
EnglishEl pasado domingo el presidente venezolano, Nicolás Maduro, afirmó en un gesto de soberanía política, que la única posibilidad de liberar a Leopoldo López era un canje “hombre a hombre” por el independentista puertorriqueño Oscar López Rivera. Pero el resultado, tanto dentro y fuera de su país, parece no haber sido el esperado por el presidente.
No solo propuso algo que no está contemplado en la jurisdicción nacional, sino que, además, reforzó lo que tanto el Grupo de Detenciones Arbitrarias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Parlamento Europeo han afirmado: Que Leopoldo López, de 43 años, exalcalde del municipio caraqueño de Chacao, y presidente del partido de centroderecha Voluntad Popular, es un preso de conciencia, que su detención es arbitraria, y que debe ser liberado de inmediato.
A esta posición se han adherido ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch. El director de esta última, José Miguel Vivancos, ha señalado que “el canje no es la opción, la única alternativa es la liberación inmediata”.
Desde que, a comienzos de octubre, se produjo el dictamen del Grupo de Detenciones Arbitrarias de la ONU que recomendaba la liberación de López, el dirigente político, acusado de instigación pública, asociación para delinquir, autoría intelectual de incendio intencional y daños a la propiedad pública se ha negado a asistir al juicio que se le sigue en el Tribunal 28 de Juicio del Área Metropolitana de Caracas, argumentando que el mismo es ilegítimo y que la justicia venezolana debe cumplir el dictamen de Naciones Unidas. Para ello solicitó una sentencia de la Corte de Apelaciones que aún no se ha cumplido. La última suspensión del juicio se produjo ayer, 5 de enero, y la siguiente audiencia quedó programada para el martes 13 de enero.
El domingo, horas antes de partir en una gira internacional por Rusia, China y países de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Maduro reveló parte de una breve conversación que sostuvo el 1 de enero con Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, en la toma de posesión del segundo período de la presidenta brasileña Dilma Rousseff.
Según afirmó el presidente venezolano, Biden le solicitó la liberación inmediata de López, a lo cual este respondió que “la única forma de que yo haga uso de mis poderes presidenciales y libere a López es que lo cambie hombre a hombre, pelo a pelo, por el independentista puertorriqueño Oscar López Rivera, lo monte en un avión y lo mande para Estados Unidos”.
Maduro se refirió a Leopoldo López como “el monstruo de Ramo Verde” (nombre de la cárcel militar en la que el dirigente político está preso y en condiciones de aislamiento casi total), como en anteriores ocasiones lo ha calificado de “asesino” por haber promovido, el pasado 12 de febrero, una protesta que se saldó con tres estudiantes muertos (caso por el que hay dos funcionarios de la policía política detenidos) a pesar de que a López no se le ha imputado el delito de homicidio.
La protesta del 12-F fue el detonante de más de tres meses de manifestaciones estudiantiles que dejaron un saldo oficial de 42 fallecidos (la gran mayoría de ellos a manos de fuerzas del orden o de “colectivos”, grupos parapoliciales que apoyan al Gobierno) más de un centenar de detenidos y casi 2 mil personas encausadas.
Según diversas ONG de Derechos Humanos, en las protestas se produjeron 3 mil detenciones arbitrarias y 157 casos registrados de violaciones de derechos humanos, lo que llevó al presidente estadounidense Barack Obama a sancionar una Ley bicameral, promulgada en diciembre, que establece sanciones contra funcionarios venezolanos acusados de violentar los derechos humanos durante las protestas. La aprobación de la Ley fue el detonante para un nuevo congelamiento en las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos, que dio paso a la breve conversación entre Maduro y Biden.
Tras las declaraciones de Maduro, las reacciones, tanto nacionales como internacionales, no se hicieron esperar. Desde la coalición opositora venezolana (Mesa de la Unidad Democrática) como desde el propio partido de López, se señaló que la propuesta de canje del presidente venezolano reconoce dos cosas: Que es un preso de conciencia y que, además, es un rehén del régimen, que desearía que tomara el camino del exilio por una sencilla razón: López es, en este momento, el político más popular del país, y su popularidad dobla la que tiene Maduro, que enfrenta las peores cifras de aceptación desde 1999, cuando Hugo Chávez ganó las elecciones que llevaron al establecimiento de la llamada “revolución bolivariana”.
Rechazo interno y externo
Leopoldo Castillo, uno de los periodistas más influyentes del país, con 1,3 millones de seguidores en la red social Twitter, escribió que “el canje de Leopoldo López es noticia internacional. Si Maduro pretendió hacer una gracia le salió una morisqueta”.
El canje de Leopoldo López es noticia internacional. Si Maduro pretendió una gracia le salió una morisqueta
— Leopoldo Castillo (@elcitizen) January 5, 2015
Mientras, tanto la esposa de López, Lilian Tintori (quien se ha convertido en su vocera oficial) como Freddy Guevara, coordinador nacional de Voluntad Popular, han rechazado la posibilidad de que el dirigente político salga del país.
“Maduro, este no es un tema de canjes, es un tema de justicia”, indicó Tintori, en tanto que Guevara señaló que “lo único que esto pone en evidencia es que Leopoldo es un secuestrado y Maduro es un secuestrador; si a alguien le quedaba duda de que Leopoldo es un preso político (…) a ayer le quedó clarísimo a todo el mundo, cuando Maduro propone cambiarlo por otro preso político”.
Solo Juan Carlos Gutiérrez, jefe del equipo de defensa de Leopoldo López, abrió alguna esperanza a la posibilidad del canje e indulto, señalando que “si Estados Unidos aceptara la propuesta, estaríamos dispuestos a sentarnos a evaluarla”, aunque dejó claro que “desde el punto de vista jurídico, esto es abiertamente inconstitucional”.
Estados Unidos, sin embargo, respondió, en menos de 24 horas, a través de Jen Psaki, portavoz del Departamento de Estado, quien señaló que “no hay comparación entre los dos casos (el de Leopoldo López y el de Óscar López) (…) es lamentable que Leopoldo López esté siendo condenado en televisión por el presidente, sin la celebración de un juicio. Para todas las cuestiones judiciales sobre Óscar López Rivera los remito al Departamento de Justicia”, expresó.
Juristas como Alberto Arteaga, uno de los penalistas más reconocidos del país suramericano, también han expresado su asombro por la propuesta de Maduro. “Esta propuesta no tiene precedentes en Venezuela”, indicó el abogado. “La hipótesis del canje no está incluida en el ordenamiento jurídico venezolano, y él (Maduro) no tiene facultad para proponer nada más que el indulto”, señaló. “Lo que vemos es que la persecución contra López es política, y Maduro ya no tiene el menor recato en ocultarlo”.
En un tono más político, el gobernador de Miranda y líder opositor Henrique Capriles señaló que Maduro “debería poner a funcionar el cerebro antes de hablar (…) que cosa es esa de pedir un canje por un señor que nada tiene que ver con nosotros (…) Queremos justicia para Leopoldo López y los demás compañeros presos”.
Mientras esto se dilucida, López continúa preso, desde el pasado 19 de febrero, y según Juan Francisco Alonso, periodista del diario El Universal que ha cubierto el proceso en su contra, el mismo se podrá tomar, incluso, todo el año 2015. El reportero señaló que “ciertamente no hay precedentes” en la oferta de Maduro al líder de Voluntad Popular, y que el juicio se ha llevado a cabo en condiciones de inequidad entre las pruebas que puede presentar la Fiscalía y las contrapruebas que se le han admitido al acusado; prácticamente ninguna.
Contra el dirigente político se pide una pena de 16 años de cárcel y sus condiciones de salud, dentro de la dura prisión que padece, se han debilitado. Tanto él como los alcaldes Enzo Scarano y Daniel Ceballos, también detenidos durante las protestas de marzo-julio, han denunciado vejámenes y privaciones por la dirección militar de la cárcel, así como falta de asistencia sanitaria.