En política cada acto lleva implícito un mensaje. Sería muy absurdo, luego de 17 años no ver un patrón en los hechos de la última semana en Venezuela, y aún más, atribuirle este patrón a una supuesta torpeza, o un descuido. Veamos los hechos en orden:
El lunes 17 de octubre la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en una sentencia que pasará a la Historia por no contener ningún razonamiento basado en leyes, decidió que el 20 % de las firmas para el referendo revocatorio debería recogerse en cada estado.
El martes 18 de octubre sin que nadie se lo preguntara, el Consejo Nacional Electoral (CNE), luego de estar en silencio sobre el tema durante todo el 2016, anunció que realizará elecciones de gobernadores seis meses después de su lapso. Además anunció que en febrero iniciará el proceso de “relegitimación” de los partidos políticos que no han participado en las dos últimas elecciones, por haberse cobijado bajo la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Ese mismo día, Maduro, intempestivamente, anuncia una “gira internacional” que lo llevará a lugares como Azerbaiyán (¿) para recuperar los precios del petróleo.
El jueves 20 de octubre en orden sucesivo, los gobernadores de Aragua, Tarek El Aissami; de Carabobo, Francisco Ameliach; de Bolívar, Francisco Rangel; de Apure, Ramón Carrizález; y Diosdado Cabello, quien no es gobernador pero por “casualidad” se encontraba en un acto proselitista en Monagas, anunciaron que tribunales penales de estos cinco estados “anulaban” la recolección del 1 % de las firmas y “suspendían” el proceso de recolección de 20 % de las firmas para el referendo revocatorio, previsto para la semana que viene.
Maduro, quien en ese momento tenía secuestradas las señales de radio y televisión con una cadena, no hace mención a nada de esto, como tampoco cuando parte a la gira. Sorpresivamente, la televisión estatal transmite su partida, algo que no había hecho durante mucho tiempo, y el mandatario anuncia su fecha de retorno para “muy pronto” (sic).
A las 8:00 p.m (hora local), en un lapso relámpago para lo que suele ser su velocidad de respuesta, y mediante un comunicado, el CNE anuncia que suspende sine díe la recolección de firmas, “acatando” sentencias de tribunales penales (que no tienen competencia electoral) y además regionales (cuyas sentencias no pueden ser aplicables nacionalmente, pero claro, está la sentencia del TSJ que ordena recoger 20 % por estado).
Por supuesto, en las horas que mediaron entre el anuncio de los gobernadores y Cabello y el del CNE, los analistas jurídicos señalaron que era imposible, por demasiado burdo, que una sentencia de un tribunal de primera instancia (y además en lo penal) impidiera un acto hecho, además, por un poder supuestamente independiente, como lo es el electoral. Todos advirtieron, sin embargo, que en un país como Venezuela, con instituciones de plastilina, que el CNE fallara finalmente como lo hizo no solo era posible, sino hasta esperable.
¿Por qué decimos que cada acto político, y más en el Gobierno de Maduro, lleva implícito un mensaje? En primer lugar, basta ver quiénes son los que anuncian las sentencias contra el referendo: probablemente, los más radicales del chavismo, y los más cuestionados no solo por corrupción, sino también, según se ha denunciado, por narcotráfico.
De hecho, en Monagas el anuncio no lo hace la gobernadora Yelitze Santaella, como en los restantes estados, sino el propio Cabello, que se reserva el derecho de desmoralizar. (Hay que decir que el rostro de Santaella, probablemente, no es conocido ni en el estado en que gobierna).
Cabello es “el coco”, es “el policía malo”; es el que Maduro pone como eventual vicepresidente si lo llegan a revocar. Pero además, es un hombre acusado internacionalmente; junto con El Aissami, son probablemente los que tengan más que perder si el Gobierno de Maduro cae.
Un acto tan burdo, tan manifiestamente agresor de las leyes, no se hace por torpeza, sino justamente para decirle al resto de los venezolanos que la voluntad de los que mandan es la ley; que quien no esté de acuerdo, solo tiene enfrente suyo las posibilidades de la cárcel o el exilio, o cómo ha sucedido en los casos más recientes, de ambas.
Maduro, a su vez, manda también un mensaje con su silencio y con su marcha: está por encima de esas cosas, nada de eso le interesa. Lo suyo es “gobernar”. Es “la economía”. Aunque se sabe que a lo interno del chavismo hay una inmensa procesión, y que probablemente estas últimas acciones le cuesten una fractura interna que lo deje más debilitado; y hay una segunda lectura de su viaje. Sabe que las cosas se pondrán difíciles, y si algo explotara, es mejor estar afuera.
La propia distribución geográfica de los dirigentes chavistas indica que saben que es más difícil atraparlos si están todos juntos, ante una eventual asonada; u organizar una contraofensiva si la protesta popular se sale de los controles de la “institucionalidad” (las Fuerzas Armadas) y tiene que ser reprimida por los colectivos. Aquí, también, las comillas son intencionales: Ni Maduro gobierna, ni entiende de economía, ni las Fuerzas Armadas son institucionales.
Finalmente, está el mensaje de los tribunales penales y de control que suspenden los procesos y que están más sincronizados que si tuvieran Bluetooth. Hasta ahora, solo se conoce la sentencia del Tribunal Primero Penal de Bolívar, que firma la jueza Norkys Bolívar, y que dice cuatro cosas:
- Se anula la recolección del 1 % realizada en junio.
- Se acusa a quienes organizaron la recolección de fraude (Andrés Velásquez, Raúl Yusef y Braulio Merino), de falsa atestación, suministro de datos falsos y agavillamiento;
- Se suspende la recolección del 20 % de la próxima semana;
- Y se prohíbe la salida del país a Velásquez, Yusef y Merino.
La boleta de notificación de suspensión de los efectos dek 1% en el estado Bolívar pic.twitter.com/pZJNXw1pfH
— Eugenio G. Martínez (@puzkas) October 20, 2016
Horas más tarde, se conoce que a otros dirigentes, como a Henrique Capriles y Chúo Torrealba, también se les suspendió la salida del país, aunque no se sabe con base en qué.
La jugada de los tribunales está muy clara: si estos dirigentes cometieron fraude, lo primero que va a pasar es que no pueden salir del país a explicar qué es lo que pasa en Venezuela, cuando son las voces más autorizadas; lo siguiente es que con base en la acusación de fraude, se va a proceder a ilegitimar a la MUD, y luego, gracias al anuncio del CNE del martes 18 de octubre, se va a hacer lo imposible por evitar que partidos como Primero Justicia o Voluntad Popular se relegitimen.
Así, la “democracia” venezolana quedará conformada solo por el PSUV, el partido de Gobierno, y dos o tres satélites que den la impresión de “pluralidad”, mientras la oposición verdadera pasa a la clandestinidad.
Y acá nos dictan prohibición de salida del país!Pierden una vez más su tiempo!Atentos a los anuncios en las próximas hrs! pic.twitter.com/u72rY4Lwqv
— Henrique Capriles R. (@hcapriles) October 21, 2016
El gran mensaje, en este collage de mensajes, es uno solo: “Dictadura”.
Queda de los venezolanos decidir si lo permitimos o no. Por lo pronto, a la hora de escribir esta nota, a la MUD todavía le faltan seis horas para fijar una posición que tenía que tener, al menos, esbozada.
Y ese es otro mensaje. Interprétenlo ustedes. Yo no estoy de ánimo.