Es abogado, escritor (vicepresidente de la Academia Venezolana de la Lengua) y uno de los historiadores más importantes de Venezuela. Rafael Arráiz Lucca ha investigado la historia de Venezuela como república mirando a aspectos muy particulares, como la relación de los venezolanos con el petróleo o con sus empresas. Además, es el entrevistador póstumo de Arturo Uslar Pietri, uno de los hombres más importantes del siglo XX del país al que ahora define “en una encrucijada”.
Para Arráiz, quien accedió a conversar con PanAm Post minutos antes de irse al “trancazo” opositor en la principal autopista caraqueña, “este no es el momento más difícil de la historia de Venezuela, pero sí uno de los más difíciles”; y la mejor manera de superarlo es “con negociación y elecciones. Esta es la ruta con un costo más bajo”. Además, señala que el petróleo hace que Venezuela no solo sea una excepción en América Latina, sino que sea “una monstruosidad”.
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Hay gente muy seria que dice que este es el momento histórico más difícil de Venezuela desde la Guerra Federal, es decir, desde su única guerra civil. ¿Cómo lo pondera usted?
(Risas). Bueno, es un momento complicado. Ahora, el momento de la Guerra Federal fue muy complicado también y terminó con una negociación. Esa negociación fue el Tratado de Coche; por cierto, el vencedor, que fue Juan Crisóstomo Falcón, trató con gran deferencia y reconocimientos al perdedor, que fue José Antonio Páez.
El ejemplo es bueno porque hubo una salida negociada tras cinco años de guerra. Nosotros hoy no estamos en una guerra, como en los tiempos de la Federal, pero sin duda estamos en una situación de violencia significativa, de cuidado.
Yo creo que la mejor salida, tanto para la oposición como para el Gobierno, son unas elecciones. Contarnos y reconocer a los vencedores es la mejor opción, la más barata para la oposición y para el Gobierno; y tú te estarás preguntando, ¿por qué para el Gobierno? Bueno, porque para el Gobierno, perder unas elecciones los deja vivo para el juego democrático, legitimados. Confirma al sector democrático del chavismo. Yo supongo que en el Gobierno, en este momento, existe ese dilema. Y para la oposición siempre será mejor que el chavismo pase la página por la vía electoral que por otra vía. De eso no tengo la menor duda.
¿Hay algún equivalente en la Historia de Venezuela desde alguien en el poder que se haya comportado como hoy lo hace Nicolás Maduro?
Yo creo que en el siglo XIX hubo arrebatos insensatos como este. Por ejemplo, José Tadeo Monagas, cuando modifica la Constitución y la extiende a seis años, con reelección inmediata, y nombra a su yerno en un cargo importantísimo, y viene de cometer los atropellos contra el Congreso Nacional en 1848; todo ese conjunto de hechos de José Tadeo Monagas (porque José Gregorio era de otra naturaleza), todo ese conjunto de atropellos fueron muy lamentables y se parecen mucho a lo que está ocurriendo.
Profesor, usted ha investigado sobre la relación de los venezolanos con el petróleo. La narrativa de Maduro y su Gobierno es que todo lo que está pasando es solo porque cayeron los precios del petróleo; y que si los precios repuntaran, él gobernaría con paz social. ¿Cómo pondera usted esta narrativa?
Esa es una verdad a medias. Ciertamente el proyecto chavista se instauró sobre los precios del petróleo, y una caída tan grande del precio del petróleo representa un enorme problema para ellos. Pero eso lo que revela es que el proyecto es inviable; porque con los precios del petróleo estatizaron, persiguieron a la sociedad productiva e importaron todos los bienes que la sociedad necesitaba. Cayeron los precios, no tuvieron con qué importar los bienes, y destruyeron el aparato productivo, y eso es lo que está pasando. Entonces, ahora ellos llaman al empresariado para que produzca, luego de 16 años de persecuciones. ¿Qué coherencia sistémica hay en esto? Ninguna.
Es cierto que si los precios del petróleo repuntan, pues ellos seguirán con su esquema de importar lo que la sociedad necesite y perseguir a la sociedad que se le resiste, pero eso no tiene viabilidad en el tiempo, sobre todo si consideramos que el petróleo va a significar cada vez menos para Venezuela y el mundo. Ese es otro dato que hay que tener en cuenta. Cada vez más las energías alternativas, van en ascenso y quitándole porcentajes de mercado a los hidrocarburos, y el otro dato es que el fracking, en Estados Unidos y otros países permite extraer petróleo de dónde antes no se podía. Entonces, es muy difícil que los precios del petróleo repunten a los niveles que ellos necesitan para sostener su modelo, que son de entre 80 y 100 dólares por barril.
De modo que al gobierno más le vale sostener con la sociedad una relación distinta a la que ha mantenido hasta ahora. Además, sostener el proyecto político sobre el petróleo le niega todo su cariz “socialista”; es un capitalismo de Estado con visos socialistas premodernos, que se ha sustentado sobre la tenencia exclusiva de la riqueza en un país como Venezuela.
Usted tiene también un libro sobre la empresa venezolana. Considera que siempre ha sido un poco un acto heroico ser un empresario en un país en el que los empresarios han sido históricamente vistos con recelo, por decir lo menos. ¿Por qué Venezuela ha pateado históricamente sus empresas, sobre todo por parte de la clase política, mientras en casi toda la región los países cuidan sus empresas?
Sin la menor duda, y el origen de esa situación, volvemos a lo mismo, es el petróleo. Como el Estado es el dueño de toda la riqueza, ese Estado, cuando los precios suben, cree que puede asumir todas las tareas de la sociedad. Esto no lo comenzó Chávez. El primero que cree eso es Carlos Andrés Pérez en su primer Gobierno, cuando crea 400 empresas del Estado y estatiza el petróleo y el hierro, entre otros. Cuando hay muchos recursos el Estado cree que lo puede todo, cuando bajan, ve que no puede hacer prácticamente nada.
¿Por qué en América Latina esto no ha sucedido? Porque ningún país es petrolero, Venezuela es una excepcionalidad, y si se quiere, una monstruosidad, porque el desequilibrio del poder político y económico en Venezuela es demasiado grande. La totalidad de la riqueza está en manos del Estado y los nacionales estamos a la merced de quien ejerza el poder y recogiendo el goteo de los recursos petroleros. Este es un desequilibrio muy complejo, que hace que Venezuela no sea comparable con los países de la región, sino con petroestados como Irán, Arabia Saudita, Libia; estados en los que el petróleo se exacerba como única fuente de riqueza y se produce una depauperación de la sociedad.
El chavismo ha insistido, durante 18 años, pero ahora es una cosa patológica, en que desde 1830 hasta 1999, en Venezuela no pasó nada, y que ellos son los herederos de los libertadores. Más allá de la obvia mistificación, de que ese discurso ya esté gastado y ya no produzca resultados políticos, ¿cómo afectará a los venezolanos de las próximas generaciones? ¿No los dejará huérfanos de cualquier referencia histórica, empezando por Simón Bolívar, que fue nuestro gran referente hasta aquí?
Yo no le doy demasiado crédito, porque la gente finalmente no cree en esos temas, lo creerá la gente que son seguidores del chavismo y no tienen ningún tipo de instrucción; cualquiera que lea y advierta cómo ha sido el proceso histórico venezolano, advierte que eso es una gran falsedad, una construcción artificial.
Aquí ha habido una república desde 1811 hasta nuestros días, esa república ha tenido accidentes, variaciones, pero esta construcción según la cual ellos vienen a recuperar el legado del Bolívar traicionado es una construcción romántica que no aguanta ningún análisis.
Pero no se hace para que se analice, se hace para que emocione…
Se hace para que se convierta en mito, es lo que pretenden, pero no creo que esté resultando, y las encuestas revelan que la gente está hasta la coronilla del Gobierno, y 80 % de los venezolanos rechazan el proyecto chavista. De modo que esto no les está resultando como narrativa, como mitología.
Esto, como usted dice, ha derivado en otra gigantesca frustración histórica, como en su momento la hubo con la democracia representativa, lo que trajo al poder a Chávez. Hoy la democracia está reivindicada. Esta frustración se hizo en nombre de los pobres; ¿qué nos queda?
El problema grave es para la izquierda democrática, porque la izquierda, después de gobernar por estos 18 años, queda en una condición muy maltrecha. Y la izquierda democrática, que sí la hay, va a tener graves problemas para recuperarse en el ambiente público. Y nos queda una reivindicación de la democracia, de las libertades, de los derechos políticos, económicos. Nos quedan muchas enseñanzas. La lista es tan larga que nos tomaría mucho rato enumerarlas.
Venezuela, de 1830 a 1847, fue, al menos nominalmente, una república liberal. Pero lo cierto es que ha predominado el antiliberalismo. ¿Ha sido alguna vez Venezuela un país liberal? ¿Podríamos serlo una vez esto termine?
Ese es un tema fascinante. De 1830 a 1847, con Páez y Soublette, hay un esquema liberal en lo político y en lo económico. Ese esquema liberal va a resurgir, solo en lo económico, durante la hegemonía militar tachirense, de 1899 a 1945. Hay liberalismo económico más no político.
Un inciso: Castro, Gómez, López Contreras y Medina aplicaron el “modelo chino” antes que los propios chinos…
Haciendo una extrapolación, sí. Había liberalismo económico, las fuerzas económicas de la sociedad tenían libre actuación, pero no había libertades políticas.
La generación que inventa la democracia en Venezuela, que es la generación de 1928, en sus orígenes es una generación marxista, que deriva a la socialdemocracia de la mano de Rómulo Betancourt. Pero no es un dato subalterno el hecho de que la democracia en Venezuela la instaura la izquierda oponiéndose a la derecha liberal gomecista. Ese es un tema que no tenemos resuelto todavía.
Claro, en estos años se ha ido creando un movimiento liberal con base en el convencimiento planetario de que el sistema que verdaderamente general riqueza es la democracia liberal representativa o el liberalismo económico, porque está el fenómeno de China y Vietnam.
En Venezuela hubo una democracia liberal representativa en lo político y lo económico entre 1959 y 1998.
Lo que ha intentado Hugo Chávez es algo distinto. Yo siempre recuerdo que volvamos a leer el tomo gigantesco de entrevistas de Agustín Blanco Muñoz con Chávez, Habla el Comandante. Esas entrevistas son del año 97, y ahí dice Chávez claramente que el enemigo es la democracia liberal. ¡En el 97! Lo tenía bastante claro desde el principio.
Vuelvo a la pregunta inicial: En ese libro, Chávez habla en términos elogiosos de la posibilidad de una guerra civil…
Eso lo pensaba en 1997. Cuando llega al poder el tema de la guerra civil pasa a otra instancia, porque la guerra civil era contra él; tampoco creo que el chavismo en el poder desee hoy una guerra civil. Tiene unos costos muy altos.
Sin duda estamos en una encrucijada en este momento y yo apuesto por la salida más barata, la electoral, la mejor para ambos factores.
Sin embargo, Maduro, ayer, en su programa, señala que “no hay paz sin revolución”, y amenaza: “ustedes no saben lo que estamos dispuestos a hacer para mantener el poder”, palabras más, palabras menos…
Maduro nos tiene acostumbrados a estas amenazas que terminan siendo vacías. No podemos perder de vista que el chavismo ha perdido un caudal electoral enorme. En 2006, Chávez le ganó a Rosales con 63 % de los votos. El chavismo sacó en las últimas elecciones algo así como 37 %. Se han reducido ostensiblemente. Y de las parlamentarias para acá la reducción de su apoyo ha seguido profundizándose. Los problemas que tiene el Gobierno son muy graves.