En días recientes AMLO se autonombró como un “liberal con condición social” mientras afirmaba que no confiscaría ni expropiaría bienes una vez que se hiciera del poder.
Si entendemos el liberalismo bajo su definición clásica, tenemos que un liberal defiende libertades individuales y a la iniciativa privada, aboga por la igualdad ante la ley y limita la intervención del Estado a garantizar los derechos de vida, propiedad y libertad.
Además, confía en el libre albedrío de los ciudadanos, tiene como eje rector de la convivencia social el principio de “no agresión” y, sobre todo, se opone a los absolutismos y totalitarismos autoritarios.
Es un hecho que los países con índices más altos de libertad económica son aquellos donde el nivel de vida y el desarrollo han alcanzado mejores indicadores y para eso basta con consultar el Índice de Libertad Economía de la Fundacion Heritage para comprobarlo.
Entonces, ¿es el candidato de MORENA a la presidencia de la República es realmente liberal? En un ejercicio de honestidad intelectual y de sensatez política, no habría espacio para la duda: AMLO está muy lejos de serlo.
La más importante de las libertades es la económica
En materia económica, nada define más un proyecto de vida en libertad que poder decidir que estilo de vida quieres llevar y de qué manera lo vas a conseguir.
Cuando el Estado pretende interferir en este tipo de decisiones lo puede hacer de dos maneras claramente identificables:
INTERVENCIÓN ECONÓMICA DIRECTA: cuando literalmente obliga a sus gobernados a producir o dedicarse a alguna actividad en específico, castiga el libre intercambio de bienes y servicios o prohíbe la realización de ciertas actividades como medio de subsistencia.
INTERVENCIÓN ECONÓMICA INDIRECTA: a través de una alta carga de impuestos, regulaciones y normatividades que terminan por limitar las opciones reales de progreso para los gobernados. Entre más acotado este el campo de acción económico de una sociedad mayor será la dependencia estatal en general.
AMLO, en este sentido, se quedó en el siglo pasado cuando las ideas nacionalistas y proteccionistas aún eran intelectualmente aceptadas por un cierto sector de teóricos económicos antes de que se comprobará una y otra vez su estrepitoso fracaso al intentar aplicarlas.
La caída del muro de Berlín en 1989 significó la derrota absoluta del comunismo y sus variantes generadoras de miseria y la prueba de que las economías abiertas con altos índices de libertad de elección son el mejor antídoto para combatir la pobreza y los abusos estatales.
En México mismo estas ideas colectivistas se pusieron en práctica principalmente durante la década de los 70´s y 80´s y los resultados fueron desastrosos. AMLO y sus seguidores añoran un pasado que a todas luces está manchado de fracaso y pobreza por donde se mire.
La propuesta de cancelación de la reforma energética, la suspensión del proyecto de infraestructura más importante de Latinoamérica con la construcción del nuevo aeropuerto y la irrisoria propuesta de la autosuficiencia alimenticia son solo algunas ideas de Andrés Manuel que nos indican que, al menos en lo económico, de liberal no tiene nada.
También falla como liberal en lo social
Muchos de sus seguidores alegan que AMLO tal vez no sea liberal en lo económico, pero si en lo social, como el mismo pretende afirmar, pero si a las pruebas nos remitimos nos daremos cuenta de que incluso en lo social tiene mucho más de conservador que de liberal.
Para empezar, durante su actual campaña, han sido muy notables las constantes referencias a mezclar lo religioso con lo estatal, atentando de esta forma contra el más elemental sentido del liberalismo mexicano que históricamente tiene como primera gran victoria la separación de los poderes del Estado y de la Iglesia que se lograron con las leyes de Reforma en 1855 impulsadas por su ídolo Benito Juárez (otra contradicción más).
Constantemente ha hecho referencias a su fe cristiana, incluso comparándose con el mismo Jesucristo afirmando que lucha por las mismas causas que él, y políticamente tiene como aliado al ultraconservador Partido Encuentro Social (PES), cuyo dirigente ha manifestado abierta y reiteradamente estar en contra, por ejemplo y entre muchas otras causas, del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Más allá de estas realidades, que para muchos podrían ser meras conjeturas políticas, la realidad es que cada que se le pregunta a López Obrador sobre cualquier tema que tenga que ver con libertades individuales e impliquen algo de polémica (legalización de la marihuana, eutanasia, diversidad sexual) rehúye afirmado que todo se pondrá a consulta del pueblo a través de plebiscitos, mostrando así que para él “el pueblo” (lo que sea que eso signifique) está por encima de los individuos y que el poder estatal está también por encima de la voluntad individual de cada ciudadano.
De liberal, nada
El candidato puntero en las encuestas miente descaradamente cuando afirma que es liberal. Para él, lo más importante es que el Estado regule la vida de las personas para de esta forma poder asegurar el “bien común”. Es claro que no confía en la libertad de elección de sus ciudadanos y ha demostrado de mil maneras que el autoritarismo disfrazado de voluntad popular es el camino en el que cree para lograr sus metas.
No son en balde sus amenazas de “soltar al tigre” si es que llega a perder el próximo 1 de Julio y basta con ver sus actitudes pasadas de total desconocimiento de las instituciones y de la sociedad civil (pilares de una democracia liberal y del pleno estado de derecho) para darse cuenta de que, efectivamente y pésele a quien le pese, AMLO tiene de liberal lo que Belinda tiene de intelectual.