English(Nota del Editor: lenguaje fuerte).
Sólo uno de cada cuatro miembros del servicio militar de Estados Unidos que son víctimas de asalto sexual informa a sus superiores, sobre todo debido al temor a las represalias de su agresor, que casi siempre queda impune. Este es uno de las principales hallazgos de una investigación de 18 meses, publicada por Human Rights Watch (HRW) el lunes 18 de mayo.
El informe de 113 páginas, titulado Asediado: Represalias contra las víctimas de abuso sexual en las Fuerzas Armadas de EE.UU. (PDF), fue escrito con la colaboración de Protect Our Defenders (POD), una organización de derechos humanos que trabaja por los supervivientes del abuso sexual en el Ejército.
La publicación se basa en más de 250 entrevistas, realizadas en persona y por teléfono entre octubre de 2013 y abril de 2015. Más de 150 fueron realizadas a militares que han sido víctimas de abuso sexual.
El informe revela que el personal militar masculino y femenino que revela este tipo de ataques son 12 veces más propensos a experimentar algún tipo de represalias, ya sean profesionales o sociales, antes que ver a su agresor condenado por un delito sexual.
La reacción contra los denunciantes varía: desde insultos, intimidación y acoso, hasta malas asignaciones de trabajo, pérdida de oportunidades de promoción, e incluso acciones disciplinarias o expulsión. También puede incluir cargos criminales, y amenazas de muerte a través de “fuego amigo” durante los despliegues de tropas.
“Los sobrevivientes relataron haber sufrido una serie de acciones negativas después de reportar el abuso o acoso sexual, tanto profesional como social. Muchos consideraron las consecuencias de la agresión —el acoso y el aislamiento de los compañeros o el daño causado a su carrera como consecuencia de la presentación de informes— peor que el propio abuso”, dice el documento.
Testimonios de las represalias
“Asediado” presenta decenas de testimonios de sobrevivientes de abuso sexual en las Fuerzas Armadas de EE.UU., procedentes de todas las ramas de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos —incluyendo la Guardia Costera y la Guardia Nacional. Estas historias demuestran cómo los soldados parecen tomar represalias más a menudo contra las víctimas que contra los perpetradores de los abusos.
Aunque las razones para esto no están claras, HRW menciona que “algunos [sobrevivientes] señalaron la popularidad o la reputación profesional del autor como una razón por la que fueron rechazados o intimidados”, mientras que otras víctimas describieron además situaciones “en las que el autor fomentó el aislamiento del sobreviviente por parte de sus pares”.
“Cierto sargento en mi pelotón me dijo que me mataría si algún día íbamos a Afganistán porque el ‘fuego cruzado entre amigos’ es un accidente trágico que suele ocurrir”, dijo Roy Carter.
Carter, un sobreviviente del Ejército que denunció una agresión sexual por parte de un soldado de otro pelotón en 2012, fue atacado físicamente dos veces más en un plazo de seis meses. Asimismo, fue sujeto de burlas y menospreciado por no menos de seis oficiales subalternos y el resto de los soldados en su pelotón.
“Después de llevar allí un año, alguien trató de acuchillarme en un bar mientras gritaba sin parar ‘Muere maricón, muere’, y fue entonces que le conté a mi capitán y le dije que prefería la expulsión a acabar muerto en las noticias, lo cual también sería malo para él”.
Por su parte, una infante de marina afirmó que las amenazas anónimas en su contra comenzaron después de que sus agresores fueron solamente condenados por “infracciones relacionadas con alcohol” en el 2014.
Su foto fue publicada en una página de Facebook frecuentado por los infantes de marina, donde se le llama un “ñu” y un “botadero de semen” y por carteles que decían que tenía que ser silenciada “antes de que volviera a mentir sobre otra violación”.
Un peligro siempre presente
El problema del abuso sexual y de las represalias sin castigo dentro del ejército de Estados Unidos no es nuevo. En el Informe Anual 2014 de Asalto Sexual en las Fuerzas Armadas (PDF), publicado a comienzos de este mes, el Departamento de Defensa (DoD) estima que 18,900 agresiones sexuales tuvieron lugar el año pasado en el Ejército, de las cuales solo 6.131 fueron reportadas.
En esa misma línea, en una encuesta realizada por el Instituto de Investigación de la Defensa Nacional RAND en el 2014, se encontró que 62% de las mujeres que reportaron un contacto sexual no deseado a las autoridades militares experimentaron algún tipo de represalias. De estos sobrevivientes, 54% percibieron represalias profesionales o sociales.
Si bien el informe de HRW reconoce los esfuerzos del Congreso y del Departamento de Defensa para hacer frente a este problema, entre los que se encuentran la prohibición de las represalias en el Código Penal Militar y el Código Uniforme de Justicia Militar (UCMJ), la organización demuestra que aún queda mucho trabajo por hacer.
Sara Darehshori, asesora legal senior de Human Rights Watch y coautora del informe, dijo que “no habrá progresos en las Fuerzas Armadas estadounidenses para conseguir que los militares denuncien agresiones sexuales mientras las represalias por presentar una denuncia sigan impunes”.
La organización recomienda aumentar las garantías jurídicas y de seguridad de los denunciantes, no solo mediante el fortalecimiento de la Ley de Protección de Denunciantes Militares (MWPA), sino también otorgando a los sobrevivientes “las herramientas y el control para dirigir su recuperación y su futuro en el Ejército”, con iniciativas como el programa Asesor de Víctimas Especiales, y opciones no militares para la atención de la salud mental.
“Cuando nadie rinde cuentas por las represalias, se crea un entorno hostil para todos los sobrevivientes y se envía un mensaje a los autores del delito, de que pueden actuar con impunidad”, señaló Don Christensen.
Christensen, presidente de Protect Our Defenders y exfiscal general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, agregó que “cuando un superviviente que denuncia un abuso sexual es 12 veces más propenso a sufrir represalias que a ver que la persona que lo violó es condenado, queda en evidencia que a las Fuerzas Armadas les queda mucho por hacer para solucionar este problema”.
El Departamento de Defensa estadounidense respondió al informe de HRW a través de la portavoz Laura Seal, quien agradeció a la organización por sus aportes, y agregó que la institución está de acuerdo en que acabar con las represalias es “crítico” para abordar esta cuestión.