En la madrugada del tres de febrero lamentablemente falleció una de las personas que más ha hecho por México y su progreso en su historia moderna; Don Lorenzo Servitje, empresario, fundador de grupo Bimbo y reconocido altruista dejó un legado empresarial que incluye más de 10,000 productos, 126,000 colaboradores directos, 152 plantas productivas y más de 52000 rutas distributivas en 19 países de Europa, Asia y América.
El nombre de su marca se ha vuelto un genérico y a lo que antes se le conocía como “pan de caja” ahora es comúnmente llamado Pan “Bimbo”, su marca no solo es sinónimo de calidad y eficiencia logística, si no que ha marcado a muchas generaciones que han crecido consumiendo sus productos e identificándose con sus marcas. El Osito Bimbo es quizá uno de los personajes más queridos producto de un proceso de mercadotecnia.
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Si algo no se le puede reprochar a Don Lorenzo es su amor por México, es bien sabido que muchos de sus proyectos, inversiones e iniciativas los hacía pensando en el desarrollo y en el progreso del país. Don Lorenzo supo encausar su cariño por la tierra que adoptó a sus padres (emigrantes catalanes) y lo vio nacer y convertirlo en una empresa que ha beneficiado a millones de personas a lo largo de su historia.
Empresas como Bimbo generan beneficios para muchos sectores de la sociedad y no solamente para sus dueños como algunos afirman. Sus beneficiados incluyen a dueños de misceláneas que venden sus productos, repartidores, ingenieros, obreros, guardias de seguridad, choferes, ejecutivos, proveedores y por supuesto y sobre todo a sus clientes, que pueden acceder a sus productos de manera sencilla y asequible en prácticamente cualquier rincón del país.
En la emotiva carta en la que su hijo y actual director de Bimbo, Daniel Servitje, informaba sobre el deceso de su padre comparte cuál es la lección más grande que su padre le transmitió en vida: “nada valioso se puede alcanzar en la vida, sin esfuerzo, sacrificio y riesgo”
Es justo en este último punto donde vale la pena hacer hincapié. Existe mucha desinformación y falsos prejuicios en torno a la figura del empresario y se suele asociar con una persona avara que se ganó la vida a costa de “explotar a los demás”.
Ser un empresario exitoso implica muchos factores y procesos que no son fáciles de alcanzar. En primera instancia hay que entender a la sociedad, conocer sus necesidades y tener la capacidad de reunir diversas personas y recursos para poder generar productos valiosos a terceros.
Un empresario está destinando su capital y patrimonio a financiar un proyecto productivo que implica la renuncia a usarlo para cualquier otro fin que pudiera ser beneficioso para sus intereses personales.
Pero, sobre todo, un empresario internaliza en carne propia los riesgos y eso vale mucho. Cuando se inicia un negocio muchas cosas pueden salir mal y se corre el riesgo de perder la parte de su patrimonio invertida. Estos riesgos generalmente no se transmiten a terceros colaboradores y asociados, que en un caso hipotético de quiebra a lo mucho perderían su empleo, pero no su patrimonio previamente construido.
Que una persona como Lorenzo Servitje se haya vuelto millonaria no es resultado de un proceso de coerción, extorsión ni robo; contrario al caso de aquellos políticos y funcionarios que se enriquecen a costa del Estado y su aparato burocrático; su riqueza es resultado de las decisiones de millones de individuos alrededor del mundo que deciden libremente destinar una parte de sus ingresos para adquirir sus productos y se benefician de ello.
De Lorenzo Servitje, su vida y su notable caso de éxito como empresario mexicano podemos aprender mucho en el ámbito profesional, empresarial y hasta en el personal. Es un ejemplo claro de que la mejor manera de hacer algo por mejorar nuestro entorno y demostrar nuestro amor por México es ser productivos, emprender y no involucrarse en política, ni dar discursos demagógicos ante multitudes entusiastas ni promover más programas de asistencia social como algunos parecen creer.
Lorenzo Servitje y Grupo Bimbo a través de la comercialización de sus productos han hecho más por combatir la pobreza, desnutrición y hambre en México, generado más empleos dignos y productivos que todos los gobiernos que han pasado en los últimos 70 años mientras grupo Bimbo se consolidaba como el líder mundial en la industria panificadora.
Una idea de negocio que en su momento parecía insignificante (envolver el pan en papel celofán para mantenerlo fresco más tiempo y que fuera visible a los clientes) terminó por convertirse en una de las empresas más reconocidas a nivel mundial. Una lección para todos los mexicanos de que sí se puede y tenemos la responsabilidad de soñar en grande y atrevernos a emprender.
Hacen falta muchos más hombres con las convicciones, el liderazgo y la visión de Don Lorenzo para realmente contribuir a la construcción de un país más próspero. Necesitamos más empresarios y menos burócratas y vividores del Estado.