EnglishHa sido un pequeño paso para los cubanos, pero un gran salto para la cubanidad. Justo cuando más apoyo logístico y propagandístico se le está dando en las Américas a la dictadura de los hermanos Castro —incluido el entreguismo del presidente Barack Obama—, el pasado lunes 13 de abril, al mediodía, varias ciudades del mundo se solidarizaron con la causa pro-democrática cubana, encarnada en la artista del performance Tania Bruguera, la más reciente rehén del régimen retrovolucionario.
En pleno Times Square de Nueva York, pero también en museos, galerías y plazas de San Francisco, Chicago, Roma y Amsterdam, entre otras, se manifestaron pacíficamente decenas de artistas y activistas, críticos y curadores de arte, en general profesionales y estudiantes cada vez más sensibilizados en contra de la barbarie incivil cubana.
Se trató de un remake de “El susurro de Tatlin #6”, una intervención de “arte útil” de la cubana Tania Bruguera. Es el mismo performance por el cual, tras ella ejecutarlo de manera sorpresiva durante la 10ma. Bienal de La Habana, casi la expulsan de Cuba en marzo de 2009, impidiéndole luego durante varios años la entrada a su propio país. Y es el mismo performance que ella trató de reeditar el 30 de diciembre de 2014 en la Plaza de la Revolución, y que fue abortado por la Seguridad del Estado, cuyos agentes arrestaron a Tania Bruguera y a parte del público que asistió o iba a asistir.
Como consecuencia, a esta artista de prestigio internacional le han abierto un proceso judicial en Cuba y ha sufrido incontables interrogatorios de la policía política. Como plusvalía despótica, le han invalidado su pasaporte y Tania Bruguera, que reside desde hace años temporalmente en el extranjero, no ha podido regresar a su apartamento de Nueva York, donde tuve el privilegio de conocerla en persona y escuchar en vivo los sueños civiles de esta muchacha de 46 años cuyo espíritu estético jamás envejece.
Asistieron y fueron protagonistas de este performance mundial los reconocidos Hans Haacke, Pablo Helguera, Nikki Columbus, Paul Ramírez Jonas, Ahmet Ögüt, Dread Scott, Claire Bishop, Roselee Goldberg (la fundadora de Performa) y hasta el comisionado de asuntos culturales de Nueva York, Tom Finkelpearl.
El evento fue coordinado por Creative Time y su directora Anne Pasternak, con el apoyo de Ai Weiwei, Cuauhtémoc Medina, el Museo de Arte Moderno (MoMA) y el Guggenheim, entre otras personalidades e instituciones de primer nivel en el arte contemporáneo.
Pero, en “El susurro de Tatlin #6”, todos son iguales entre los iguales, sean de una clase social de élite o trátese del más común de los ciudadanos que entra o sale del subway. Precisamente este performance consiste en una recuperación de la voz de aquellos a los que se les ha secuestrado la voz: cada quien cuenta con uno y sólo un minuto de tribuna abierta, durante el cual puede ejercer libremente en público su derecho inalienable de expresión. Es una idea artística simplísima. Y por eso mismo es tan explosiva. Porque en la Cuba igualitaria, bajo la bota brutal del Estado, lo único que no se tolera es la igualdad.
Por eso hoy Tania Bruguera sigue atrapada en la isla, sin perspectivas de cuáles cargos le imputarán en firme (escándalo público, al parecer), ni cuándo será su fecha de juicio, ni si algún abogado local se arriesgará a defender su caso. En realidad, no hay caso, pero la represión en el comunismo es así: un escenario creado, un escarnio hasta para los que creen en Castro (ni los Castros creen ya en sí, todo ahora es inercia de los nacionales e interés de los inversores).
En la Cuba igualitaria, bajo la bota brutal del Estado, lo único que no se tolera es la igualdad
Tania Bruguera, sin plegarse a los poderosos de esta era global, sigue definiéndose como una persona de izquierda. Pero es el totalitarismo el que no tiene espectro ni alternativas políticas. Ni para ella ni para nadie. Llámese castrismo o chavismo o bolivarianismo. Como decía Oswaldo Payá hasta que fue asesinado por el gobierno cubano el 22 de julio de 2012: las dictaduras no son de izquierda ni de derecha: son sólo dictaduras. Porque los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Porque la dignidad de la persona humana es un don inalienable más allá de los mercados y el Estado.
Hoy las redes sociales —no sólo cubanas— desbordan con la etiquetas #YoTambienExijo y #UnDiaParaCuba. Esperemos que más temprano que tarde —como expresó la bloguera contestataria Claudia Cadelo durante “El susurro de Tatlin #6” que pudo realizarse en aquella Habana de 2009, tan censora como la de hoy—, “la Libertad de Expresión deje de ser un performance en nuestro país”.
Editado por Pedro García Otero.