Poco se ha hablado en Colombia de los militantes y activistas de izquierda asesinados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Particular atención merecen dos grupos: desmovilizados del Ejército Popular de Liberación (EPL) y militantes del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR). Estos hechos criminales demuestran la complejidad del conflicto colombiano, donde grupos guerrilleros marxistas asesinaron a desmovilizados y militantes de izquierda.
En un contexto de posible renegociación de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno, vale la pena rescatar la verdad de dichos asesinatos. Por otra parte, la desaparición de cientos de desmovilizados del Ejército Popular de Liberación (EPL), hace pensar en la importancia de la protección de las vidas de aquellos guerrilleros de las FARC que decidan reintegrarse a la vida civil.
El exterminio de los “esperanzados”
A mediados de la década de los sesenta, los partidos comunistas del mundo se dividen entre quienes defienden el modelo chino y quienes prefieren el modelo soviético. Ese fue el caso en Colombia, donde se crea el Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista (PCC ML), disidencia maoísta del Partido Comunista de Colombia.
El 17 de julio de 1965 el Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista, en su décimo Congreso decide la creación de una guerrilla de inspiración maoísta: EPL. Pedro Vásquez Rendón, Pedro León Arboleda, Carlos Arias, Aldemar Londoño y Francisco Caraballo se encuentran entre sus principales líderes.
La recién creada guerrilla se concentró en el nororiente antioqueño, y poco a poco se expandió por diferentes departamentos colombianos tales como: Córdoba, Chocó, Valle del Cauca, Caldas y finalmente, por Norte de Santander.
Dada su ideología maoísta, el EPL realizó enormes esfuerzos por reclutar campesinos de la región. La organización guerrillera también recibió considerable apoyo entre líderes sindicales, especialmente en la región del Urabá.
Hacia la década de los setenta, el EPL rompió con China y se acercó al régimen ortodoxo albanés dirigido por Enver Hoxha. La ideología hoxhista, muy impregnada por el estalinismo y el maoísmo, hizo posible que la organización guerrillera guiara aspectos básicos de la vida de sus militantes como su lugar de residencia y la autorización de cuándo casarse. Quienes desobedecieran los lineamientos del movimiento serían castigados severamente.
A pesar de las diferencias políticas entre guerrillas colombianas, producto de las divisiones internacionales entre diferentes vías al socialismo, a mediados de los ochenta se creó la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, organización que buscaba articular las acciones del Movimiento 19 de Abril (M-19) (organización no marxista sino bolivariana), el EPL, el Movimiento Armado Quintín Lame, FARC y ELN.
A mediados de la década de los ochenta, el EPL decidió dialogar con el gobierno de Belisario Betancourt. Las negociaciones llegarían a su fin en el gobierno de César Gaviria en 1991 cuando cerca de 2.200 guerrilleros del EPL dejan las armas y deciden reintegrarse a la vida civil. Algunos miembros del EPL deciden participar de la constituyente colombiana de 1991, el gobierno les otorga dos asientos en la constituyente con voz, pero sin voto.
Darío Mejía y a Bernardo Gutiérrez son designados por la guerrilla hoxhista para ocupar los escaños. La organización cambia su nombre de Ejército Popular de Liberación a “Esperanza, Paz y Libertad”, conservando la sigla EPL, sus miembros serían conocidos como “los esperanzados”.
El gobierno colombiano, obligado mediante los acuerdos alcanzados con el grupo guerrillero, otorgó a los desmovilizados una cierta cantidad de dinero, además de financiar proyectos productivos agrícolas, especialmente en la zona del Urabá, en los departamentos de Antioquia, Chocó y Córdoba. A pesar de las altas expectativas, los miembros del EPL debieron enfrentar tres grandes problemas: políticos, económicos y bélicos.
Según una desmovilizada del EPL entrevistada por el equipo del Panampost y quien prefirió no ser identificada, el problema político fundamental que enfrentaron los desmovilizados fue el de, paradójicamente, asumir la libertad de acción.
Mientras los miembros del EPL hicieron parte de una guerrilla se acostumbraron a obedecer a la cúpula guerrillera; una vez se desmovilizaron, dejaron de obedecer a las jerarquías del grupo y tuvieron que enfrentar la libertad de elegir. Mientras algunos encontraron se reintegraron a la vida civil, otros pasaron a formar parte de grupos paramilitares y otros decidieron continuar en armas.
Quienes siguieron luchando contra el Estado colombiano bajo la sigla EPL fueron liderados por Francisco Caraballo, quien fue encarcelado en 1994 por las autoridades colombianas. Hoy en día quedan facciones del EPL luchando contra el Estado colombiano, especialmente en la región del Catatumbo, en frontera con Venezuela.
En cuanto a los retos económicos, muchos de los proyectos productivos que emprendieron los desmovilizados pronto fracasaron: algunos por la experticia de los exguerrilleros, pero otros muchos por culpa de la difícil situación de seguridad del país.
Muchos exguerrilleros fueron desplazados, robados y extorsionados. En una época en la que el gobierno colombiano enfrentaba a los carteles de la droga, a las FARC, al ELN y la violencia paramilitar mostraba su peor cara; algunos “esperanzados” hacían política electoral en el Urabá sin contar con la protección del Estado colombiano.
Dado el vacío de poder generado por la desaparición del EPL en la región del Urabá, disidentes del EPL y grupos de “autodefensa” liderados por los hermanos Castaño y las FARC intentaron ocupar militarmente la zona y llenar el vacío de poder.
La intención de los paramilitares al mando de los hermanos Castaño era la de detener la acción política de los desmovilizados mediante el exterminio físico de los “esperanzados”. Por su parte, los miembros de las FARC buscaron castigar a sus antiguos colegas de la Coordinadora Simón Bolívar por abandonar la lucha armada, y por tanto, según ellos, respaldar al gobierno colombiano e incluso a las “autodefensas” de los hermanos Castaño.
Entre 1991 y 1996, el Estado colombiano registró cerca de 18 masacres y 763 ataques en contra de los desmovilizados del EPL. 1993 sería un año negro para los desmovilizados del EPL pues las FARC perpetrarían las masacres de las fincas Filipinas, Las Moras, San Rafael, La Lolita entre otras. Sin embargo, la masacre más conocida debido al alto número de muertos (35 en total), ocurrió en 1994 el sector de La Chinita en Apartadó. Los grupos paramilitares también acorralarían, asesinarían y desplazarían a “los esperanzados” especialmente en el Urabá.
Se calcula que unos 600 miembros de Esperanza, Paz y Libertad fueron asesinados luego de su reintegración a la vida civil, casi un 20 % del total de desmovilizados de la organización. Si bien líderes de las FARC, ‘Iván Márquez’ y ‘Pastor Alape’, han pedido perdón a familiares de las víctimas de la masacre de La Chinita, asociaciones civiles solicitan al Estado colombiano y a las FARC el reconocimiento del exterminio del que sus familiares y amigos fueron víctimas.
Ante la posibilidad de finalizar un proceso de paz con las FARC, la trágica experiencia del EPL nos hace recordar la importancia de garantizar la protección física de los desmovilizados frente a los peligros de grupos disidentes dentro de la misma guerrilla o de diferentes organizaciones armadas ilegales. Si el Estado fracasa al proteger a la vida de los desmovilizados, la posibilidad de rearme incrementará.
El MOIR y sus víctimas
El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) es uno de los movimientos de izquierda mejor reconocidos en Colombia, su líder actual, Jorge Enrique Robledo es uno de los líderes políticos más conocidos del país. Aunque algunos de sus disidentes hagan parte del Partido Verde, el Movimiento Progresistas y hasta del derechista Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, hoy en día, el MOIR en día hace parte del Polo Democrático, uno de los partidos políticos de izquierda más votado en el país.
El MOIR surge en Colombia hacia 1969 siendo un partido marxista-leninista maoísta. Actualmente, el movimiento sigue declarándose socialista. Sin embargo, y a diferencia del EPL, el movimiento ha abrazado la democracia y en más de una ocasión ha condenado la lucha armada e incluso a las FARC.
Si bien el MOIR no ha sufrido tan drásticamente la violencia de las FARC como lo sufrieron los esperanzados, las FARC han sido acusadas por miembros del MOIR del asesinato de tres destacados líderes: Luis Eduardo Rolón, Aidée Osorio y Raúl Ramírez Rodríguez.
Luis Eduardo Rolón fue asesinado presuntamente por las FARC en julio de 1985 al sur de Bolívar; a Raúl Ramírez lo mataron en 1986 en Puerto López, corregimiento de El Bagre, Antioquia; y finalmente a Aidée Osorio, estudiante de enfermería, y miembro de la Juventud Patriótica (JUPA), juventudes del MOIR, fue asesinada en 1987 también en el sur de Bolívar.