El desconocimiento es el talón de Aquiles de la Humanidad. Nos arrastra al prejuicio, al odio y al fanatismo, todos hijos de la ignorancia.
Tristemente, y sin importar cuánto se hable de Venezuela y de los horrores a los que su pueblo es sometido, hay demasiada gente (y muy particularmente, demasiados dirigentes políticos) que parece no tener idea del infierno en el que se ha convertido el país caribeño. Rosmit Mantilla, diputado en el exilio por Voluntad Popular y activista por los derechos de las personas LGBT, entendió en este contexto que era imperioso dirigir una carta abierta a uno de los más acérrimos defensores del régimen chavista en Europa, el francés Jean-Luc Mélenchon, que había manifestado, el pasado 23 de enero, que la juramentación de Guaidó como presidente era un “golpe de estado”.
Aquí, la traducción de la mencionada epístola, publicada inicialmente por el semanario francés Le Point.
“Señor Mélenchon,
Me presento ante usted y sus militantes. Yo soy Rosmit Mantilla, venezolano y diputado de la Asamblea Nacional. Hace casi dos años, recibí protección internacional en Francia, después de haber abandonado Venezuela, donde fui encarcelado y torturado.
Mi único delito era pensar de manera diferente. Hoy, permítame hacerle algunas preguntas porque me sorprende que esté defendiendo a un gobierno que ha destruido un país próspero llamado Venezuela. Es totalmente irresponsable afirmar, como hizo en redes sociales, que Juan Guaidó, el presidente interino, incurrió en un golpe de estado. No, señor, el único golpista fue su amigo Hugo Chávez, quien intentó tomar el poder con un golpe de Estado en 1992 para derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez.
Sr. Mélenchon, ¿sabe que en mi país comemos solo una vez al día? ¿Que el salario mínimo es inferior a 3 euros? ¿Y que por esta razón, desde 2014, los venezolanos han perdido en promedio 14 kilos, lo que hace de nuestro pueblo una nación de desnutridos?
Sr. Mélenchon, ¿sabe que los pocos ciudadanos que reciben ayuda alimentaria (comida podrida) solo la obtienen gracias al ‘carné de patria’ del gobierno?
Sr. Mélenchon, ¿sabe que en mi país no hay remedios y que hace más de un año que ya no hay ningún medicamento para pacientes con SIDA? ¿Sabe que más de la mitad de los hospitales han cerrado y que ya no hay hilo para suturar las heridas?
Sr. Mélenchon, ¿sabe que en mi país hay 600 presos políticos torturados, violados y que muchos otros han sido asesinados?
Sr. Mélenchon, ¿sabe que desde 2014, más de 5 millones de venezolanos han cruzado la frontera colombiana?
Esta, señor Mélenchon, es la realidad social de mi país. Usted debe saber que Nicolás Maduro, su aliado, es la figura del mayor cartel de narcotráfico y corrupción en la historia política de todos los países. Debe saber que todo el alto mando militar es objeto de investigaciones internacionales por corrupción, tráfico de drogas y, recientemente, delitos estatales ante la Corte Penal Internacional, al igual que el expresidente Nicolás Maduro y todos el ejecutivo que asesinó y torturó a gran escala. Creo que también sabe que los sobrinos de Cilia Flores, la esposa de Nicolás Maduro, cumplen una condena de prisión de dieciocho años por tráfico de drogas en los Estados Unidos. De lo contrario, si no lo sabe, lo invito a que me acompañe a Venezuela, pero esta vez sin beneficiarse del dinero, la seguridad del estado y el avión presidencial, como hizo usted cuando siguió a Hugo Chávez durante la campaña presidencial de 2012.
Me quedan algunos puntos que aclarar, y algunas preguntas para hacerle.
Como usted sabe, el difunto presidente Hugo Chávez utilizó el dinero de mi país para comprar conciencias en el mundo entero y crear así un arco de corrupción y de narcotráfico en los cinco continentes. Fidel y Raúl, Evo, Lula, Dilma, Néstor, Cristina, Daniel y Rafael, entre otros, fueron pagados para olvidar el hambre y el dolor de los venezolanos, y permanecieron en silencio durante 20 años. La desgracia de mi gente ha valido miles de millones de dólares y cada uno de los representantes de la izquierda asesina de América Latina ha recibido su parte.
Sr. Mélenchon, ¿por qué trata de poner en perspectiva la miseria que se está librando en mi país? Es indiscutible, no es ni un espectáculo mediático ni una cuestión de perspectiva. La desgracia de mi país son los niños que mueren de hambre, de enfermedades; es la falta de alimentos, de electricidad, de agua. Es la violencia, es el encarcelamiento de menores, es la dictadura militar y la narcotiranía. Es la ausencia de cualquier administración pública, es la tasa de inflación más alta del país que posee las mayores reservas de petróleo del mundo, es el crimen ecológico, es un refugio para células guerrilleras y campos de entrenamiento terrorista, es la ocupación de las más altas funciones de la justicia por parte de exconvictos, es la presencia en el corazón del poder de miembros del narcotráfico internacional, es el crimen de lesa humanidad y la flagrante violación de los derechos humanos fundamentales.
Señor Mélenchon, mi país se está muriendo de hambre y odio. Ya no se trata de política: la crisis humanitaria devora a Venezuela.
¿Usted tiene, honestamente, algo sincero para responder?”