Spoiler alert: si aún cree en los reyes magos o en políticos deje de leer.
Pocas cosas solían hacer más ilusión a un niño en México que el despertarse un 6 de enero para descubrir que le habían traído los Reyes Magos como recompensa a todo un año de portarse bien, hacer sus tareas y no ser grosero con sus compañeros, profesores, familiares y padres. No importaba si es una costosa consola de videojuegos o una bolsa con dulces de la tiendita de la esquina, lo importante era la emoción de saber que los Reyes se habían acordado de ti en una fecha tan importante.
Con el paso de los años muchos de esos niños han crecido para convertirse en adultos y, inconscientemente quizá, han cambiado los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar por los de Meade, Anaya o AMLO.
Miles de mexicanos esperan la llegada de alguno de ellos al poder para hacer realidad su “cartita a los reyes” este domingo primero de Julio (fecha de las elecciones federales mexicanas).
A continuación, se muestra cómo sería, más o menos, una carta dirigida a los políticos magos por un mexicano promedio en estas fechas:
México, 5 de enero de 2018.
“Querido ______ inserte el nombre del político mago de su elección___:
Este año he sido un excelente ciudadano, he pagado mis impuestos, no he dado mordidas y además he participado activamente en asuntos relevantes para la comunidad en la que me desenvuelvo. Además, no he dejado de tuitear y quejarme en redes sociales sobre cómo el gobierno debería darme más apoyos de los que me da hoy en día. Por eso siento que tengo derecho a todo. Así que ahí te van algunas de las cosas que deseo para este 2018 para que en cuanto llegues a la presidencia a mi casa me las des:
- Un salario especial para los “ninis”, para los adultos mayores, para los niños, para las mujeres, para la comunidad LGTB, para los indígenas, para los pobres y para todos aquellos que sientan que se lo merezcan.
- Ya entrados en materia, un salario para todos los mexicanos, nada más porque sí.
- Amnistía a secuestradores y narcotraficantes para que se hagan buenos de una vez por todas y que pueda haber paz mundial.
- Políticos honestos que no roben y cumplan sus promesas.
- Gasolina que sea tan barata como en Venezuela (pero sin que nos haga falta papel de baño o tortillas para nuestra comidita diaria).
- La destitución de Trump como presidente porque se lleva muy pesado con mis paisanos y compatriotas del gabacho.
- La repartición de la fortuna de Carlos Slim entre todos para que todos seamos tan ricos como él.
- Muchas cosas gratis y que me bajen los impuestos al mismo tiempo.
- Ah, y ya, por último, que el mundo se convierta en un caramelo gigante.
Atte.
Tu mexicano favorito.
Lo que muchos de estos mexicanos crédulos e idealistas olvidan es que ya no son niños para esperar que alguien más haga realidad sus sueños y materialice sus proyectos, y, sobre todo, olvidan que Anaya, Meade, el Peje y el resto de precandidatos no son reyes ni son magos, aunque ellos mismos se nieguen a aceptarlo y quieran vendernos otra cosa.
Muy diferente es que sus anhelos y deseos de poder los puedan llevar a sentirse reyes todopoderosos con la capacidad de traicionar a sus más allegados si así lo desean (Anaya), de pretender planificar la vida económica y producción en las parcelas y feudos de todos sus gobernados (Meade) o de sentirse dueños absolutos de la verdad por mandato divino (AMLO).
También queda claro que en verdad se creen magos cuando los escuchamos defender propuestas tan absurdas como la Renta Básica Universal o la amnistía y el perdón a criminales como soluciones viables y positivas para México. Todas las propuestas escuchadas hasta el momento por parte de los candidatos no son más que eso; ilusiones y trucos baratos que solo pretenden engañar a los más incautos y soñadores de sus espectadores.
Al final, la realidad se parece bastante a lo de siempre: como en cada período electoral, este 2018 nos tocará votar por el que percibamos como el menos peor de los males políticos para el país.
Ojalá México esté preparado para entonces y pueda dar muestras de madurez como sociedad entendiendo que ya no somos niños, que si los Reyes Magos existen es solamente en nuestros corazones y que, de hacerlo en la vida real, jamás se afiliarían al PRI, ni al PAN ni mucho menos a MORENA.
Veamos cuál de los tres (¿o cuatro?) termina por alcanzar la famosa tierra prometida para poder rendir pleitesía a la codiciada investidura presidencial tricolor. Tiempo al tiempo.