La muerte de cinco jóvenes este fin de semana en Buenos Aires a causa de consumo de drogas sintéticas en una fiesta electrónica puso en la mira de las autoridades, y de la propia ciudadanía, la realización de este tipo de eventos en el país.
Los cinco fallecidos, y otros cinco que permanecen en delicado estado de salud, compraron la sustancia pensando que era éxtasis (cuyo principal componente es el DMDA) y en realidad se trataba de pastillas con una elevada carga de PMMA, otra metanfetamina, que también se fabrica con el logo de Superman, detalla el diario La Nación.
Los intoxicados presentaron aumento de la temperatura corporal, deshidratación, convulsiones, aceleración de los latidos cardíacos, mareo, aumento de la presión y dificultad para respirar.
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La droga habría sido comprada y consumida dentro del local donde se realizó la fiesta, en un predio en la localidad de Costa Salguero.
La tragedia ocurrió pese a que los organizadores de la fiesta electrónica Time Warp cumplieron con todos los requisitos para su habilitación. El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires indicó que el lugar contaba con el servicio de emergencia correspondiente, además de 2 ambulancias, 5 médicos, 10 socorristas y un puesto sanitario dentro del predio. La empresa organizadora tampoco se habría excedido en la venta de tickets.
El punto central de la investigación es cómo ingresó la droga al local, quién la vendió, su procedencia y otros aspectos que ayuden a esclarecer la situación que derivó en la muerte de cinco jóvenes de entre 17 y 25 años de edad.
Atendiendo a un pedido del fiscal Federico Delgado, el juez federal Sebastián Casanello ordenó la detención y prohibición de salida del país de Adrián Conci, presidente de Dell Producciones, la productora del evento.
Delgado también pidió que el personal de la Prefectura Naval Argentina y una persona contratada para la seguridad sean llamados a indagatoria por “haber hecho la vista gorda” para que la fiesta continuara.
El fiscal detalla que en el local se montó un dispositivo de venta de drogas “que tomó un cariz dramático pero real”.
Delgado señala: “Se suscitaron diversas situaciones que agravaron el curso del evento, como, entre otras, baños colapsados, nula ventilación, ambiente sin ventanas y sin ventiladores, altísimas temperaturas, grandes colas de personas para acceder a la compra de botellas de agua (más de una hora de tiempo) las cuales se vendían a AR$40 pesos e incluso se llegaban a pagar AR$100 si en la caja no tenían cambio”.
Joaquín Napoli, de 25 años de edad, amigo de Bruno Boni, uno de los cinco jóvenes que murieron, indicó a La Nación que la venta de drogas dentro del lugar era permanente, que la seguridad no alcanzaba para atender a los que se descomponían, que no hubo cacheos y que no se pedía el documento de identidad en la entrada.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, señaló la necesidad de ser más estrictos en el combate de las drogas sintéticas en el país.
“Mi mirada es que tenemos que ser más estrictos y trabajar junto con los padres, que también tienen que ser más estrictos”, dijo.
“Son pastillas que no tienen olor, que no se detectan, cuyas sustancias en muchos casos no son consideradas tóxicas y hay que volverlas a poner en una lista para que así se les considere. Es un tema que estamos dispuestos a controlar”, remarcó.
Por su parte, el titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, pidió la prohibición las fiestas electrónicas en Buenos Aires. A su juicio, este tipo de eventos se hace “exclusivamente” para la promoción de drogas sintéticas.
“La realidad es que este tipo de fiestas se hacen exclusivamente para la promoción de los productores de drogas de diseño. El objetivo es la comercialización”, expresó.
“Le pido al jefe de gobierno porteño que se prohíban las fiestas electrónicas hasta tanto no hayan controles que permitan a la gente joven ir a este tipo de celebraciones sin que alguien les esté ofreciendo basura”, insistió Izaguirre.