La popular creencia de que la economía estadounidense se ha estado recuperando de manera constante ha soportado meses de datos decepcionantes sin perder mucho de su atractivo. Un sinnúmero de excusas, que van desde el clima hasta la economía china, han sido utilizadas para justificar por qué la economía no ha creado un vapor apreciable, y por qué la Reserva Federal no ha logrado mover las tasas del cero por ciento en el que han estado desde hace 7 años.
Sin embargo, el informe de empleo de septiembre debería aclarar ampliamente que estamos mucho más cerca de la recesión que de la recuperación. Sorprendentemente, la mayoría de economistas todavía cree que esto es un tope temporal y no una verdadera pared de ladrillo.
El informe fue horrible de cualquier manera en que se le mire. El consenso de economistas esperaba ver 203,000 nuevos empleos en septiembre, que habrían sido una mejora desde los 173,000 que fueron añadidos en agosto. No sólo falló septiembre de manera sustancial con tan sólo 142.000 empleos, sino que agosto fue revisado a la baja, hasta 136.000 ((hubo economistas que incluso habían esperado que agosto se revisara al alza hasta en un máximo de 247.000). Esto significa que los últimos tres meses han promediado tan sólo 167,000 nuevos empleos, un nivel que no está nada cerca de lo que debería haber estado en una recuperación real.
La tasa de participación de fuerza laboral descendió más aún, cayendo de un 62,6% de adultos en edad laboral, a tan sólo 62,4%, un mínimo en cerca de 40 años. En septiembre otros 579.000 trabajadores potenciales, en conjunto, se dieron por vencidos en la búsqueda de trabajo y simplemente abandonaron la fuerza laboral. Esta cifra empequeñece a los 142.000 que de hecho encontraron empleo. Aquellos suficientemente afortunados en continuar trabajando no vieron un incremento en sus salarios por hora (el consenso había esperado un aumento del 0,2%) y sus semanas laborales promedio se redujeron de 34,6% a 34,5%. En resumen, en septiembre menos estadounidenses trabajaron, y aquellos que lo hicieron tuvieron menos horas y salarios más bajos.
Incluso después de que la Reserva Federal sorprendió a los mercados en septiembre, al no lograr elevar las tasas de interés por primera vez en nueve años, la mayoría de los economistas todavía creyó firmemente que la Reserva Federal estaba en camino de hacerlo este año. Muchos salieron a explicar que otros dos informes de empleo serán publicados antes de la reunión de diciembre del Banco de la Reserva Federal. Insistieron en que esos informes podrían proporcionar el ímpetu que la Fed necesita para finalmente tirar del gatillo.
Sin embargo, Janet Yellen dijo hace meses que necesitaría ver “más mejoras” en el mercado laboral antes de que se sintiera totalmente confiada para elevar las tasas. Desde que hizo esa declaración, el mercado laboral ha retrocedido considerablemente en lugar de mejorar. Yellen ha admitido que la tasa oficial de desempleo no es el punto de referencia que está usando para evaluar la fuerza del mercado laboral; en lugar de eso, está enfocada en la fuerza de participación laboral, salarios, y la proliferación de empleo de medio tiempo involuntario. Con estas puntuaciones continuamos alejándonos cada vez más de cualquier alza posible en las tasas.
Aun así, en lugar de cuestionar la credibilidad de la Reserva Federal al fallar en otro pronóstico, la mayoría de economistas la enaltecen por supuestamente haber visto la debilidad que otros no vieron. Yo simplemente veo esto como una continuación del libro de jugadas largamente establecido de la Fed: enaltecer la economía con declaraciones optimistas mientras continuamente se mantiene a la raya un alza real de las tasas que preocupa a la Fed porque podría debilitar a una economía tambaleante, ya al borde de la recesión. No esperaba que la Fed elevara las tasas en septiembre, no espero que lo haga en diciembre tampoco, y ni siquiera en 2016. Espero que la Fed comparta esta visión, pero ellos saben que cualquier expresión pública podría ser desastrosa. A pesar de que yo fui uno de los pocos economistas en declarar que no habría alzas en el 2015, los medios de comunicación han continuado ignorando y ridiculizando mis pronósticos.
Si las condiciones de debilidad evitan que la Fed hale el gatillo del alza de tasas para diciembre, ¿realmente podemos esperar que lo haga durante el año electoral de 2016?
Wall Street, en contraste, ha sido completamente ciego a las muchas, muchas señales de debilidad. En septiembre, los pedidos de fábrica fueron bajos por décimo mes consecutivo en relación con el año anterior, de acuerdo con el informe del Census Bureau’s August Factory Orders. Hasta donde sé, estas cifras sugieren que una recesión ya está en camino, pero dado que la fabricación ya no se considera un importante sector para la economía estadounidense, esas encuestas que una vez fueron importantes, ya ni siquiera se mencionan en los principales medios de comunicación.
En adición, las estadísticas del “GDPNow” de la Fed de Atlanta, que tratan de ofrecer una visión en tiempo real de las condiciones de la economía, de manera similar obtienen poca atención en los medios. Ese número actualmente se sitúa en tan sólo 0,9% de crecimiento anualizado. Sin embargo, el consenso en Wall Street para el PIB del tercer trimestre permanece en 2,4%. Esas previsiones deberían haber sido recortadas hace meses. Pero no lo han hecho. Basado en los informes que estoy viendo, creo que hay una buena posibilidad de que la apenas positiva tasa de crecimiento que la Fed de Atlanta está viendo para el tercer trimestre se vuelva negativa. Después de todo, los informes de empleo han sido revisados a la baja en seis de los últimos ocho meses.
Si las condiciones de debilidad evitan que la Fed hale el gatillo del alza de tasas para diciembre, ¿realmente podemos esperar que lo haga durante el año electoral de 2016? Con la economía ya de por sí sobre la cuerda floja, un entorno de alza de tasas podría empujarla a una recesión si es que de algún modo no está ya ahí. Esto jugará directamente en las manos de los republicanos que serán capaces de martillar el legado económico de la saliente administración de Obama, entregando así la elección al partido republicano.
¿Alguien realmente espera que la Reserva Federal de izquierda liderada por Janet Yellen haga eso? Debido a esto, podríamos no ver un alza en las tasas sino hasta el 2017, aún si las condiciones mejoran, lo cual es bastante dudoso. Como era de esperarse, el economista en jefe de Goldman Sachs, Jan Hatzius hizo una declaración hoy pronosticando que el primer movimiento podría no llegar sino hasta el 2017.
Mi opinión es que es mucho más probable que veamos una nueva ronda de Flexibilización Cuantitativa antes de que veamos un alza en las tasas.
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La mayor consecuencia práctica de todo esto es que los mercados de materias primas y de divisas extranjeras, que han sido diezmados tan a fondo por las expectativas de una inminente alza en las tasas en Estados Unidos, deben revertir el curso. En el pasado, el dólar ha subido generalmente en la anticipación de un alza en las tasas y ha vendido cuando la Reserva Federal ha cumplido con esas expectativas en efecto. Este es el clásico negocio de “Comprar el rumor, vender el hecho”. Pero ¿qué sucederá cuando la Fed no logre hacer la entrega? Entonces todo lo que queda es un falso rumor y no un hecho. En tal escenario, las reversiones en el “elevado” dólar y las “abatidas” materias primas como el oro, la plata, el cobre y el petróleo, podrían ser dramáticas. Esto podría ser especialmente verdad cuando se consideran todos los problemas económicos globales que serían resueltos por un dólar más débil.
Yo espero que una vez que la amenaza del alza de las tasas haya final y oficialmente abandonado el escenario, el rally de Wall Street continuará. Pero esas ganancias serán atenuadas por un dólar más débil e ingresos abatidos por las empresas nacionalmente enfocadas. En ese caso puede ser mejor buscar capitales fuera del dólar y el posible beneficio del aumento de los precios de las acciones y una moneda en aumento. Teniendo en cuenta hasta qué punto esos activos han sido golpeados, las oportunidades pueden valer la pena.