Estimado amigo obradorista:
Los tiempos electorales en los que estamos sumergidos como sociedad nos exigen un grado de madurez y análisis mucho más alto que el que, en general, hemos sido capaces de construir hasta ahora; los memes, las burlas, los apodos y las descalificaciones son naturales en un proceso como este, pero están lejos de ser lo que necesitamos como país.
Por eso, hoy te quiero presentar un conjunto de ideas para que juntos reflexionemos y podamos partir de una base en común para construir acuerdos que nos permitan tomar mejores decisiones. Es una realidad imperante que necesitamos centrarnos en las coincidencias que nos unen y no tanto en nuestras diferencias.
En primer lugar, te quiero proponer que no usemos etiquetas que pudieran resultar ofensivas o denigrantes, y esto es una cuestión de reciprocidad; palabras como chairo (o derechairo), pejezombie, peñabot, vendido, prianista, mafioso o similares no contribuyen a un dialogo abierto, ya que referirnos despectivamente al otro de entrada genera una barrera comunicacional y psicológica entre nosotros. No compartir algunos puntos de vista es sano, normal y está bien.
Es de gente madura e inteligente debatir ideas sin llevarlo al plano personal. Evitemos los argumentos “ad hominem”, elevemos la discusión sin atacar y emitir juicios que giren en torno a nuestros apellidos, nivel socioeconómico o grados de estudio. No caigamos en provocaciones y nos dividamos entre “nacos” y “pirrurris y fifís” o “prietos” y “blanquitos” como algunos políticos sin escrúpulos pretenden que hagamos.
Entendamos que haber estudiado en alguna escuela rural o en el ITAM o no haber tenido la oportunidad de hacerlo no nos define; cualquier ser racional puede escuchar y reconocer cuando un punto ajeno es válido y debemos defender también nuestras posturas con respeto cuando creemos que alguno no lo es.
Partiendo de estos principios, me gustaría dejarte bien en claro mi postura de cara al proceso electoral de Julio: no comparto la agenda política de López Obrador, creo que sus propuestas son inviables, que están marcadas determinantemente por el sello de la demagogia y el populismo y no pienso votar por él.
Entiendo que estés cansado del PRI y del PAN; hay muchas cosas indefendibles de los últimos tres sexenios: la ineptitud de Fox para gestionar un verdadero gobierno de alternancia, la fallida y sangrienta estrategia de Calderón para enfrentar el narcotráfico y los múltiples escándalos de corrupción que involucran a gobernadores y funcionarios de alto nivel en el sexenio de Peña Nieto son solo algunas de las razones que hacen de la tarea de defenderlos una hazaña inviable.
Pero es aquí donde apelo a la sensatez otra vez y te pido que aceptes una cuestión de elemental lógica: el hecho de que el PRI y el PAN no hayan hecho bien las cosas, no significa que un tercer partido las vaya a hacer bien por default como muchos pretenden hacer creer. Decir que “ya le toca” es una irresponsabilidad, por decir lo menos; estamos hablando del destino de una nación de 120 millones de individuos, no de una piñata a la que hay que golpear en una fiesta infantil.
No simpatizar con MORENA no me hace automáticamente cómplice del PRI ni del PAN. Simplemente creo que hay incluso un mayor peligro en las ideas colectivistas y estatistas de MORENA que en los malos manejos a los que los gobiernos más recientes nos han tenido acostumbrados.
Te pido por favor que no insistas y creas que soy indiferente por no estar con AMLO. Me duele la pobreza tanto como a ti. No soporto ver a niños de 10 años o menos vendiendo mazapanes en las esquinas ante la indiferente mirada de miles de conductores. Sin embargo, no creo que la solución sea a través de programas asistencialistas como AMLO propone y creo que la solución a la pobreza tiene mucho más que ver con libertades económicas.
Entre mayores condiciones para emprender y valerse por sí mismos existan para los mexicanos, cada vez serán menos aquellos que tengan que recurrir a la calle (y todos los riesgos que ello implica) y a papá gobierno en búsqueda de un mejor futuro.
Las fórmulas que AMLO propone recientemente se han implementado en muchos países latinoamericanos y los resultados han sido catastróficos.
Sé que estás cansado de que mencionemos a Venezuela y a Chávez o a Cuba y los hermanos Castro cuando llegamos a este punto, pero también te podría mencionar los gobiernos de Evo (Bolivia), Lula (Brasil), Kirchner (Argentina), Bachelet (Chile), Correa (Ecuador) e incluso el de Santos (Colombia) como ejemplos del camino que NO debemos seguir.
Todos ellos han sufrido serias derrotas democráticas que han evidenciado su frágil y utópica ideología y algunos de ellos incluso están enfrentado severas acusaciones en su contra por cargos de corrupción y desvío de recursos.
Creo en la meritocracia y no en la redistribución como método de asignación de riqueza y en la sociedad civil y no en el empoderamiento estatal como los mejores métodos de convivencia armónica y de construcción de un verdadero Estado de Derecho.
En conclusión, no tengo nada personal contra AMLO y mucho menos contra ti. Me da igual si desayuna barbacoa y libera tortuguitas o no, celebro que no le hayan encontrado actos de corrupción en los que esté directamente involucrado (aunque a sus colaboradores más cercanos sí), mi problema con su proyecto tiene que ver con temas de mucha más trascendencia; su agenda política limita abruptamente el más grande tesoro al que un humano puede aspirar, que es la libertad.
No pretendo cambiar con esta carta tu forma de pensar, simplemente espero que puedas entender mis argumentos para no apoyar a tu candidato y reconocer que eso no me hace ignorante, vendido ni mucho menos un traidor a la Patria.
Amo tanto a mi país como tú lo haces y es justo por eso que hoy escribo este texto pidiendo que no lo polaricemos más. Hoy más que nunca requerimos estar unidos y en calma para enfrentar los tiempos que se avecinan.
Gracias por tu tiempo de lectura y… ¡que Viva México!
ATTE.
Un mexicano más.