EnglishLas tácticas de la ONG ecologista Greenpeace generaron una tormenta de controversia durante el Foro de Innovación Sostenible de la ONU celebrado en Lima, Perú, hasta el pasado viernes 13 de diciembre. El lunes 8, un grupo de activistas de la organización irrumpió en la zona protegida de las sagradas Líneas de Nazca, y causó daños irreversibles en su superficie para colocar una gigantografía que pedía a las autoridades asistentes al foro abogar por las energías renovables.
El grupo de 12 activistas de la organización entró a Nazca, Patrimonio Cultural de la Humanidad, en el medio de la noche —sin autorización o equipo adecuado—, y colocó la gigantografía, hecha con letras de tela amarilla fosforescente.
La misma fue ubicada en un espacio de arena blanca junto al antiguo geoglifo de un colibrí. “¡Tiempo para el cambio! El futuro es renovable. Greenpeace”, decía el mensaje. Imágenes terrestres y aéreas del hecho se extendieron rápidamente a través de las redes sociales.
“Con nuestro mensaje de las Líneas de Nazca, esperamos que los políticos entiendan el legado que tenemos que dejar a las generaciones futuras”, declaró a través de un video Mauro Fernández, uno de los activistas que participaron en la protesta.
Indignación en Perú
Diana Álvarez Calderón, ministra de Cultura de Perú, señaló que los activistas maltrataron un lugar que estaba intacto y que con sus acciones “han faltado el respeto a todos los peruanos.”
Las autoridades peruanas dieron a conocer su profunda preocupación a Magaly Robalino, representante de la Unesco en Perú. Asimismo, el Ministerio de Cultura presentó una denuncia ante la Fiscalía de Nazca para impedir la salida del país del grupo de ambientalistas, sin embargo, estos ya se habían marchado.
El presidente Ollanta Humala también expresó su pesar, al manifestar que el patrimonio cultural del país había sido pisoteado por los activistas de Greenpeace: “Ahora hay que avisar a todo el mundo que cuiden el Taj Mahal y las pirámides de Egipto porque estamos ante la amenaza de que Greenpeace pueda atacar sobre cualquier patrimonio histórico de la humanidad”.
La respuesta negativa por parte de la sociedad civil también fue visible. Ana María Cogorno, presidente de la Asociación María Reiche —una organización sin fines de lucro dedicada a la protección y conservación de las líneas y geoglifos en el Departamento de Ica— explicó en un canal de televisión local, Frecuencia Latina, que el daño hecho en Nazca es irreparable. Cogorno mencionó que la formación geográfica del área es un fondo marino; por lo tanto, cualquier cosa que interfiera en el terreno deja una marca que nunca desaparece.
The Colibri geolyph in Nazca is NOT renewable! @Greenpeace pic.twitter.com/ljGCM6TQoc
— artyoga_mt (@gauricitrayoga) December 11, 2014
El remordimiento de Greenpeace
Un par de días después del incidente, Greenpeace publicó una disculpa por la protesta en Nazca.
“En lugar de transmitir un mensaje urgente de esperanza a los líderes de la ONU reunidos en las conversaciones sobre cambio climático en Lima, nos mostramos descuidados y groseros”, dice la declaración.
#Greenpeace se disculpa sin reservas sobre la protesta llevada a cabo en las líneas de #Nazca. http://t.co/CwriInLJoX
— Mauro Fernández (@mnfernandez) December 11, 2014
Kumi Niadoo, director ejecutivo internacional de Greenpeace, llegó a Lima el jueves pasado para ofrecer sus disculpas en nombre de la organización. Durante una entrevista, señaló: “Acepto plenamente que una disculpa no es suficiente. […] A nivel interno, en Greenpeace, estoy comprometido a llevar una investigación rápida para averiguar quién tomó la decisión, y cómo se tomó la decisión, para que los responsables rindan cuentas sobre sus actos”.
No obstante, las autoridades peruanas han expresado claramente que buscarán un proceso penal contra los que cometieron el delito.
Niadoo tiene previsto reunirse este lunes con las autoridades del Ministerio de Cultura para ofrecer el apoyo de la organización y buscar alternativas para cooperar con la restauración del Patrimonio Cultural de la Humanidad afectado.
Con la contribución de Fergus Hodgson.
Editado por Elisa Vásquez