EnglishLas relaciones entre el “chavismo” y la Iglesia Católica venezolana, siempre tensas, se calentarán aún más a partir de la exhortación Pastoral del 12 de enero, “Renovación Ética y Espiritual frente a la Crisis” de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), en la cual esta fustiga al Gobierno de Nicolás Maduro, acusándolo de llevar “un camino equivocado” y de “imponer un sistema político-económico de corte socialista marxista o comunista”.
“Ese sistema es totalitario y centralista, establece el control del Estado sobre todos los aspectos de la vida de los ciudadanos y de las instituciones públicas y privadas. Además, atenta contra la libertad y los derechos de las personas y asociaciones y ha conducido a la opresión y a la ruina a todos los países donde se ha aplicado”, señala el documento, que ya ha tenido reacciones en el Gobierno; no de Maduro, quien se encuentra en una gira por Asia y el Medio Oriente, más si del segundo hombre del chavismo, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien exhortó a la Iglesia “a inscribir un partido político, porque hablan más como políticos que como católicos”.
En Venezuela se intentó imponer una Iglesia Católica Reformada, chavista, que funciona desde 2008
La CEV no ha respondido a los señalamientos, remitiendo a la lectura de su Pastoral, en la que también señala que desde el Gobierno “se desprecia cualquier propuesta que no sea la oficial”, y que la intención totalitaria se muestra en “el desarrollo de una hegemonía comunicacional que entraba y limita la actuación de medios independientes, en el propósito de controlar los sindicatos, en la persecución por vía judicial de la disidencia política, en la multiplicación de leyes, normativas y procedimientos que dificultan la acción del sector privado, incluso de aquellas organizaciones sin fines de lucro que se dedican a promover obras de beneficio social”.
Igualmente, fustiga al Gobierno por la reciente designación de los miembros del Consejo Nacional Electoral, de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y de miembros del Poder Ciudadano, señalando que se hizo “de acuerdo con intereses partidistas, que no refleja la pluralidad política del país (…) De nuevo afirmamos: el socialismo marxista es un camino equivocado, y por eso no se debe establecer en Venezuela”, señala la CEV, que llama al diálogo entre los actores políticos, a que el Gobierno asuma su responsabilidad para “evitar el empeoramiento de la crisis” y a los líderes de la oposición a “presentar un proyecto común de país y trabajar por Venezuela, superando las tentaciones de personalismo”.
Según la CEV, en el país se vive “la angustia generalizada del pueblo por la crisis económica que sufrimos, pues se ve sometido a dificultades nunca vistas para tener acceso a artículos de primera necesidad”, dice el documento antes de emitir un diagnóstico sobre los principales males de la economía venezolana, y advertir sobre el aumento de la pobreza.
Agrega que esta crisis, y la violencia social que se vive, “revela una situación aún más profunda: una crisis moral, de valores, actitudes, motivaciones y conductas, que es preciso corregir. Tenemos que superar actitudes como el afán de riqueza fácil y la corrupción, la soberbia política, la prepotencia y el ansia del poder, el egoísmo, la pereza, el odio y la violencia. Y hemos de rescatar los principios de legalidad, legitimidad y moralidad que sustentan el entramado de la convivencia social”.
Larga historia de desencuentros
La relación entre la Iglesia y el “chavismo” ha sido tensa desde 1998, cuando el fallecido Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela, y ha tenido picos de conflictividad relacionados con los momentos en los que el poder de este movimiento político ha estado amenazado.
Como lo señala el documento de la CEV, la Iglesia participó en un proceso de diálogo, promovido el año pasado por Aldo Giordano, nuncio apostólico, a petición del papa Francisco y del secretario de Estado, Pietro Parolín, quien, de hecho, salió de la Nunciatura Apostólica venezolana para ocupar el segundo cargo de importancia en el Vaticano. Ese diálogo, “lamentablemente, no pasó de sus primeros encuentros”, señala el documento de la Conferencia Episcopal.
El año pasado, la dirigencia del partido recitó el “Chávez Nuestro”, que la Iglesia calificó de “idolatría”
En algunos momentos particularmente álgidos, el fallecido Chávez calificó a los obispos de “diablos con sotana”, y con motivo de la muerte del cardenal Ignacio Velasco, el entonces presidente dijo, en un discurso público, “nos vemos en el Infierno”, lo cual levantó la indignación del mundo católico.
Chávez acusaba a Velasco de haber participado en el golpe de Estado que lo desalojó brevemente de la presidencia en 2002.
El fallecido presidente llegó, incluso, a intentar imponer una Iglesia Católica Reformada, con influencia chavista, que funciona desde 2008, pero que no ha podido pasar más allá de lo meramente testimonial.
Aunque Maduro no ha llegado a los insultos con la cúpula eclesiástica, sí ha tenido también tropiezos con la Iglesia. El más reciente ocurrió en septiembre del año pasado cuando en un acto público la dirigencia del partido de Gobierno recitó el “Chávez Nuestro”, una versión del Padre Nuestro que hace referencia al fallecido presidente.
Tras ser acusada de idolatría, por la Conferencia Episcopal, Maduro defendió la oración, señalando que “exigía respeto al Pueblo Creador”.
La Iglesia ha tenido una participación estelar en momentos puntuales de la vida venezolana, especialmente, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-58). Es conocida una Pastoral de Monseñor Rafael Arias Blanco, publicada en mayo de 1957, que resultó decisiva para la caída del régimen el 23 de enero de 1958, fecha que está próxima a conmemorarse, y para la cual la Oposición venezolana había anunciado movilizaciones.
Fiel a su estilo confrontador, el partido gobernante ha anunciado también una manifestación para ese día.