El pasado martes, Sudáfrica reunió en el estadio Soccer City de Johannesburgo a diferentes líderes mundiales, con el fin de rendir homenaje y despedir al ex presidente Nelson Mandela. En este contexto, el saludo entre Barack Obama y Raúl Castro resultó un hito en la reunión y dió pie a las más diversas interpretaciones que van desde un mero gesto de cortesía hasta un mensaje de reconciliación.
En Estados Unidos, personajes como el Secretario de Estado relativizaron el saludo. John Kerry afirmó durante una audiencia en la Cámara baja que “el presidente estuvo en un funeral internacional, y no eligió quién asistía”. Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, dió una interpretación similar al decir que “haberse negado a saludar a Castro habría quedado como un gesto corto de miras y completamente opuesto a la generosidad de espíritu de Mandela”. El senador John McCain, del Partido Republicano, se sorprendió negativamente por el gesto: “¿Por qué habría de saludar a alguien que mantiene americanos en prisión? ¿Cuál es el sentido?”. Finalmente, el ex presidente norteamericano Jimmy Carter sostuvo que espera que esto haya sido “un presagio del futuro”.
Los medios norteamericanos y de todo el mundo también expresaron sus interpretaciones y análisis. El periódico The New York Times desarrolló una nota analizando las posibles intenciones del mandatario estadounidense y cómo el saludo podría afectar sus relaciones con Cuba y con otros actores en el corto plazo.
Estados Unidos y Cuba han flexibilizado en cierto modo su relación en los últimos años, en base a cierto grado de cooperación en temas de narcotráfico e hidrocarburos en alta mar. Si bien la Casa Blanca ha relativizado las connotaciones del saludo, Geoff Thale, quien se desempeña como encargado del programa de Cuba en la Oficina sobre América Latina en Washington, afirmó que el mismo representó “una señal modesta, pero positiva”.