
Las posibilidades de que la presidenta Dilma Rousseff deje su cargo este mismo año cada vez son más reales. La autorización el pasado domingo por parte de la Cámara de Diputados de un juicio político en su contra la deja a las puertas de la destitución.
No sólo Rousseff dejaría el poder en caso de ser destituida, sino que quedaría desplazado del Gobierno el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), luego de 13 años.
La votación en la Cámara de Diputados representó un duro golpe para Rousseff. No sólo porque hubo una abrumadora mayoría a favor del impeachmet, 367 diputados de un total de 513, sino porque el mundo siguió a través de la televisión el debate que mostraba a un Brasil dividido y el descontento con una gestión y un modelo político.
El Partido de los Trabajadores, y el propio mentor político de Rousseff, el expresidente Luiz Inacio Lula Da Silva, se muestran con pocas esperanzas de evitar su caída. Según informó el diario Folha de Sao Paulo, Lula reconoció el lunes por la noche, en reunión que mantuvo con el presidente del PT, Rui Falcao, y otros dirigentes del partido de izquierda, que si la Cámara de Senadores resuelve abrir un juicio político a Rousseff, tal como autorizó la Cámara de Diputados, será muy difícil evitar la destitución.
Pero la estrategia de la presidenta es agotar todos los recursos para evitar la pérdida del poder. Así lo dejó ver justo un día después de que la Cámara de Diputados autorizara el juicio político, cuando declaró a la prensa: “Tengo la fortaleza suficiente para enfrentarme a este juicio y a esta injusticia, tengo valentía y no voy a paralizarme ni a desalentarme, voy a seguir luchando”.
Insistió que en su país lo que está en marcha es un “golpe de Estado no tradicional”. Con esta idea en mente tiene previsto viajar este jueves a Nueva York, en donde asistirá a una ceremonia en la sede las Naciones Unidas para firmar el acuerdo global por el cambio climático; el foro servirá para denunciar el “intento de golpe” y un proceso en su contra que considera injusto.
Los apoyos
La idea del golpe de Estado es defendida por sus aliados de izquierda en la región, como lo son Venezuela, Cuba, Bolivia y Uruguay.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en su habitual tono, aseguró que la derecha en América ésta detrás del eventual juicio a Rousseff.
“La derecha del continente desconoce la soberanía popular: ¿qué pretenden, desaparecernos? Alerta, alerta que camina…”, indicó en un mensaje a través de la red social Twitter.
Maduro: Golpe Parlamentario contra Dilma en Brasil es contra todos los pueblos de América https://t.co/1ms8S14NK6 pic.twitter.com/mGai5wFM0S
— VTV CANAL 8 (@VTVcanal8) April 20, 2016
“Pretender derrocar a la primera mujer presidenta de Brasil dice mucho de lo que es la obsesión imperial que ha tomado posición en el continente”, señaló Maduro en la televisora estatal venezolana.
El gobierno de Raúl Castro, por su parte, expresó su apoyo a la presidenta de Brasil y condenó el “golpe de Estado parlamentario” contra el “Gobierno legítimo del Partido de los Trabajadores (PT)”.
“Sectores de derecha representantes de la oligarquía, en contubernio con la prensa reaccionaria de Brasil, apoyados abiertamente por las trasnacionales de la comunicación y el imperialismo, han consumado, en la Cámara de Diputados de ese país, el primer paso de lo que constituye un golpe de Estado parlamentario”, señala la nota.
Según la Cancillería cubana, se trata de un “ataque basado en acusaciones sin pruebas ni fundamentos legales contra la democracia brasileña y contra la legitimidad de un Gobierno electo en las urnas por la mayoría del pueblo”.
El mandatario de Bolivia, Evo Morales, tras inaugurar su cuenta oficial en la red social Twitter, publicó un mensaje en apoyo a Rousseff: “No al golpe congresal. Defendamos la democracia del Brasil, su liderazgo regional y la estabilidad de América Latina”.
Morales dijo que sentía “indignación” por las noticias que llegan desde Brasil y dijo que estaba al lado del pueblo de ese país.
¡Fuerza @dilmabr! Sentimos indignación por el juicio político. Esta batalla la ganará el pueblo. La verdad se impondrá siempre.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) April 18, 2016
El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, que pertenece a un partido de izquierda, afirmó que Dilma gobierna con “integridad”. “Estamos contigo, compañera” dijo.
Un punto aparte merece el presidente de Argentina, Muaricio Macri, quién ha mostrado su apoyo a la mandataria brasileña en estos momentos de crisis, pero no como los aliados de izquierda que defienden la idea del golpe de Estado, sino desde la “defensa de las instituciones brasileñas”.
Se pudo conocer que Macri habló el fin de semana con Rousseff para mostrar “apoyo institucional” a su Gobierno.
“Nuestra postura fue siempre la misma, que es el respeto al proceso institucional de Brasil. Y creemos que las instituciones están funcionando. Seguimos el tema con mucho interés, porque Brasil es nuestro principal aliado estratégico, vecino y amigo”, señaló el jefe de gabinete del presidente Macri, Marcos Peña.
¿Qué sigue para Dilma Rousseff?
El proceso aprobado por la Cámara de Diputados, está ahora en manos del Senado, que en un plazo de unos quince días decidirá si se instaura un juicio político contra la mandataria. Si la Cámara Alta confirma la decisión de los diputados, la presidenta sería obligada a separarse del cargo durante 180 días mientras dura el juicio.
Durante este tiempo su cargo sería ocupado en forma interina por el vicepresidente Michel Temer, primero en la línea de sucesión y quien ha roto sus relaciones con la mandataria en medio de la crisis. Rousseff lo acusa de traición y estar planeando una conspiración para poder tomar el poder sin el apoyo de las urnas.
En caso de que se consumase la destitución, el vicepresidente concluiría entonces el mandato que vence el 1 de enero de 2019.
El proceso que puede desalojar a Dilma Rousseff del poder se centra en unas maniobras fiscales con las que su Gobierno maquilló los resultados de de la gestión en 2014 y 2015. Este punto abrió más la grieta entre quienes apoyan la y sus detractores. Unos creen que el tema fiscal es motivo suficiente para abrirle un juicio político, mientras que otros piensan que es injusto apartarla de la presidencia por ese tema.
A Rousseff le queda por delante el desafío de preparar su defensa en un inminente juicio que la pondrá a prueba y le marcará la dirección de su futuro político. La tarea será difícil, tomando en cuenta que el país atraviesa la peor recesión económica en décadas y está vivo el escándalo de corrupción donde está involucrado su aliado Lula Da Silva.