En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. George Orwell.
EnglishEl presidente venezolano, Nicolás Maduro, dio el lunes al anochecer, hora de su país, una rueda de prensa a corresponsales extranjeros. Nada diferente a lo que hacía su padre putativo, el finado presidente Hugo Chávez; ninguno de los dos quiso jamás enfrentarse a la prensa local, la consideran, seguramente, poco para su talla política, o sencillamente, no se reúnen con quienes, señalan, son “golpistas”, o “conspiradores”. Aunque, curiosamente, ambos decían lo mismo de la prensa internacional.
Durante la rueda de prensa, dedicada a justificar las más de mil deportaciones de colombianos de la zona fronteriza del estado Táchira, y el estado de excepción decretado en cinco municipios de esa entidad, Maduro se refirió a “esos periodistas de la derecha que están en Panamá (…) una conspiradora de la derecha”; y aunque hay cientos de periodistas (como cientos de miles de venezolanos) que han encontrado acogida en el país istmeño, esta frase solo podía referirse a nuestra compañera de PanAm Post, la editora Thábata Molina.
Para el Gobierno de Maduro, cualquiera que cuente las cosas como son o que se le oponga es “de derecha”, cuando en el fondo y en la forma, él y todo su régimen se comportan como fascistas. Nunca en la historia de la Humanidad hubo una conspiradora más improbable.
Aunque Maduro trata de hacerla parecer la Mata Hari, Thábata tiene lazos sólidos entre sus amigos y familiares, es menudita y de voz fina; va de frente por la vida y mucha gente la conoce. Esto no corresponde con el perfil de una “golpista”. ¿De derecha? Solo en la mano que usa para escribir.
Tan poco amenazante es Molina, que su cuenta Twitter es @thabatica, como la llaman sus muchísimos amigos; eso sí, esta periodista sabe lo que es pelear por la verdad. Como que nació en Catia, pues, la zona popular de Caracas donde el tonto muere pequeño y la gente es guerrera porque si no, te pasan por encima. En Catia, por valiente, fue secuestrada varias horas por “La Piedrita“, un “colectivo” (grupo armado) de los que apoyan al Gobierno venezolano, solo porque se atrevió a llegar a sus predios, armada de un grabador y una cámara de fotos, a intentar hacer su trabajo periodístico. Golpeada. El caso, por supuesto, no fue investigado.
Pero Maduro (que está claro por sus actuaciones que no nació en Catia; de hecho hay cuatro versiones diferentes sobre dónde nació, incluso una que dice que en Colombia) es un gran aficionado a las teorías de la conspiración, quizás porque sus días se van en buscar excusas para el fenomenal descalabro que vive Venezuela tras 16 años de “revolución bolivariana”; y Thábata, excelente profesional del periodismo (a quien me honra haber dirigido dos veces, en El Universal y en PanAm Post), publicó una serie de 14 tuits con detalles acerca de la supuesta “emboscada” a tres militares venezolanos (que derivó en el estado de excepción). Estos tuits fueron recogidos por la página web La Patilla, otro de los “sospechosos habituales” del errático presidente venezolano.
12.- Por qué no decretan estado d excepción en Aragua y Gua´rico a ver si atrapan al Picure, al Juvenal y sus bandas? Esos son como 60 tipos
— Thabata Molina (@Thabatica) August 22, 2015
11.- Decretar un estad de excepción en Táchira no es más que otro show de Nicolás para desviar la atención de la crisis económica del país
— Thabata Molina (@Thabatica) August 22, 2015
Harta, como tantos otros, de la inseguridad, de los bajos sueldos y de la escasez en Venezuela, así como del sombrío panorama de los censurados y autocensurados medios de comunicación (todos estos subproductos de las “administraciones” de Chávez y Maduro), Thábata se buscó su destino fuera del país. Ni más ni menos. Pero es tan buena periodista, tiene tan buenos contactos en la fuente que cultivó (la policial) que aún a la distancia vive amargándole las versiones oficiales tanto a Maduro como a Luisa Ortega Díaz, la obsecuente fiscal general que le convalida todos los excesos y que, por cierto, ni siquiera ha salido a decir esta boca es mía ante la grave situación de derechos humanos que parece estar viviéndose en estos días en la frontera colombo-venezolana, y que es objeto de la mayor preocupación de las autoridades del vecino país.
El Gobierno la tiene tan atravesada que intenta hackearle los correos y las cuentas de redes sociales; pero no ha podido desmentir lo que dijo sobre el asesinato del diputado Robert Serra, ni lo que dice ahora sobre lo que sucede en la frontera, y que parcialmente ha sido corroborado por el diario El Nuevo Herald, de Miami, utilizando otras fuentes. La mayor desesperación de Maduro es saber que las filtraciones que ella publica vienen de las más altas esferas de su administración, y eso aumenta su paranoia.
Nada peor, ni más peligroso, que un miedoso que ve fantasmas en todas partes. Thábata, quien es muy peligrosa por el hecho simple de decir la verdad y no venderse, por supuesto, teme aunque esté lejos. Teme por sus seres queridos en Venezuela, porque esta gente que ya no gobierna el país, sino que boquea por sobrevivir otra semana, puede actuar con desesperación.
Mientras tanto, que sepan Maduro y sus secuaces que aunque tienen la hegemonía comunicacional; que aunque al presidente le guste recalcar a cada rato su supuesto parecido con Stalin (quien por cierto es la inspiración del “Gran Hermano” de Orwell), por ignorancia de la Historia o por ganas de amenazar; y que aunque hayan logrado intimidar a casi todos los que se les enfrentan, siempre quedarán Thábata Molina y otros periodistas como ella, que desde el exilio (externo o interno) seguirán enfrentándolos. Porque es lo que nos tocó vivir, es nuestra obligación como ciudadanos y como profesionales; y porque, como dijo el escritor romano Alexandre Vlahuta, la verdad sabe esperar; solo la mentira tiene prisa.