamento mucho que este escándalo nos truncara la agenda. Que este escándalo nos quitara tiempo y nos hiciera perder el foco.
Pero para nada digo que sea culpa del artículo de investigación. Creo que es una dinámica. Que es una circunstancia que se dio así. Entonces, la respuesta es no. Para nada.
¿Crees que haber publicado esto termina colaborando con el régimen?
No, no. A ver, el abogado tiene que ganar la mayor cantidad de juicios posibles. El carpintero hacer la mayor cantidad de sillas y lo más bonita que pueda. Y el periodista, si es bueno en investigación y es acucioso, tiene que indagar; y si cree que tiene un resultado, tiene que publicarlo.
Yo aquí no veo culpables ni inocentes. Yo veo gente haciendo su trabajo. El tuyo es ese. El de nosotros, trabajar con transparencia. El de los corruptos es pagar cárcel. El de la Fiscalía es investigar.
¿Qué le dirías al ciudadano, que a raíz de esto de alguna manera ha perdido confianza en ustedes? Porque además ha habido reacciones que la gente ha sentido como hostiles. ¿Qué le dirías al ciudadano para que esto no termine siendo un torpedo para la confianza en el presidente Guaidó sino más bien lo contrario, para que de esto salga fortalecido?
Le diría que no se deje ganar la batalla. Yo tengo una tesis de que el principal enemigo que nosotros tenemos hoy no es Nicolás Maduro; es la desesperanza. Está jugando al desgaste; a convencerte de que no se puede; que perdimos, que las sanciones no hacen nada… Que elimino diputados, que acabo con la Asamblea. Que reviento al equipo de Juan Guaidó. A Marrero, a Vergara, a Superlano. A Juan Andrés Mejía. Tengo a Freddy Guevara en la embajada y yo controlo todo. A Leopoldo lo tengo en una embajada. A Vecchio, Smolansky, a Toledo, a Ledezma los hice huir. A María Corina, que es excelente, no puede salir del país. Y toda la maquinaria del Gobierno es para quitarte la esperanza. Para decirte que no se puede y para que estés sumiso a un sistema.
Frente a eso, mi mensaje es que no se dejen ganar la batalla. Que cuando nosotros y el presidente decimos que vamos bien, no es que no reconocemos el sufrimiento de los venezolanos sino que es una ruta política donde nos acompaña, primero, el pueblo de Venezuela; con una unidad nunca vista en años.
Cuando decimos que vamos bien es porque tenemos a la comunidad internacional, más de 54 aliados. Tenemos a la gente, a la Asamblea… Una ruta única. El cese de la usurpación. Vamos resistiendo.
Y, de la otra acera, el adversario, está más dividido que nunca. Con una pelea de cuchillo nunca antes vista. Super débiles. Maduro no gobierna, está escondido. Nadie sabe quién gobierna allí. Donde el 30 de abril fue la punta del iceberg de lo resquebrajado que está el régimen.
Yo pongo todo esto en balance, en contexto, y repito que vamos bien. Porque estamos mucho mejor que hace cinco meses.
Entonces, ¿qué le diría? Que nosotros somos humanos, que cometemos errores —y no me refiero a corrupción sino a otros tipos de errores involutarios—. Claro que nos podemos equivocar. Claro que usted puede tener críticas sobre lo que Juan Guaidó ha hecho. Claro que me puedes criticar a mí. Todo es válido. Pero les digo de todo corazón, y a título personal, les juro, que nunca ha sido con la intención de dañar a nadie ni de ralentizar el proceso o de que los tipos no se vayan… A mí no me interesa ser colaboracionista o que los tipos se queden. Porque yo soy el primer desesperado por volver. Yo no me fui. A mí me empujaron de mi país.
Me puedo equivocar, pero no de mala fe. No pierdan la esperanza. Tenemos una comunidad que nos apoya. Tenemos a los venezolanos con nosotros. Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los militares están con nosotros. Que van a reaccionar y que nosotros vamos a trabajar para salir de esto. Frente a eso: trabajo, lucha, garra; pero no desesperanza.
¿Cuál es para ti el mayor valor que existe?
La honestidad.
Lo más importante es que tú digas lo que piensas. Y yo me he metido en muchos problemas por esto. Por ser honesto y decir todo lo que pienso. Porque no soy hipócrita y cuando tengo diferencias con alguien se me nota.
Y salió tu artículo y dije que eso era injusto porque el 60% no se pudrió. Y eso había que investigarlo. Y casi que desde las vísceras reaccioné. A lo mejor alguien más político dice que no se mete en ese rollo. Y tu artículo ni me mencionó; pero salí para adelante a decir lo que creo.
A mí nunca me van a convencer, ni vender la idea, de que ser honesto no es un valor. Entonces, mientras yo sea honesto con mi familia, con mi esposa, con la gente que me rodea, y ellos me conocen, nunca perderé la reputación y la fama de honesto.
Hasta eso, algo que tantos años me costó construir, por cosas como este escándalo y las redes sociales, se pone en duda. Para el sector de los venezolanos que me conoce, la referencia que tienen de mí es buena; para el que no me conoce y ve cuatro publicaciones, quizá para ese sector la realidad es que no soy la persona honesta que todo el mundo sabe que soy. Eso es muy triste pero es parte de mi profesión.
Hay que tener piel de cocodrilo. Valor número uno: la honestidad.