Alguien (seguramente uno de estos “asesores” que, como decía Serrat, “serán sabios a costa de los errores ajenos”) debe haber recomendado a Nicolás Maduro que luzca esponjado, canchero, y bailando, cada vez que aparece en público con su esposa y por más señas tía de los “narcosobrinos”, Cilia Flores.
Lucirá, así,(debe haber pensado el asesor), despreocupado, jacarandoso, viviendo en un país en el que la gente es igual de feliz que otrora, cuando bailábamos siempre, el dinero alcanzaba (porque no lo robaban los megacorruptos del régimen de Venezuela) y nos quejábamos de la democracia, pero no temíamos las consecuencias de hacerlo, como ahora, cuando la policía política mantiene presa a la gente incluso con boletas de excarcelación.
Y ni mencionar a los narcosobrinos, porque calladitos, tanto Maduro como Cilia se defienden mejor: en un país donde un presidente controla todos los poderes, es preferible pasar por pendejo, más cuando se tiene la cara, que por cómplice de un delito tan grave.
Osea si un miembro de mi círculo cercano es narcotraficante y yo controlo Sebin, DIM , FAB, CIPC y yo no se nada o soy gafo o cómplice.
— Julio Montoya Medero (@juliocmontoya) November 18, 2016
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Nada de lo recomendado por semejantes “asesores”, por supuesto, es cierto, salvo que es posible que Maduro sí se encuentre despreocupado, luego de haber desmontado la amenaza de una defenestración popular porque la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a su vez, desarmó, accediendo a un diálogo a destiempo, la bomba de relojería de las protestas sociales.
Como todo irresponsable, el mandatario venezolano no ve que con su actitud, no solo está aumentando nuevamente el descontento de la calle, sino que alrededor suyo (y no solo con el caso de los primos Franqui Flores de Freitas y Efraín Campo Flores) hay una serie de asuntos a punto de hacer crisis: el más importante y al que menos está atendiendo es justamente el hambre, que crece, además, mientras desde la sociedad se observa con cada vez mayor rabia como las instituciones están actuando al unísono para sostener el festín que paralelamente se observa en las alturas del poder.
¿Quién de estos “asesores” decidió que se publicaran (el mismo fin de semana en que el Tribunal Supremo emite una sentencia más insólita que ninguna de las anteriores para proteger a Rafael Ramírez, el “exzar” de Petróleos de Venezuela, de una investigación parlamentaria) tres informaciones relativas a hurtos famélicos? Dos en Zulia y una en Monagas al oriente del país, han causado consternación y asombro a un país al que aún le cuesta acostumbrarse a ver a gente rebuscando de la basura para comer.
GNB detuvo a adolescente que hurto cinco auyamas de un vivero https://t.co/dQOzuJzpkn pic.twitter.com/p6aEYr98pm
— Reporte Confidencial (@RConfidencial) November 21, 2016
#Zulia San Rafael de Boscan Calle Principal Municipio Sucre. Detienen a 2 sujetos por robo de plátanos en múltiples ocasiones a una parcela pic.twitter.com/sAvTB5cHkd
— Roman Camacho (@RCamachoVzla) November 21, 2016
#Monagas Calle Carupano del Sector "La Sabana", GNB detiene a 3 ciudadanos por hurto de "Ocumo Chino" de una parcela de terrenos pic.twitter.com/H5QQOUYyOB
— Roman Camacho (@RCamachoVzla) November 21, 2016
A esta información hay que sumar otro crimen, este ocurrido con extrema crueldad en Sucre, pero que también tiene que ver con la crítica situación de alimentos que vive el país:
Sucre: Sujeto asesinó en Carúpano a sus dos hijastros (5 y 7) por comerse un pan canilla a escondidas. CICPC capturó al homicida.
— Daniel Blanco (@DanielBlancoPaz) November 21, 2016
Para la muy desacreditada (y todas las informaciones alrededor suyo que tienen que ver con narcotráfico han jugado un papel en esto) Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, que se dediquen a detener a un joven que roba cinco pequeñas calabazas para comer ha sido motivo de mofa en las redes sociales.
Bástese recordar que en 1999, en su segundo día al frente de la presidencia de la República, el fallecido Hugo Chávez le preguntó a la presidenta de la entonces Corte Suprema de Justicia, Cecilia Sosa, si ella no robaría comida si alguno de sus familiares estuviera pasando hambre. Hay que agregar que en ese momento, la situación social de Venezuela no era, ni de lejos, el horror que es hoy, pero poco después del ascenso de Chávez al poder, el hurto famélico se ha convertido en una causa atenuante en la mayoría de los delitos que se cometen por necesidad, especialmente el hurto de comida.
Pero si se mira la crisis desde el otro lado, desde la del Gobierno, el panorama es mucho peor. En una decisión que no ha sido comentada en abundancia (dados como estamos los venezolanos, acostumbrados a los dislates, siempre a favor de Maduro, de esa cosa que por costumbre seguimos llamando Tribunal Supremo de Justicia), la Sala Constitucional de la referida cosa acaba de prohibir a la Asamblea Nacional (y por eso es que ni asombra) que investigue al expresidente de Petróleos de Venezuela y exministro de Energía, y actualmente embajador de Venezuela ante la ONU, por lo cual goza de pasaporte diplomático, Rafael Ramírez, quien, según se ha indicado, manejó, con el beneplácito de Chávez y sin tener que rendir cuentas a nadie, la saudita cantidad de 750.000 millones de dólares, de los cuales, según economistas, han desaparecido 250.000 millones.
Cifras que quitan el aliento en un país en el que la gente ha terminado robando calabazas o matando a sus hijos porque se comieron una hogaza de pan, como si fueran Jean Valjean en Los Miserables.
Si que se prohíba investigar un potencial caso de corrupción no es lo suficientemente asombroso, el argumento de la Sala Constitucional lo es aún más: Investigar a Ramírez “podría ahuyentar a los inversionistas y afectar el desarrollo de los distintos procesos judiciales que internacionalmente enfrenta Petróleos de Venezuela”.
No importa que, según las investigaciones previas que ha realizado la Asamblea (y que coinciden con una averiguación que se lleva contra la directiva de la petrolera en Estados Unidos), el desfalco ascienda a 11.000 millones de dólares, que bien servirían para traer alimentos o medicinas a un país que muere de mengua: aquí lo importante, según el Tribunal Supremo, es no afectar a PDVSA.
La alcahuetería hecha ley, la Razón de Estado como único argumento de sus instituciones. Cómo dijo Hannah Arendt, “nada termina siendo más conservador que un revolucionario al día siguiente de tomar el poder”.
¿Qué va a hacer el TSJ cuando la Asamblea decida investigar, como lo hará mañana, el caso de los narcosobrinos? ¿Dirá también que afecta el negocio? ¿O dirá, como Wilmer Ruperti, contratista de PDVSA, que no se puede afectar la tranquilidad presidencial? La verdad, desde ahora se oyen apuestas sobre cómo resolverá la querella una Sala Constitucional que ha demostrado que no importa cuánto se descienda, siempre se puede caer más bajo.
Ya hace años, una de las más infames presidentas del último tribunal, Luisa Estella Morales, decía que ella prefería “la cooperación entre poderes al balance de poderes”, porque este último “debilita al Estado”. Lo decía, nada menos, que desde Cuba, donde fue a dar una serie de conferencias. En su momento, las declaraciones causaron escándalo, pero es lo que estamos viendo hoy: el Estado omnipotente (traducido en una casta de intocables) frente a una masa de miserables a la que tiran un mendrugo de vez en cuando.
Afortunadamente, Maduro, quien en esto de hacer el ridículo no tiene límites, no controla la justicia internacional, a la cual, por cierto, pretende mandar una querella contra el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, por “insania mental”.
Y así como los “narcosobrinos” hoy esperan una condena que puede reducirse en función de a quiénes le echen dedo, es posible que Ramírez termine enjuiciado en Estados Unidos, aunque tenga pasaporte diplomático, o aquellos que resulten condenados por el caso le echen dedo a Ramírez. Y también, el mundo vuelve a darse cuenta de que el diálogo de la oposición con el Gobierno solo sirvió para darle tiempo a un régimen que es eso, una dictadura, según piensan ya dos de cada tres venezolanos.
Y eso es a lo que Maduro (y Cilia Flores, y todo el régimen) tienen terror. Un terror que no se les quita por mucha salsa que bailen y mucha normalidad que intenten transmitir. En el mundo saben que un presidente que baila salsa mientras su país tiene la peor inflación y la peor escasez del mundo, y sus propios sobrinos están presos en Estados Unidos por narcotráfico, no debe estar muy cuerdo que digamos.