Hermann Tertsch es un hombre libre. La primera vez que lo leí fue a principios de 2017 en un artículo publicado en el diario ABC en el que blandía una defensa de los grandes valores y denunciaba, asimismo, el totalitarismo intrínseco a los movimientos islámicos. Desde entonces, los textos de Tertsch se volvieron obligatorios para mí.
Uno de los periodistas más reconocidos de España, se ha perfilado como alguien que no teme a la verdad. Cuenta con dos novelas y tres ensayos publicados. Fue corresponsal de guerra, subdirector del diario El País y columnista por décadas del mismo medio; dejó El País para escribir en ABC y, finalmente, se alejó del periodismo para, desde el cuadrilátero político, defender los principios que lo han impulsado siempre a escribir y alzar la lanza en el frente de batalla.
Hoy representa al novel pero incontenible partido político español Vox en el Parlamento Europeo. Desde su tribuna ha empuñado una defensa casi colérica de la nación española, la moral, los valores y, con particular tozudez, la libertad en Venezuela y Cuba. Asimismo, ha sido un crítico implacable de las mañas europeas y, lo que ha llamado, su “complicidad” con regímenes comunistas.
“Por desgracia usted representa ese papel lamentable que hemos tenido, que ha impedido que hubiera momentos en los cuales se hubiera podido acortar el sufrimiento de los venezolanos. Creo que hablamos de una banda, no de políticos o de una dictadura ideológicamente marcada, sino de criminales. Una banda de criminales protegida por un centro de mando que está en Cuba, al que se ha protegido también desde esta Cámara y la Unión Europea”, le dijo Hermann Tertsch a la alta representante de Europa, Federica Mogherini, en un discurso que se viralizó.
Pude conversar breve con Tertsch sobre aquello que nos corresponde e importa. Se trata de la libertad de América y, marginalmente, de Europa. Lo urgente hoy. Hablamos sobre la cobardía y la corrupción. Sobre las decisiones difíciles que tendrán que tomar los países para enfrentarse al socialismo y sus amenazas. También sobre el Gobierno interino de Juan Guaidó y la posibilidad de una intervención en Venezuela que deponga a Nicolás Maduro.
«En realidad la oposición venezolana, la que funciona como supuesta oposición, es una oposición de dentro del régimen chavista. Es una especie de ministerio del régimen», dijo el reconocido escritor y periodista al PanAm Post.
Usted ha escrito largo al respecto. Recientemente le publicamos en el PanAm Post un fantástico hilo sobre Europa y sus demonios. Le quería preguntar, ¿qué tan cobarde cree usted que es Europa?
Cobarde ha sido Europa en realidad siempre. Recuerde lo que pasó en los conflictos en el siglo XX. Europa ha reaccionado ante sus propios fantasmas con cobardía. Las élites europeas han fracasado siempre. Muy parecido a lo que ha sucedido con las élites iberoamericanas, ¿no?
Pero siempre ha fracasado en los momentos claves de la historia. Lo vimos en la Primera Guerra Mundial, lo vimos en la Segunda, lo hemos visto cuando se abandonó ante Stalin a media Europa también, por el curso de la Guerra Fría. Y luego la Guerra Fría como tal. Hasta que llegó Juan Pablo II y se creó la constelación con Ronald Reagan, con Thatcher. Pero no se le había logrado realmente hacer frente y cuando se le hizo frente se vio que se le podía derrotar. Y cuando se le derrotó, al día siguiente de haberlos derrotado ya se volvió a construir nuevamente el frente comunista y el frente de la izquierda. Y otra vez las élites se pusieron a pensar en otra cosa y han dejado avanzar todo eso.
Aquello se trasladó al Foro de Sao Paulo, en Iberoamérica. Y tenemos allí lo que tenemos. Y en Europa pues tenemos una especie de régimen que durante las vacas gordas ha funcionado, pero que estamos viendo que están imponiendo una especie de mensaje permanente, ideológico, socialdemócrata que nos lleva con su frente radical, digamos, izquierdista; pero el mensaje general es un frente socialdemócrata del control total de la persona, de los individuos, de los individuos intercambiables. De la pérdida de identidad, liquidación de las naciones y las ideas…
¡Y completamente totalitario!
Es un proceso que sus últimas consecuencias son totalmente totalitarias.
Y usted ha denunciado la complicidad europea con el socialismo iberoamericano. ¿Por qué se da esa complicidad al final? ¿Hoy se reduce a la figura de Mogherini o es algo inherente al europeísmo?
No, no… Pobre Mogherini, no le demos tanta importancia a la señora. Pobre… La señora Mogherini es una izquierdista clásica, de clase media-alta. Es decir, de los que nunca ha tenido un problema de bienestar, que ha vivido siempre en plena libertad, en pleno bienestar…
Socialista de café…
Y ha jugado muy bien con las revoluciones en otros países. Para que sufran los otros. Para que el hombre nuevo y los experimentos se hagan —no con insectos, pero con latinoamericanos, con iberoamericanos—. Porque se sufre menos aquí. Y por eso, por ejemplo, a la señora Mogherini le parece muy bien que los cubanos vivan bajo una dictadura.
Estos altos funcionarios europeos que viven perfectamente, de hotel en hotel de cinco estrellas; que viven con una opulencia absoluta. Todos pueden presumir que el socialismo no ha fracasado en todas partes. Dicen que sigue habiendo una serie de espacios épicos, para recurrir a la nostalgia o a la melancolía. O al romanticismo. En fin, esas son inmoralidades puras de una sociedad como la europea que ha perdido en gran parte los referentes de lo que es el sacrificio, de lo que es ser fuerte y de lo que es la libertad.
¿Qué cree que debería hacer Europa con respecto al caso venezolano? ¿Qué recomendaría?
Hombre, yo creo que ningún criminal que controla una fuente ilimitada de ingresos va a dejar esta fuente de ingresos si no tiene una amenaza inminente, de que algo peligra gravemente —y que debe ser su vida—.
Sin esa amenaza creíble, sin una presión que sea una amenaza absolutamente creíble, de liquidación física, los dirigentes venezolanos jamás dejarán su sitio, jamás dejarán el poder y perpetuarán el régimen como lo lograron perpetuar los cubanos.
Yo pienso, y por lo que veo usted podría coincidir, es que, dada la experiencia y los hechos, la única forma de que Nicolás Maduro (entendiéndolo como cabeza de una banda delincuencial y narcotraficante) salga del poder, es con la fuerza…
¡Sin duda!
Y solo hay dos opciones. La doméstica o la foránea.
No hay realmente… Es que hay varias cosas que han hecho los comunistas y la izquierda de una forma muy efectiva y eficaz para ellos mismos. Y ahora esto que diré sonará como un sacrilegio, pero la forma interna queda segada porque todos los militares que podían haber intervenido para detener a este régimen y liberar a su país y encauzarlo en un proceso largo —en un proceso dificultoso, sin duda, pero encauzarlo por el orden hacia una democracia—, esos militares están asustados de que… Pues tienen el síndrome Pinochet…
Porque el señor Pinochet, que tuvo un éxito absoluto porque impidió que se instalara una dictadura cubana en Chile donde hoy Chile seguiría siendo un satélite cubano y estaría en la misma miseria que Venezuela y que Cuba, logró que su país fuera próspero. Paró el proyecto cubano, comunista. Lo recondujo, con dolor y con muchos excesos que podían haber sido algunos, quizá, evitables, pero con relativamente pocas bajas al lado de las que ha habido en otros países… Recondujo el país y Chile, dieciséis años después del golpe, pasaba a la democracia con una economía próspera. Mientras, tenemos a Venezuela que veintipico de años después está como está. Y tenemos a Cuba, sesenta años después.
Pero como a Pinochet las democracias lo trataron después, no como un militar que cumpliera con su deber al parar un proceso comunista que se estaba produciendo con Allende sino como un golpista monstruoso que resumía todos los males de este mundo (y que acabó como acabó, muriendo como un perro acosado por las democracias), pues ya no hay ningún general que se arriesgue a ponerse en frente de un equipo, una serie de corajudos personajes, de valientes militares —como los ha habido, pero que aislados han fracasado todos—.
Quien pudo haber jugado este papel hace varios años, que era Padrino, hoy es uno de los jefes de la mafia, ¿no? Porque se siente más seguro en la mafia que levantándose contra el dictador.
Entonces ese es uno de los dramas que hemos tenido. Que la defensa de la democracia, del Estado y de la nación, que es uno de los deberes del Ejército, se ha querido liquidar y se ha paralizado gracias al síndrome de Pinochet, que se terminó imponiendo gracias a las democracias europeas. Europeas…
Entonces, dado esa realidad, como única salvación nos queda la fuerza externa. ¿Qué papel pudiera jugar Europa con respecto a ello?
Europa no tiene fuerza externa. Lo que podía haber es ayudado a que los Estados americanos se hubieran unido para amparar y coordinar con grupos del Ejército venezolano, que se hubiera detenido a los principales cabecillas de la mafia de Maduro y del partido del PSUV. Que hubieran sacado al régimen y, luego de un plazo medio de estabilización y de imponer el orden público y la seguridad ciudadana, lograr unas elecciones realmente libres, con una junta electoral que merezca el nombre… En fin, un proceso limpio.
Pero eso no ha sucedido porque los europeos fueron los primeros que empezaron a poner piedras en el camino a cualquier tipo de intervención norteamericana. Y los norteamericanos la ofrecieron como jamás se ha ofrecido a nadie. Con la generosidad y la franqueza que se ofreció. “Son ustedes los que nos tienen que decir. Ustedes que se han declarado la oposición a la dictadura los que tienen que decir en dónde los podemos ayudar”. No se han atrevido porque en realidad la oposición venezolana, la que funciona como supuesta oposición, es una oposición de dentro del régimen. Es una especie de ministerio del régimen y como tal ha funcionado durante todos estos años. ¡Y ha sido enormemente práctica para mantener al chavismo!
Quiero tocar ese punto, pero antes de alejarme del tema de la fuerza le quiero preguntar: ¿ve posible esa salvación? ¿Que desde afuera se pueda construir esa amenaza creíble? Siendo realmente honestos, tomando en cuenta la postura de Trump y sus conflictos internos; las posturas de Bolsonaro e Iván Duque, que son los aliados principales. ¿Ve realmente posible que se dé ese escenario?
Pues yo creo. Yo creo que todos van a ver, tarde o temprano, lo que hoy vemos en Ecuador, Bolivia o Perú. Vemos cómo se crece y se vuelve a exportar la inestabilidad. ¡Son un peligro regional! No va a haber paz nunca en el hemisferio mientras exista el régimen cubano y un satélite tan poderoso de Cuba como lo es Venezuela dentro del continente.
Yo creo que tarde o temprano todos se van a dar cuenta de que van a tener que neutralizar ese foco canceroso, de miseria, dolor, terrorismo y subversión.
Pasará, pero lo que no sabemos es cuándo y a qué costo. Porque lo que definitivamente no va a haber es una aventura unilateral norteamericana. Los norteamericanos están en otras cosas. Y al contrario, los norteamericanos se están retirando de los focos de conflicto, eh. O sea que los norteamericanos solo irán si sus intereses responde a ello.
Ellos no quieren que arda la región en guerrilla y en nuevos levantamientos de comunistas. No quieren que vuelvan regímenes como el de Correa o que se radicalicen los regímenes como el de Morales, que ya lo está. Todo eso va en contra de los intereses de los norteamericanos también. Pero va en contra de los intereses colombianos, los intereses argentinos, brasileños y de todos los países que tengan un proyecto decente de vida.
Yo creo que tarde o temprano se tomará una decisión. Lo que digo es que a costa de qué. ¡Cuánto sufrimiento llevamos! ¿Cuántas generaciones perdidas en el dolor, el menester, el sufrimiento, la necesidad, la emigración? ¡Todo eso era evitable! ¡Todo eso era innecesario! ¡Todo eso no tenía por qué haber pasado en un país como Venezuela! Y ha pasado por unas ideas criminales y erróneas.
Inevitablemente la realidad se va a terminar imponiendo y se van a tener que tomar las decisiones que correspondan.
Algo se tendrá que tomar. Si no nos enfrentamos, el continente convulsionará, se desestabilizará. Y perderá, una vez más, el tren de la modernidad. Se trata de eso. Y en Europa, con problemas radicalmente distintos, también se está perdiendo por otras cuestiones ideológicas que tienen que ver. Es decir, con la socialdemocracia, la ideología, el pánico climático, de todas las mentiras de la izquierda. La ideología de género… Todos esos recursos de la izquierda para coaccionar a los individuos, someterlos a la obediencia del Estado o las leyes ideológicas.
Volviendo al tema de la oposición venezolana. ¿Cómo evaluaría al Gobierno de transición encabezado por Juan Guaidó? Ya llevamos más de ocho meses en esto. Todos, en un principio, nos entusiasmamos. Creo que hubo un consenso en el respaldo a ese proceso, pero que lamentablemente se ha venido degradando. Llevamos meses y hemos visto que la cabeza de este proceso, Guaidó, ha decidido incursionar en aventuras como los diálogos auspiciados por Noruega, ha mantenido relaciones con partidos presuntamente opositores pero que guardan vínculos económicos con el chavismo y hoy habla más de «elecciones» que de «cese de la usurpación». ¿Qué piensa de todo esto?
Pues mire, yo lamentablemente creo que todos dimos un cheque adelantado. Vimos una esperanza en que este proceso lograra por fin unificar a la dramática situación de la nación para que hubiera una reacción. Que hubiera probidad absoluta, firmeza y se aprendiera de los errores pasados. Hemos visto que no ha sido así. Que hemos vuelto a la política del cambalache que, sin duda, es la política preferida y que necesita el régimen, con Zapatero y sus ayudantes, para eternizarse.
Unas elecciones en las condiciones actuales las gana otra vez Maduro. ¿Y la gente tiene que comer o no? Si es que, ¿de qué estamos hablando? ¡¿De qué estamos hablando?! Plantear siquiera unas elecciones en las condiciones actuales en Venezuela es una inmoralidad. Y además es un cheque a la dictadura para eternizarse.
¿Y qué recomendaría a los venezolanos que se oponen al régimen de Maduro?
Pues que sea honrada y que aprenda de lo que ha pasado. Que llevamos veinte años así, por Dios. Que si hay alguien honrado, que se separe de los que viven del régimen. Que yo vivo en Madrid y veo a la gente, que veo cómo viven con dinero que no tenían antes, por Dios.
¿Gente de la oposición?
Gente de todo tipo. De todo tipo. Lo que digo es que, por Dios, que sepan que los criminales no se van voluntariamente de ningún sitio.Y que quien les diga que los criminales están deseando hacer algo por la patria, les está mintiendo. Porque no es jamás así.
Y en ese sentido pues espero que algunos países reaccionen. Que se castigue, en lo que se pueda, que se persiga a los saqueadores de Venezuela y se les quite el dinero que tienen fuera de Venezuela. Que se les quiten las casas que están comprando en el centro de Madrid. Que se les arrebaten las fincas que compran, las casas en Baleares. Todos sus patrimonios de lujo que compran sin siquiera discutir los precios, porque como el dinero les ha llegado sin ningún tipo de esfuerzo no tienen problemas.
Perseguir al régimen allá y aquí. Y desde luego, ninguna tregua. Y al final, una alianza de los honrados. Que se alíen con la población y que esta no se deje engañar. Son muchos supuestos, pero es lo necesario para salir de ese infierno.
De acuerdo, Hermann. Y, por último, ¿a quiénes deberían escuchar los venezolanos?
Yo no voy a ser propagandista ni daré consejo para nadie determinado.
Yo tengo una serie de amigos, pero desde luego están entre aquellos que no hacen concesiones al régimen, que no se sientan en Barbados ni en ninguna parte con ellos. Y que creen que es absolutamente incompatible negociar algo con ellos que no sea, de momento, su exilio y después ya se verá.