El pasado 31 de agosto, aproximadamente a las 2:40 de la madrugada se registró un incendio en el Pabellón 1-J del Complejo Penitenciario de Carabobo, también conocido como cárcel de Tocuyito, en el centro de Venezuela.
El incendio provocó la muerte de 10 reclusos y ocho familiares de los detenidos, que se encontraban en visita, para el momento del suceso. Las autoridades reportaron que otras 17 personas fueron hospitalizadas por varias heridas y según reportes extraoficiales, la tragedia fue provocada por un cortocircuito.
Mientras esto ocurría en Venezuela, la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, se encuentra de gira por Asia, con el presidente de ese país, Nicolás Maduro. Hasta los momentos, en Venezuela ninguna autoridad se ha pronunciado sobre lo ocurrido, ni ha explicado por qué había visitas dentro del penal de madrugada, en una fiesta.
Los heridos fueron trasladados hacia la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera, en los buses que generalmente son utilizados para el traslado de reclusos a los tribunales. Dentro de esta Ciudad Hospitalaria también se encuentra la medicatura forense en la que las autoridades realizarán la identificación de las víctimas que murieron calcinadas. Toda el área fue tomada por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana.
Una de las familiares de los reclusos, quien fue identificada por los medios locales como María, para resguardar su identidad, aseguró que se encontraba visitando a su esposo cuando el incendio empezó. Ella cuentó que se encontraba recostada cuando vio una gran luz, “mi esposo me dijo que me quedara tranquila que seguramente era que estaban apagando la miniteca de abajo, pero de pronto escuchamos gritos y a ver humo por todas partes”.
También cuenta que todos intentaron sofocar las llamas, puesto que la angustia era inmensa.
Las condiciones de reclusión de los presos venezolanos son precarias. El deterioro de la infraestructura de las cárceles, la sobrepoblación y la falta de presupuesto atentan contra la vida de estas personas. En las instalaciones existen problemas con las tuberías y deterioro de las celdas, principalmente porque estos centros tienen muchos años de antigüedad.
Carlos Nieto Palma, coordinador de la ONG Una Ventana a la Libertad, expresa que no están llegando suficiente alimentos a las cárceles por lo que los reclusos le piden a sus familiares que les lleven comida.
La ONG difundió un video en donde reclusos del Centro Penitenciario del Yare se comen a un gato.
Fuente: El Nacional, Tal Cual Digital