El influyente diario estadounidense Washington Post emitió hoy un editorial en su edición impresa, titulado “Venezuela necesita desesperadamente una intervención política” en el que clama porque la OEA aplique a toda velocidad la Carta Democrática Interamericana contra el régimen de Nicolás Maduro.
El rotativo también señala que el país está a punto de una explosión social, mientras Maduro desoye a toda la región y avanza en una política de confrontación y condena a los venezolanos al colapso de su alimentación y su salud.
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A continuación, el texto del editorial:
UNA VICTORIA OPOSITORA en las elecciones parlamentarias de diciembre dio a Venezuela una frágil oportunidad de enfrentar lo que ha sido una acelerada espiral hacia un colapso político y económico. Si hubiera decidido pactar o negociar con los líderes opositores, el profundamente impopular Gobierno de Nicolás Maduro hubiera sido capaz de aliviar las crecientes tensiones políticas, y de construir consensos sobre las medidas de estabilización económica que se necesitan desesperadamente. Fue urgido a seguir esta ruta por la administración de Barack Obama y la mayoría de los Gobiernos latinoamericanos, con la notable excepción de su aliado más cercano, Cuba.
Desafortunadamente, el régimen ha desarrollado una política de guerra de tierra arrasada con la Asamblea Nacional, a pesar de las calamidades que sufren cotidianamente los venezolanos de a pie están aumentando. El Tribunal Supremo de Justicia, copado ilegalmente con partidarios del Gobierno antes de que la nueva legislatura asumiera sus cargos, ha procedido a despojar a la mayoría opositora de sus poderes constitucionales y a rechazar cada una de las leyes que ha aprobado: La última de ellas, el lunes, fue una Ley de Amnistía que hubiera liberado a 76 activistas de la oposición, incluyendo tres figuras principales cuya liberación es un punto de partida esencial para la reconciliación política.
Como todas las sentencias que ha emitido, la que emitió el Tribunal Supremo para rechazar la liberación de presos políticos fue ridícula por su falta de argumentos legales. El Tribunal indicó que esta liberación habría sido injusta para con las víctimas de la violencia de las manifestaciones gubernamentales hace dos años. Pero como han documentado extensivamente las organizaciones de derechos humanos, la mayor parte del derramamiento de sangre, incluyendo 43 asesinatos, fue cometida por las fuerzas de seguridad del régimen; lejos de enredarse en la violencia, los líderes de oposición dieron discursos contra ella. No importó: Leopoldo López, el más importante de los políticos detenidos, fue sentenciado a cerca de 14 años de cárcel por, según se alegó, incitar a la violencia a través de “mensajes subliminales”.
Aparte de la cruda violación del estado de Derecho, el compromiso del señor Maduro con la confrontación es relevante porque Venezuela, una nación de 30 millones de habitantes con las reservas más grandes de petróleo del mundo, se aproxima a un colapso calamitoso. Las tiendas están vacías de alimentos y medicinas básicos, y el Gobierno está a pocos meses de caer en una moratoria de su deuda externa. Una severa escasez de agua y electricidad se ha desarrollado en los últimos meses; la inflación es de tres dígitos, y la violencia criminal abunda. La única respuesta del Gobierno son medidas insensatas, tales como decretar una semana laboral de cuatro días para todos los empleados públicos.
Los líderes de la oposición ahora siguen la estrategia de intentar desalojar legalmente al Gobierno, recolectando firmas para un referendo revocatorio, o aprobar una ley que reduzca el período del presidente Maduro. Casi con toda certeza, los esbirros del régimen en el Tribunal Supremo y la autoridad electoral declararán nulas estas iniciativas, sin importar su legalidad. Considerando las extremas privaciones que está padeciendo el pueblo, las probabilidades de desórdenes masivos son altas.
Venezuela necesita desesperadamente una intervención política de sus vecinos, que tienen un mecanismo expedito en la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos; un tratado que provee una acción colectiva cuando un régimen viola las normas constitucionales. Pero los líderes de la región están distraídos: Brasil sufre su propia crisis política, mientras la administración de Obama está preocupada por su trato con Cuba. Mientras la Casa Blanca corteja a los Castro, estos usan su control sobre las fuerzas de seguridad e inteligencia venezolanas, y a Maduro, su acólito de larga data, para fomentar sus técnicas kamikaze. Probablemente no estemos lejos de una explosión.
Fuente: The Washington Post.