EnglishSurgido del mundo de la educación, y convertido en “periodista popular”, Jesús “Chúo” Torrealba ha dado el salto, sin escalas, a la alta política, al convertirse en secretario general de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) hace cinco meses. Lo hizo en un momento crítico de la coalición opositora venezolana, prácticamente dividida y en medio de violentas protestas en todo el país contra el Gobierno de Nicolás Maduro.
Con Torrealba, la MUD ganó músculo popular y, con trabajo de filigrana, este dirigente ha ido recomponiendo la unidad de las filas opositoras al chavismo, al punto de que señala que la transición política “ha comenzado en Venezuela”.
PanAm Post conversó con el dirigente opositor a propósito de anuncios que la MUD realizará este 23 de enero y con los cuales inicia una agenda de protestas por la crisis económica y social que vive el país suramericano.
¿Cuál es la razón para estas movilizaciones, y qué convocatoria esperan ustedes de ellas?
Más allá de las movilizaciones está tener una visión compartida de la crisis. Tenemos una crisis política, económica, social, muy profundas. Es vital, para no responder de forma espasmódica ante los eventos que en esta crisis pudieran producirse, contar con una visión compartida. Y ese es precisamente el contenido del mensaje a la nación que la oposición va a emitir hoy.
“Las colas son una molestia, pero el problema es la escasez generada por un modelo económico que produce y distribuye miseria”
El día sábado [24 de enero] vamos a tener una serie de movilizaciones en toda Venezuela, que tienen como lema paraguas “Marchas contra el hambre y por el cambio”. Creemos que por supuesto, las colas llaman la atención en el mundo; nadie se explica cómo la economía con más recursos de América Latina terminó disputándose con Haití el último lugar de la región, después de haber percibido casi US$800.000 millones en los últimos 12 años.
Allí es donde quiere llegar la oposición: Las colas son una molestia, pero el problema es la escasez generada por un modelo económico que produce y distribuye miseria, que promueve la precariedad; y por un régimen político que brinda impunidad a los ineficientes y a los corruptos.
¿Qué tipo de anuncios se van a realizar hoy? ¿Ustedes se van a proponer como una alternativa de poder?
Lo que está planteado hoy en Venezuela es el tema del poder, independientemente de que las elecciones de este año sean parlamentarias. Esto se percibe con claridad en la calle; la gente dice cosas como “esto no lo aguanta nadie”, o “aquí tiene que venir un cambio”, y cuando se expresan de esta manera no están hablando de un golpe de Estado, ni una asonada sangrienta. Lo que se dice es que este poder no es capaz de brindar soluciones y es necesario un cambio.
“El proyecto chavista tiene en su ADN un culto a la violencia por la violencia misma (…) puede haber tentaciones de una ruptura del hilo constitucional”
Los anuncios están centrados en esta idea. Que lo que hasta ahora ha sido la oposición asume el nuevo reto que le impone la crisis. Hay que dejar de ser oposición, dejar de ser resistencia, y asumirnos como alternativa de poder. Esto pasa por satisfacer una precondición: la unidad. Por eso, precisamente, liderazgos como los de Henrique Capriles, María Corina Machado, Leopoldo López, aparecen hoy en ese ejercicio de una postura cada vez más unitaria.
Pero además necesitamos tener protocolos de actuación consensuados ante las contingencias que pudieran venir en el desarrollo de la crisis. Tenemos una estrategia claramente definida: Es buscar el cambio político urgente, de Gobierno y de modelo, mediante mecanismos democráticos, constitucionales, pacíficos y electorales.
Pero, como estamos en una crisis política, puede ocurrir otro escenario, como una agudización del malestar social, puede ocurrir, incluso, algún tipo de alteración del hilo constitucional. El proyecto chavista tiene en su ADN un culto a la violencia por la violencia misma; no es de descartar el peligro de que nuevamente, desde ese sector, insurja algún tipo de mecanismo de esa naturaleza.
La alternativa democrática tiene la responsabilidad de tener protocolos de actuación para cualquiera de esas contingencias. Si se produce un estallido social, ejercer nuestra capacidad de liderazgo para darle orientación, conducción, de tal manera que tenga un cauce democrático. Si se produce algún tipo de pretensión de resolver la crisis por mecanismos no constitucionales, la oposición estará, clara y sólida, en una posición de rechazo a esta o cualquiera otra dictadura.
En caso de que finalmente y como deseamos, se imponga el escenario electoral, nuestra posición tiene que ser ganar, y ganar por amplio margen, ese escenario electoral, en el Poder Legislativo, para hacer de la Asamblea Nacional la llave de la solución política a la crisis venezolana.
Todos los analistas políticos coinciden en que la salida a esta crisis pasa por un acercamiento y una negociación con el chavismo moderado. ¿Esos contactos se están dando?
Para lograr la solución a la crisis y darle gobernabilidad al país es necesario que haya un proceso en el cual participen los sectores del oficialismo que estén conscientes de la importancia de su propio proyecto político y tengan amor por Venezuela. No dudamos de que esos sectores puedan existir y emerger. Por el momento no lo han hecho; aparentemente aún son víctimas del chantaje interno. No son especulaciones mías, son palabras del propio Nicolás Maduro, cuando regresó de su periplo por el exterior; al referirse a los chavistas disidentes los llamó “bates quebrados” y “traidores de poca monta”.
“Estamos en un proceso de transición democrática en Venezuela, y ese proceso se ha acelerado, pero lo responsable es abordarlo sin criterios inmediatistas”
Así que por lo pronto esos sectores están agazapados en la dinámica interna del oficialismo. En la medida en que la crisis se desarrolle y se profundice, emerjan; y emerjan antes de que la crisis le salga demasiado cara al país.
Yo no tengo dudas de que dentro del oficialismo hay personas que saben que el chavismo puede gravitar en la política venezolana por muchas décadas; pero es necesario que comprendan que una cosa es el oficialismo y otra la anécdota desafortunada del Diosdado-Madurismo.
¿Cuál sería el peor escenario que ustedes contemplan? Porque parece que ustedes piensan que una transición es inminente en Venezuela…
Estamos en un proceso de transición democrática en Venezuela, y ese proceso se ha acelerado, pero lo responsable es abordarlo sin criterios inmediatistas, porque esa es la manera más segura de equivocarse. Y esos yerros los tenemos con abundancia en los últimos quince años.
Subrayo esto: Que estemos en transición no significa que estemos en presencia de una situación de desenlaces inminentes. Ese lenguaje de telenovela es preferible no utilizarlo. No estamos en los capítulos finales; estamos en una crisis política donde lo responsable, lo serio, es abordarlo con criterio no inmediatista. Hay que hacer un trabajo de cultura y músculo democrático en la base de la sociedad, en los barrios y urbanizaciones, en los pobres y los empobrecidos; en los sectores populares y la muy golpeada clase media, un trabajo de construcción de tejido y cultura democrática. ¿Por qué? Porque si se plantea alguno de los escenarios que hemos conversado, la alternativa democrática tiene que tener músculo y cultura democrática en la base de la pirámide social.
Nosotros prevemos, responsablemente, que se puedan presentar escenarios de diversa naturaleza, pero estamos trabajando con mucha claridad para que el escenario que tenga más probabilidad de ocurrencia sea uno de salida pacífica y electoral de la crisis. Si son otros los escenarios que se presentan, tenemos protocolos para responder, siempre desde la perspectiva de la no violencia activa, de exigir que el destino de Venezuela sea decidido no por unos supuestos salvadores de la Patria, los cuales, como ya hemos visto, cuando pasan factura es muy abultada; sino por el pueblo venezolano en consulta libre.