El movimiento francés “Gilets Jaunes” – que algún distraído tomara como una insurrección anti-impuestos – celebra más de dos meses de “actos”, que se llevan a cabo en dos formatos: concentraciones en las rotondas del país galo a efectos de obstaculizar la libre circulación de los ciudadanos de a pie, y manifestaciones a menudo violentas, destacándose las de Marsella, Lyon y París – muy particularmente en la famosa avenida Champs-Élysées.
Los “chalecos amarillos” no comparten bases ideológicas. Muchos de ellos se inclinan por la extrema derecha, mientras que otros tantos por la extrema izquierda. Fueron estos últimos los que golpearon las puertas de la Embajada de Venezuela en París para pedir ayuda al régimen dictatorial de Nicolás Maduro.
En un video difundido el pasado 29 de enero en la página de Facebook “Gilets jaunes constituants” – y de más de 20 minutos de duración – un grupo de manifestantes expresó su admiración por el difunto Hugo Chávez (al que calificaron de “ejemplo”) ante un empleado de la Embajada.
Asimismo, condenaron al primer mandatario francés Emmanuel Macron por apoyar a alguien que “no fue electo” (en referencia al presidente Juan Guaidó) y describieron a las masivas movilizaciones en Venezuela como “una pseudo-revolución coloreada con el respaldo del imperialismo americano”.