El eterno candidato de izquierdas a la presidencia en México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cada vez que se le pide una opinión sobre Venezuela, responde con evasivas y saliéndose por la tangente haciendo alusión a la “soberanía de los pueblos”, y su respeto por la supuesta voluntad democrática de los hermanos venezolanos, sin jamás atreverse a aceptar ni mucho menos denunciar las atrocidades del gobierno chavista en el país sudamericano.
En Venezuela, una hiperinflación de más del 2.600% anual, un desaprobación ciudadana hacia su gobierno del 90%, más de la mitad de los comercios existentes en el país quebrados en los últimos años, miles de expatriados, cientos de presos políticos y Caracas convertida en la ciudad más violenta del mundo, hacen que la dictadura, actualmente presidida por Nicolás Maduro e impuesta por Hugo Chávez en 1999, sea absolutamente indefendible, se mire por donde se mire.
Los militantes de MORENA y seguidores de AMLO hacen menos los pronósticos de aquellos que sostienen que México tomaría el rumbo de Venezuela en caso de que Andrés Manuel se hiciera de la banda presidencial. Señalan que los tiempos son diferentes, que las características sociopolíticas de México distan mucho de las venezolanas, y que el problema del modelo económico venezolano fue su proceso de implementación y no las políticas que propone por sí mismo.
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Olvidan que la mayoría de los venezolanos que votaron por Chávez en 1998, porque veían en el comandante una nueva esperanza y la oportunidad de un “cambio”, hoy viven sumergidos en la pobreza extrema o han tenido que emigrar de su país, con todo el drama y dolor que hacerlo en esas circunstancias conlleva.
Hay que ser claros: sin importar lo cuidadoso que sea AMLO con sus declaraciones sobre el tema e independientemente de que tenga los pantalones para aceptarlo públicamente o no, su agenda política es prácticamente la misma que la que tiene sumergida a los venezolanos en la más desesperante de las crisis sociales en la región de los últimos tiempos.
Algunos puntos a considerar que sostienen esta afirmación:
1. Sus claras tendencias comunistas:
“Ya sabes quién” se cuida mucho cuando se trata de Venezuela, pero cuando se trata de demostrar su admiración por asesinos y dictadores, como lo fueron el Che o Fidel Castro en Cuba, lo hace sin reparo alguno. Basta con ver las claras muestras de apoyo por parte de sus allegados más cercanos para los regímenes cubanos, venezolanos e incluso el absolutamente impresentable régimen norcoreano, para darse cuenta que la línea divisora entre ellos y MORENA no existe en materia ideológica.
2. Su negación al libre comercio:
Pretender que todo lo que el mexicano consuma sea producido en territorio nacional es pretender viajar al pasado e implica tener una actitud de negación ante la realidad global que nos rodea. Además de ser una idea utópica, representaría un tremendo error generador de pobreza a nivel macroeconómico.
3. Su exagerado egocentrismo:
Según él, bastará con que se convierta en presidente para mágicamente eliminar todos los males del país, incluidos la corrupción y el narcotráfico. Esto no solo es absolutamente improbable si no que nos demuestra claramente la fijación absoluta que tiene en su propia persona y su autoconcepción como caudillo nacional y salvador único del país
4. Su infantil visión del combate a la corrupción:
Además de erradicarla con el solo hecho de ser presidente, AMLO sostiene que todo el dinero recuperado evitando los actos de corrupción bastará para convertirnos en un país pujante económicamente, y no es así. Si bien la corrupción representa un lastre para la productividad del país, no es el único problema al que nuestra economía tiene que enfrentarse en los años por venir.
5. Su afición por los programas sociales:
La idea de gasto público ilimitado para programas sociales solamente se puede financiar mediante deuda (que será pagada incluso por las generaciones por venir) o mediante una subida de impuestos (aunque lo niegue). Esto solamente se puede ver reflejado en estancamiento económico, menor inversión productiva e hiperinflación, además de toda la dependencia gubernamental y clientelismo partidista que estos programas generan. Los programas sociales, como “prospera”, lejos de combatir la pobreza, terminan por convertirse en incentivos para querer ser pobre, por absurdo que parezca.
6. Su débil compromiso con la democracia:
A lo largo de su trayectoria política no ha podido aceptar ni una sola derrota de las muchas que ha sufrido en las urnas, ya sea como candidato o a través de su (secta) partido, y eso ya nos dice mucho de por sí. Además de ser nulo su respeto hacia sus contrincantes tanto ideológicos como políticos.
La agenda venezolana
Apostar por un proyecto de nación en donde la mitad de la población entienda que no necesita trabajar ya que la otra mitad (la productiva) será quien la mantenga es apostar por un proyecto muy perverso y fallido de antemano. El gobierno no debe dar a uno lo que quita de otro, eso solo termina por generalizar la miseria y por empoderar y enriquecer ilegítimamente solo a unos pocos de manera injusta.
Si usted trabaja y es productivo, y un proyecto socialista como el de AMLO es impuesto mediante el uso de la fuerza de la ley, se verá obligado a trabajar más para poder mantener todos los “programas sociales” y a los futuros vividores del erario.
Así que, si usted es de los que realmente hace algo por México y trabaja por hacer lo que le corresponde de manera honesta y productiva no se deje engañar por líderes populistas que solo venden humo y espejos.
En Venezuela hoy en día se vive una crisis humanitaria sin precedentes, cabezas de ganado son cazadas a punta de machete y piedras para poder comer, en las farmacias se venden “untadas” de desodorante, los asesinatos a sangre fría por parte del régimen son el pan de cada día. Además, la escasez de productos tan básicos, como el papel higiénico, han provocado que millones de venezolanos hoy se arrepientan de haber apostado por un supuesto cambio que prometió mucho pero solo trajo consigo dolor y miseria.
En México tenemos mucho que cambiar y mejorar, pero tenemos que hacerlo con miras al futuro y no al pasado, como AMLO y su agenda política, idéntica a la priista de los años setenta, proponen.
A “ya sabes quién” no le gusta que se le comparé con Chávez ni con Maduro, pero todos sus métodos y propuestas no hacen más que emular a sus camaradas revolucionarios y bolivarianos sudamericanos.