
Iván Simonovis es una especia de leyenda. Un mito andante que se ensanchó gracias a sus qujotescas hazañas como policía. Chávez nunca le perdonó su pericia y lo mantuvo como su rehén hasta que, el 16 de mayo de 2019, escapó de su arresto domiciliario. El chavismo le arrebató su libertad por más de quince años.
Ahora es eso, un hombre libre. Y un hombre basante hábil y con amplia experiencia en neutralizar criminales que secuestran gente. El hombre adecuado para el momento adecuado, se podría decir. En consecuencia, el 10 de julio de 2019 el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, lo designó «coordinador especial de Seguridad e Inteligencia de Venezuela ante Estados Unidos». Es decir: considerando que solo la fuerza sacará a Maduro, sobre sus hombros debería de pesar la responsabilidad de colaborar en la estructuración de esa última y definitiva operación.
Ahora, en el marco de la visita de Juan Guaidó a la Casa Blanca, Simonovis ha jugado un papel clave. Fue invitado especial por el presidente Trump a su discurso anual del State of the Union. Luego, pudo entregarle una carta al mismo Trump en la que definió algunos puntos y marcó la pauta: hay que pasar de la posición defensiva a la ofensiva; en Venezuela hay dos Soleimani (Cabello y El Aissami); y «salvar a Venezuela es salvar al mundo». Tajante. No hay más que decir.
En una conversación con el PanAm Post, el coordinador especial de Seguridad e Inteligencia habló sobre su carta, su encuentro con Trump, su lucidez ante la inmensidad del reto y la posibilidad de que el chavismo organice elecciones fraudulentas en Venezuela y Juan Guaidó decida no participar.
«Cuando tú quieres acabar con una red de narcotráfico, lo primero que atacas es su flujo de caja», dijo al PanAm Post.
Leí su carta. Es durísima. Usted habla en términos concretos de lo que todos, por tanto tiempo, hemos querido escuchar: pasar de la defensiva a la ofensiva. Usted habla claramente de que el régimen de Maduro es una amenaza para la región, por sus vínculos criminales con grupos terroristas. Dice que Diosdado es Soleimani. Lo que usted prácticamente está proponiendo es aniquilar a estos tipos. ¿Es así? ¿Cuál es la intención de la carta?
Te voy a ser honesto: la intención inicial de esa carta no era entregarla sino leerla. Y, dado que era un evento solemne, importante, y, bueno, nada menos y nada más que con una personalidad como el presidente de los Estados Unidos, eso que ha circulado es realmente una guía de lo que yo quería decir. Para no dejar nada suelto.
Lo que sucedió fue que me dijeron que no había posibilidad de que leyera la carta. De que yo diera ese speech. Entonces yo rompí el protocolo y cuando estuve con el presidente Trump, sencillamente lo abordé y le dije quién era yo y que yo no podía perder la oportunidad de hablarle de mi país. Que yo era un prisionero político… Él prestó absoluta y total atención a todo lo que yo estaba diciendo. Yo tenía el papel en la mano. Él me extendió la suya y me pidió que le entregara el papel. Fue por eso que se lo di. Y, de hecho, el que él tiene está rayado.
Estuve como tres minutos con el presidente. Luego de que yo hablé, él me hizo unas preguntas personales, sobre el tema de la cárcel. Luego me preguntó por mi país y me expresó su total y absoluta solidaridad. Me dijo que contara siempre con el apoyo de él y de Estados Unidos. Que ellos no descansarían hasta lograr la libertad de mi país. Ese es el cuento de la carta.
Cuando yo le pregunto la intención es porque, bueno, la carta tiene un tono durísimo. E insinúa, quizá de forma bastante explícita, algunas cosas. ¿Usted cree que solo por la fuerza, o por la capacidad de construir una fuerza, es decir, la amenaza creíble, se pueda resolver el caso venezolano?
En este último año todas las diligencias que se han hecho en el tema financiero han hecho una mella extremadamente importante en la operatividad del régimen. Pero eso no significa que ellos todavía no estén funcionando. Ellos tendrán quizá el 25% de margen de maniobra para poder subsistir… Pero siguen respirando. Y, como eso es así, yo hablo del oxígeno. ¡Hay que cortar el oxígeno totalmente!
Cuando tú oyes la expresión, «cortar el oxígeno», es que le estás quitando a lo que sea la forma de continuar, de vivir. Entonces, para mí es supremamente importante cortarle ese oxígeno al chavismo.
Hablo de eso porque dentro de los esquemas políticos, el tema de la invasión militar es algo mucho más serio y complicado. Que involucra unas series de decisiones políticas de varios países. No es una decisión solamente de Estados Unidos. Hay que estar claro: a la hora en la que se plateara ya concretamente el tema militar, eso no es algo solo de Estados Unidos. Tendría que pasar por la aceptación de países fronterizos.
Como Colombia, Brasil. Por supuesto.
Exactamente. Entonces, por eso yo hablo de cortar total y absolutamente el oxígeno. Acabar con ese 25% que existe. Hay muchas posibilidades.
¿Usted habla es en términos financieros, no?
Sí, sí. En términos financieros. Pero es que, mira, cualquier estructura, llámese empresa, criminal o lo que sea, lo que permite que esta subsista, se maneje o funcione, es el tema financiero. Más nada. Hezbollah no se mantiene a base de rezos. Las FARC no se mantiene a base de consignas. Ellos se involucran en el tema del narcotráfico porque tienen que autofinanciarse. Entonces, el régimen, para poder mantener ese aparato complejo de alimentación que se llama CLAP, etcétera, etcétera, necesita el oxígeno.
Pero si estos grupos criminales como FARC y Hezbollah, que están al margen, contenidos en parte, han logrado mantener esa estabilidad o rentabilidad financiera, ¿por qué el chavismo no podría, si es un Estado? El chavismo podría aguantar cualquier intento de que lo ahorquen. ¿No es demasiado ingenuo pretender que todo se reduce a eliminar ese oxígeno económico?
Sí. Fíjate: tienes razón, no pretendo ser ingenuo en esto. Pero el paso inmediato, que se puede hacer mañana y que no necesita del consenso de todos estos países, es eso. Esto es mañana.
Ahora, si sobre la marcha vamos a tomar decisiones aún más contundentes, habrá que tomarlas. Por eso es que yo menciono en la carta que hay que pasar de la defensiva a la ofensiva. Yo no estoy diciendo que solo hay que recortar todas las formas de alimentación. Cuando tú quieres acabar con una red de narcotráfico, lo primero que atacas es su flujo de caja. Esa es la idea.
Pero en últimas, si tenemos en Venezuela dos Soleimani, a los tipos como estos se les aniquilan. ¿Igual las balas, los misiles o los drones no van a ser eventualmente necesarios? Aunque trates de estrangular lo más posible a estos criminales, al final, y no sé si usted coincide, va a ser necesario el plomo.
Te explico: yo digo que, primero, todo tiene que ver con el tema financiero. Segundo, cuando yo hago referencia a esto, lo hago por dos razones: primero, porque yo necesito poner en el radar del presidente Trump el nivel de la amenaza que representan estos señores; y comparo con Soleimani porque él tuvo una larga carrera criminal; se hizo famoso por sus acciones terroristas y la cantidad de gente que asesinó. Dentro del régimen hay dos cabezas que son absolutamente importantes, que son las que operan. Y fíjate que yo no mencioné a Maduro. Uno, Diosdado, porque es el opresor por excelencia; con todo su aparato militar y de inteligencia. Y Tareck El Aissami, porque es el que mantiene el flujo de caja para que todos estos grupos estén y ellos sigan respirando.
Yo lo hablo desde el nivel de la importancia y yo necesitaba hacer un símil para poner en contexto al presidente: estos tipos son iguales de peligroso y representan, también un amenaza. ¿La solución? Bueno, la solución puede pasar por muchas cosas. Dicen que Diosdado el 11 de abril se vistió de mujer. No me consta, pero dicen. Y que huyó en una ambulancia.
Así como dicen que el cuatro de febrero se orinó.
Bueno, esos son los cuentos. No me consta. Pero, ahora, yo no sé si sea necesario llegar al punto de Soleimani. No sé si me explico. Quizá porque sencillamente el día en el que toques la puerta, estos tipos saltan por la ventana.
Simplemente yo tenía que hablar del nivel de peligrosidad que ellos representan. Tenía que dejar claro que ellos están ahí, en este mismo continente, y que operan las actividades y garantizan la estabilidad del régimen.
De acuerdo. Creo que la comparación era muy acertada. Por lo que significó Soleimani para la opinión pública americana. La comparación imagino que obedece a eso: a poner en contexto a los americanos del grado de la amenaza. Yo creo que esas son las palabras acertadas y por eso yo lo celebré. Ahora, yo imagino que usted está al tanto de que, cuando habla en esos términos, eso no solamente contrasta sino que se ve contrarrestado por una propuesta de elecciones con Nicolás Maduro.
Yo soy policía. Y cuando a mí me piden una opinión, yo la doy desde el punto de vista profesional como policía. Yo no puedo dar una opinión política. Ahora, si el señor Trump o el presidente Guaidó o Duque, o todos ellos, convienen en que lo mejor es ir primero a unas elecciones, bueno, eso es una decisión absolutamente política.
Yo te digo que, si nos ponemos a valorar, y aquí doy una opinión únicamente como venezolano, una cosa u otra, obviamente la decisión de las elecciones pareciera ser la menos traumática y, por lo tanto, la deseable. Entonces yo como venezolano diría: «Bueno, sí, claro». Pero obviamente hay que transitar por unas cosas antes. Estamos hablando de un CNE, la libertad política, de expresión, etcétera.
Mira, a mí no me cabe la menor duda, y esto está perfectamente claro y tú sabes que es así: si mañana cambian el CNE, convocan a unas elecciones, se dan las condiciones y salen Leopoldo, María Corina, Henrique Capriles y todo este poco de personas que tienen aspiraciones a apoyar la convocatoria, mira, es imposible que el oficialismo gane pero es que, ¡más nunca! Pero con todas las garantías que se necesitan. Ahora, ¿se van a dar esas garantías? Es lo que no sé.
Esa es la gran pregunta. Es sobre las garantías y las condiciones. El problema es que hoy no están dadas y que más bien las elecciones son un recurso…
¡Claro!
Un recurso para postergar la agonía y lograr cierta estabilidad. ¿Usted lo ve así? ¿Ve las elecciones como una maniobra del chavismo?
Si, si, claro. O sea, ellos hablan de unas elecciones pero a su estilo. Eso no es así. Es al estilo de los países democráticos. ¿Entiendes? Mira, tú viste al presidente Trump, en el discurso del SOTU, detrás de él estaba sentada la congresista Nancy Pelosi. Y son personas total y absolutamente contrarias en todo. En todo. Pero existe el respeto y las consideraciones inherentes a una democracia. ¿Eso podría hacerse en Venezuela? No. No estamos hablando de democracia. Y si eso no existe, no hay elecciones. Es entonces cuando tenemos que ir al otro plan, ¿ok?
Ahora, yo sí estoy absolutamente claro y convencido —y es lo que trato de decir cada vez que hablo— de que ya es suficiente. Ya. Ya se acabó el tiempo, se acabó todo y ahora tenemos que ver cómo vamos a resolver esto.
¿Juan Guaidó está en plena sintonía con lo que usted piensa?
Sí, absolutamente. Absolutamente.
La gente cree que él no quiere. No, no es eso. Evidentemente él está mucho más comprometido que yo a unas circunstancias políticas, porque él es el líder político. Pero él está absolutamente claro y convencido de que debemos dar un paso decisivo para salir de la dictadura de Maduro y su entorno. Y lo está haciendo.
Mira, yo entiendo la frustración. Las cosas no han salido como todos deseamos. Pero, yo te digo: yo admiro a muchos diputados. Vivir en Venezuela, siendo diputado, no es fácil. Esa vida que lleva el presidente Guaidó, no es fácil. Salir clandestinamente, estar en una oficina y no saber en qué momento te van a allanar. No es una situación fácil. Y que tampoco te permite centrar en las cosas en las que debes concentrarte. Te distraen con las cosas que el régimen hace para que te distraigas.
Yo creo que se hacen esfuerzos y yo lo he conversado con el presidente Guaidó. Él está perfectamente claro y alineado con eso. El tema es: qué hacer y cómo hacerlo. ¿El qué? Usualmente la respuesta es fácil. El problema es el cómo.
En su carta usted también le agradece a Leopoldo López. ¿Leopoldo también está en plena sintonía con lo que usted piensa?
Sí, claro. Ojo, yo al principio de la carta escribo: «Yo estoy libre gracias a mi familia, Dios y a Leopoldo López». Sin el apoyo de Leopoldo López no hubiera salido. Hubiera sido imposible. Pero él están en sintonía total con lo que yo te estoy diciendo.
Ok, qué bueno, qué bueno. Y, ya para ir terminando: ¿usted ve a Guaidó participando en unas elecciones con el chavismo?
No sé. La verdad es que no tengo ni idea y jamás se lo he preguntando.
Existe el escepticismo, recurrente, sobre qué se dice en las reuniones privadas. Evidentemente usted no me podría decir; pero, ¿el presidente realmente esá buscando construir esa amenaza, esa fuerza, coalición o una mayor presión; o en cambio está vendiendo por el mundo la narrativa que le conviene a las fuerzas políticas del Parlamento?
El presidente Guaidó, en todas y cada una de las reuniones en las que participa, habla en el mismo tono de la carta que yo escribí.
Qué bueno escuchar eso.
Incluso te puedo decir que él inicia sus declaraciones o sus conversaciones como yo termino la carta: «Es suficiente, llegó la hora de actuar».
Ok, ok. ¿Usted podría dar fe de eso?
Sí, claro. Completamente. Que no signfica que el interlocutor lo haga, claro. Pero lo dice.
Si, bueno, pero es que se trata de eso: de llevar el mensaje, de persuadir y convencer.
Sí, exacto.
Por último: ¿qué fue lo que ocurrió el día del discurso del State of the Union? Usted aparecía en la lista oficial como invitado oficial; sin embargo, al final vimos fue al presidente Guaidó.
El invitado especial fui yo. En la página de la Casa Blanca, en la lista de invitados especiales estoy yo. Ahora, por un tema de protocolo, en ese sitio en el que estaban los invitados podía estar o él o yo.
Yo al final estuve en un salón contiguo. Todo eso pasó igual, yo me reuní con Trump. Es el mismo protocolo de todos los años con los invitados especiales. Pero, bueno, en este caso, pues… El presidente es el presidente.
Por supuesto.
Él entra por una puerta diferente a la que entro yo. Él tiene un trato diferente al que me dan a mí. Ese es el tema.