No se trata de sacar a relucir cuentas viejas o viejos favores, pero si algún país le debe a Venezuela lealtad y respeto, ese país es Uruguay, en general, y el Frente Amplio que lo gobierna desde hace doce años en particular. Venezuela acogió, con generosidad, a decenas de miles de uruguayos en las décadas de los 70 y 80; aquí hicieron familias, y hay miles de venezolano-uruguayos a los que la crisis ha devuelto a su país de origen, junto con sus hijos venezolanos, sus esposas venezolanas y hasta sus nietos venezolanos.
Es por eso que para un venezolano promedio (todos hemos tenido un amigo “yorugua”), resulta particularmente doloroso lo que están haciendo Andrés Manuel López Obrador (aunque del presidente de México no cabe esperar algo distinto) y, especialmente, Tabaré Vázquez con el “mecanismo de Montevideo”.
Mientras las madres del hospital J.M. De Los Ríos, el principal hospital de niños de Caracas, claman por un cambio de régimen para que sus hijos sean atendidos, este par de sinvergüenzas (iba a decir “elegantes sinvergüenzas”, pero eso solo le aplica a Tabaré) proponen un “mecanismo de Montevideo” que no es más que una trampajaula para mantener a Nicolás Maduro en el poder. La prueba evidente de ello es que el primero que acogió con entusiasmo el “mecanismo” fue Maduro.
Mientras en Venezuela hay riesgo certero de que mueran de inanición 300 mil personas en los próximos días, a Tabaré y a AMLO, desde sus cómodas posiciones, no se les ocurre mejor que un “mecanismo de cuatro etapas”, donde la primera es “crear las condiciones para un diálogo”.
Con razón Maduro está tan entusiasmado con el “mecanismo de Montevideo”: Tiene cuatro etapas para enredar, descomponer y embarullar, y mientras tanto, para reprimir con sangre, como lo ha hecho siempre y lo ha repetido en esta nueva insurgencia ciudadana.
Maduro jamás negociará sin ventajas. Y si Vázquez y López Obrador aún le conceden un ápice de buena fe (y tienen, ellos, un mínimo de buena fe a su vez) no tardarán en quedar desengañados. Pero dudo que la tengan.
Está muy claro, se vio desde el primer día, que el fulano “mecanismo de Montevideo” no es más que una operación de propaganda dirigida a contrarrestar el Grupo de Lima, que auténticamente reúne a 13 naciones muy preocupadas, y con razón, por lo que está pasando en Venezuela. Si el Grupo de Lima dice A, el “mecanismo de Montevideo” dirá B, y ambas tendrán que salir en la prensa mundial, especialmente la de izquierda.
Pero el Grupo de Lima son los países más grandes del continente, y el “mecanismo”, serán México, el país más grande de la región de habla hispana, Uruguay (4 millones de personas) y un grupete de islas del Caribe que todas juntas deben sumar la misma población.
A esta hora, se desconoce qué tiene que ver el “Grupo de Contacto”, establecido por la Unión Europea con el “mecanismo de Montevideo”, más allá de que los dos se reunirán en la misma ciudad. Pero ojalá que Federica Mogherini, una de las más férreas defensoras de los derechos humanos de los venezolanos, no se deje enredar por Tabaré Vázquez.
Ya 21 de los 28 países de la UE reconocieron a Juan Guaidó, así como el Parlamento Europeo, y sería muy grave que la UE se involucre en el “mecanismo de Montevideo”.
Por su parte, sería también irresponsable que la oposición venezolana se deje involucrar en ese mecanismo, salvo que las negociaciones se produzcan sin Maduro en el poder. Cualquier otra cosa es, nuevamente, darle oxígeno a un régimen moribundo. Guaidó no debería, siquiera, responder la propuesta de Vázquez y López Obrador. Ya ha respondido suficientemente: No habrá diálogos falsos para mantener la dictadura.
Y la oposición uruguaya, que sí ha respetado la tradición democrática y de amistad con Venezuela de su país, puede ayudar mucho, no solo denunciando la situación de Venezuela, sino indagando más a fondo en los lazos de los familiares de Tabaré y de José Mujica con los negociados que se hicieron durante el bazarazo de corrupción de Hugo Chávez y aumentados con el de Maduro.
Porque si al final, todo esto se trata de que no se descubra lo que hizo el hijo de Tabaré, déjeme decirle, presidente: igual se va a saber. Y si el Frente Amplio está hasta las rodillas en la porquería del chavismo, también.
Tabaré debería pensar que una posición amigable a Maduro le va a significar una derrota electoral inminente, y AMLO, que retratarse como fanático de un régimen criminal le asegura un lugar en la Historia.
En el basurero de la Historia, más concretamente.