EnglishPara Rafael Correa, el patrimonio heredado es un “factor de inequidad fundamental”. Por lo tanto, cree que es necesario modificar el impuesto para las herencias que superen los cien salarios básicos unificados, es decir, que superen los US$35.400. El razonamiento es que la acumulación de capital tiende a distorsionar los cimientos de una sociedad basada en la meritocracia, una herencia le otorga al individuo una ventaja sobre el resto de la sociedad, sin haber hecho el esfuerzo para adquirir dicho activo patrimonial.
La noticia, como era de esperar, de inmediato generó reacciones en la población, que observa en la medida otra metida de mano a la propiedad privada, para satisfacer las necesidades de un Estado voraz, que crece a costilla de sus bolsillos.
Actualmente, en el sitio web del Servicio de Rentas Internas (SRI), se puede encontrar una tabla en la que se detallan porcentajes de impuesto a la renta sobre ingresos provenientes de herencias, legados y donaciones, que van desde 5% hasta 35%, este último porcentaje cuando la herencia supere los $778.670. Los cambios definitivos se conocerán en los próximos días, cuando el proyecto de ley sea enviado a la Asamblea Nacional, que está dominada por el partido de Gobierno.
Con esta medida, el presidente Rafael Correa busca disminuir la desigualdad, mediante la intervención coercitiva sobre el patrimonio transferido, por un testador o donante, a un heredero o beneficiario. Esto puede afectar el efectivo, las cuentas bancarias, las acciones, los bonos, los inmuebles, los negocios, los equipos y maquinarias, los automóviles, pólizas de seguros de vida, obras de arte o bienes personales, tal como consta en la ley ecuatoriana vigente.
La realidad, es que la aplicación de alícuotas progresivas a la herencia, con el propósito de disminuir la desigualdad patrimonial, afecta la cuantía del capital que los individuos han logrado acumular, gracias a un proceso de ahorro e inversión intergeneracional, y que en teoría, les permitiría tener una mayor renta, lo cual sería una de las causas del aumento de la pobreza relativa, debido al aumento de la desigualdad de ingresos. De hecho, esta es una de las propuestas de Thomas Piketty en su libro “El Capital en el Siglo XXI”.
Para el economista francés, cuando la tasa del retorno del capital es mayor a la tasa de crecimiento de la economía, las desigualdades en la renta se acentúan, las herencias son una fuente de renta cada vez mayor, los capitalistas se quedan cada vez con una parte mayor del pastel, por lo que recomienda tasas impositivas a las herencias. Es decir, un impuesto que afecta directamente al patrimonio y así busca eliminar lo que él considera una injusta acumulación de capital, en manos de testadores, que dejan a sus herederos en la senda de la riqueza.
Sin embargo, un estudio realizado por el profesor de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín, demuestra que las familias que formaban parte de los más ricos en 1987, no son las mismas familias más ricas en el 2013 (cuadro adjunto).

Lo cierto es que el stock de capital per se no genera rentas. Se debe rentabilizar el capital, generando valor para otras personas, es decir, ofreciendo bienes y servicios que la gente valore. Si usted dispone de un local comercial, este por si solo no va a generar rentas, usted debe atender las necesidades de tercero. Por ejemplo, poner una tienda o una farmacia, o arrendar a alguien que lo haga.
Aumentar e inclusive mantener una riqueza, requiere de habilidades empresariales, y según Ludwig Von Mises, es siempre una operación en la que se pone en riesgo el patrimonio. Por lo tanto, el valor del capital proviene de las expectativas futuras de renta, traído al valor presente que el capital sea capaz de generar.
Es decir, si un patrimonio deja de generar expectativas de rentas, pierde su valor. Por lo tanto, heredar un activo patrimonial no representa una garantía absoluta para seguir acumulando capital. Afectar a las herencias y legados, ataca de forma directa a la propiedad privada, disminuyendo los incentivos para incrementar los ahorros de largo plazo, sin lograr aumentar las rentas de quienes supuestamente buscan ayudar, es decir, los que menos tienen.
Es importante recordar que el nivel de salarios es producto del stock de capital acumulado en una sociedad; menos tasas de capitalización significan menos productividad, salarios más bajos, y por lo tanto, más pobreza. En muchos casos los herederos deben vender parte del patrimonio para cubrir dichos impuestos, lo que ocasiona inestabilidad o incluso interrupción del proyecto empresarial. No hay que olvidar que las empresas familiares son la base del tejido empresarial en Latinoamérica.
Conclusión. Reducir la desigualdad mediante un impuesto a los activos patrimoniales provenientes de herencia o donaciones, solo empobrece a quienes más tienen, y logra disminuir la desigualdad en el ingreso, pero empobreciendo a todos por igual. El reto debería ser enriquecer a los pobres y no empobrecer a los ricos.
Es importante destacar que al bajar la tasa imponible en Ecuador, se busca ampliar el universo de contribuyentes, lo cual va a afectar sobre todo a la clase media ecuatoriana, quienes ya han pagado antes otros impuestos por ese patrimonio heredable.
La pregunta que queda en el aire es: ¿el impuesto a las herencias y donaciones tiene fines redistributivos, o en realidad es una medida para satisfacer las actuales necesidades fiscales del Gobierno de Correa?