La suerte está echada al interior del partido oficialista de México. El Partido Revolucionario Institucional, fiel a su costumbre, por unanimidad y después de un proceso muy opaco en el que solo las cúpulas parecen tener voz y voto, han determinado que José Antonio Meade será el abanderado tricolor de cara a las elecciones del 2018.
Con esta movida política, la carrera presidencial ya tiene dos aspirantes seguros; Meade y AMLO, que, aunque promete que habrá proceso democrático interno en MORENA, todos sabemos que esta no será más que una simulación, ya que tiene su puesto asegurado como candidato por tercera vez consecutiva.
Con este nuevo panorama se pueden hacer varias lecturas:
El Frente Ciudadano se está quedando atrás por falta de definición
Mientras más días pasen y el PAN y sus aliados políticos sean incapaces de definir formalmente un candidato estarán perdiendo exposición y credibilidad ante el electorado en general y sus propios simpatizantes. Ricardo Anaya debe ya pronunciarse como precandidato o establecer un proceso claro de elección cuanto antes.
El PRI está apostando por su candidato menos priista:
La marca “PRI” está sumamente desgastada y ellos mismos lo saben. De ahí su apuesta por un candidato que incursionó en las grandes ligas del servicio público en un sexenio donde el PAN de Felipe Calderón estaba en el poder.
Será una elección todos vs AMLO
Muchos ciudadanos están esperando al día de la elección para ver cuál es el candidato que más posibilidades tiene de derrotar a AMLO y en consecuencia votar por él. No es ningún secreto que el tabasqueño cuenta con un gran capital político, fruto de sus 18 años de campaña ininterrumpida, como no lo es tampoco los peligros que implicaría la implementación de su proyecto de nación para el desarrollo del país.
¿Qué pasa con los independientes?
A pesar de que los independientes suenan mucho, no hay ninguno que parezca que vaya a alcanzar su registro oficial como candidato. Definitivamente esto es negativo para una democracia ávida de propuestas sin ataduras a sindicatos y grupos de poder. Las trabas y obstáculos siguen siendo grandísimos para esta nueva figura política en nuestro país.
De José Antonio Meade habrá que esperar cómo se da su desarrollo como candidato. De entrada, se presenta como un tipo serio y preparado, pero falto de carisma.
Ser carismático no sirve de mucho a la hora de gobernar, pero que es fundamental a la hora de ganar elecciones y la historia reciente nos lo demuestra; ¿qué hubiera sido de Fox sin sus botas y bigote o de Peña Nieto sin su copete y sus romances de telenovela? Sin embargo, el PRI entendió que Meade era la única carta que podía jugar si quería mantenerse en el poder.
Aunque los priistas de formación y más tradicionalistas hubieran preferido a un personaje de más tradición partidista como Osorio Chong, entienden que la figura del secretario de gobernación representa la parte más cuestionada del PRI y que no solo con el voto duro se puede ganar una elección tan competida como la del 2018.
Inmediatamente después del “destape” presidencial el resto de posibles candidatos del PRI manifestaron su apoyo y respaldo al proyecto político del ahora exsecretario de Hacienda.
Meade llega con muy poca cola (visible hasta hoy al menos) que le pisen, no se ha visto envuelto en escándalos de mayor envergadura y ha sabido realizar su trabajo de manera discreta pero eficiente. Por el otro lado, jamás ha competido por un cargo de elección pública y no goza de una estructura partidista bien definida, lo cual le puede pasar factura en el transcurso de una campaña en la que enfrentará a varios de los políticos más experimentados en la actualidad y que pinta para ser una de las más disputadas de la historia del país.
No debemos olvidar tampoco y deberíamos tener presente como un foco preventivo a tomar en cuenta que Meade impulsó la implementación de la reforma fiscal durante el presente sexenio, que lejos de fomentar la libertad y el desarrollo económico han terminado por complicar más las cosas para empresarios y generadores de riqueza en general.
“La prueba de fuego para José Antonio Meade será desmarcarse y convertirse en un contrapeso real al populismo y la demagogia con la que el resto de candidatos y su propio partido se han conducido hasta el día de hoy.”
Para AMLO y sus seguidores es oficial: habemus candidato de la “Mafia del Poder”. Para el resto de nosotros la moneda sigue en el aire; entre dimes y diretes, propuestas populistas, spots publicitarios y millones de pesos malgastados en campañas habrá que identificar cuál es el candidato cuyas propuestas se apeguen más al desarrollo institucional y a la creación del marco de libertad que México necesita para embalarse de lleno y de una vez por todas en el camino del progreso y el desarrollo.