English Probablemente la noticia más refrescante de la carrera presidencial en Estados Unidos sea que Bernie Sanders se mantiene en la lucha por la nominación presidencial por el Partido Demócrata. En las últimas primarias, Sanders derrotó a Hillary Clinton, la candidata del establishment, con un sorprendente 22% de los votos.
Sin embargo, Sanders en realidad está perdiendo, y por mucho.
Lo que realmente importa en la política partidista de Estados Unidos no es el recuento de votos, sino más bien el número de delegados que apoyan a uno u otro candidato al final de las elecciones primarias. Ellos son los que, en última instancia, eligen al candidato presidencial del partido en la convención nacional.
Para el Partido Demócrata, hay 4.763 delegados disponibles, y 2.382 son necesarios para asegurar la nominación.
Superdelegados
Por lo tanto, a pesar de la rotunda victoria sobre Clinton en el caucus de New Hampshire, Sanders, un auto-declarado “socialista democrático”, logró obtener exactamente la misma cantidad de delegados que la exsecretaria de Estado: Quince.
¿Cómo es eso posible? Debido a los “superdelegados”, quienes no están sometidos al resultado de las votaciones. Y ellos están apoyando masivamente a Clinton.
Gerald Warner en Capx explica:
La democracia no se ha de confundir nunca con ley de la calle, a los ojos del Comité Demócrata Nacional (DNC), que ha establecido las normas ante las que se rigen los delegados no comprometidos —coloquialmente llamados “superdelegados”—, basados en la Comisión Hunt en 1982. Estos delegados “no comprometidos” surgen del establishment del partido — de todos los congresistas, gobernadores, miembros del DNC y “líderes distinguidos del partidos” — básicamente, los chicos en los que se puede confiar para mantener el partido bajo control.
Originalmente, los superdelegados representaban 14% de los delegados (Hunt quería 30%), pero el número ha aumentado. Hoy en día existen 710 delegados de 4.764 que hay en la convención. Normalmente serían divididos entre una variedad de candidatos, diluyendo así su influencia, pero en una confrontación entre el establishment de Hillary Clinton y el insurgente Bernie Sanders, van a cerrar filas para defender el statu quo.
De hecho, Clinton tiene nueve veces el número de delegados que tiene Sanders.
Incluso si Sanders se mantiene a la altura de Clinton en cuanto a votos en los próximos caucus, los superdelegados, encargados de hacer cumplir los deseos del establishment del partido, probablemente decidirán quién gana la carrera.
Pero eso puede significar un problema para las credenciales democráticas del Partido Demócrata. Como señala Warner:
[Si Sanders] llegase a la convención con un margen de diferencia de unos pocos cientos de delegados con Clinton, su eliminación mediante los superdelegados de la élite política podría convulsionar letalmente al Partido Demócrata.