Gerardo Fernández de Noroña es, sin duda alguna, uno de los políticos más deleznables de la historia contemporánea de México. El ahora diputado electo por la coalición “Juntos Haremos Historia” tiene un historial político plagado de escándalos, grillas, traiciones y constantes tomaduras de pelo a la ciudadanía.
Licenciado en Sociología, incursionó en la política en el ahora extinto Partido Socialista de México para después saltar de un partido a otro según sus intereses personales del momento. A la fecha ha sido militante además del Partido de la Revolución Democrática (PRD), del Partido del Trabajo (PT) y ahora del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Su bandera siempre ha sido la de la insurrección política manifestada a través de plantones, ofensas y un constante discurso de victimización de cara al sistema y sus contrapartes políticas.
No es secreta su intolerancia a ideas diferentes a las suyas y basta con ver la indiscriminada forma en que bloquea a usuarios al por mayor de sus redes sociales solo por atreverse a discrepar de sus discursos, tachándolos inmediatamente de “neoliberales”, “agachones” y “vendidos”.
Hace algunos años, mientras afirmaba que vivía de donaciones y aportaciones de sus partidarios y que no tenía dinero en sus tarjetas, fue captado vacacionando en la Patagonia, en Argentina, recordando aquella frase que se suele asociar a los políticos de la izquierda de caviar que afirma que “hablan como Marx, gobiernan como Stalin y viven como Rockefeller”.
Más recientemente, hace apenas unos días, fue captado saliendo de la sala VIP de una famosa aerolínea en el aeropuerto de Tijuana, hecho que no tiene nada de reprochable en sí, hasta que valoramos que hacerlo va totalmente en contra de su discurso anticapitalista y neocomunista.
La reacción de Noroña al ser cuestionado al respecto fue la misma que históricamente ha manifestado una y otra vez hacia sus detractores: la violencia verbal, la descalificación personal y la ridiculización de sus interlocutores. Esta fue su respuesta:
“Resulta que 16 mexicanos pueden concentrar 143,000 millones de dólares a costa de la pobreza y el sufrimiento de nuestro pueblo. Pero los que somos de izquierda, debemos sentir culpa, comer de pie y andar en burro, porque si no, somos inconsecuentes”.
Evasión de sus responsabilidades y demagogia pura.
Noroña lleva años insultando a diestra y siniestra a sus enemigos políticos, en especial a los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña, y, sin embargo, cuando Teresa Castell se atrevió a llamarlo “piojoso” recurrió a la victimización alegando que este tipo de insultos eran “clasistas” y “mal intencionados”.
Pero el problema de Noroña no son solo las formas tanto como lo es el fondo
El ex-vocero del PRD es quizá uno de los políticos de izquierda más radicales en la escena mexicana. Hace no más de un mes presumía en el Foro de Sao Paulo la absoluta victoria electoral de MORENA ante sus camaradas latinoamericanos mientras afirmaba que todas las reformas estructurales logradas en los últimos 12 años serían desechadas durante el mandato de López Obrador.
Los berrinches, las ofensas, los bloqueos y la falta de respeto para con todos aquellos que nos atrevemos a disentir de sus ideas y señalar sus incongruencias pasan a segundo término cuando observamos la peligrosidad de que su agenda política pueda ser ejecutada a cabalidad durante el próximo sexenio.
Noroña jamás ha negado su confesa admiración a dictadores y tiranos de la calaña del Che Guevara, Fidel Castro o el propio Hugo Chávez y entiende que es ahora o nunca (que la izquierda tendrá el poder absoluto) para rendirles un homenaje póstumo con la implementación de sus fracasadas ideas en nuestro país.
Noroña tiene una imagen mediática importante que ha sido construida a lo largo de muchos años, pero no está solo. MORENA está lleno de militantes con ideas similares e incluso aún más radicales que podrían por terminar de hundir a este país en la miseria, la violencia y la injusticia que tanto deseamos erradicar.
No permitamos la “noroñizacion” de la política ya que no necesitamos más perfiles como el suyo. Ahora más que nunca precisamos de funcionarios y políticos sensatos que sean capaces de negociar y escuchar incluso a aquellos agentes con los que no compartan agenda política ni la misma visión del país.
El camino al progreso siempre tiene que ver mucho más con la discusión de ideas y la generación de acuerdos que con la imposición de realidades a través del uso de la fuerza y el chantaje político, herramientas predilectas del flamante diputado electo en cuestión.