Una cosa es una protesta social y otra muy distinta una manifestación política. Faltaría más que ahora se vaya a encapsular la actividad proselitista en otra con el objeto de sacarle ventaja a los eventuales competidores en el camino hacia los cargos de elección popular.
La protesta que se convocó hoy, 7 de agosto, por parte Petro, candidato derrotado en las pasadas elecciones presidenciales, deja en evidencia su falta de respeto por las reglas de juego, así como su oportunismo.
Juan Manuel Santos, el aliado de Petro y quien además gozó de su apoyo para su segundo mandato, nos deja una herencia nefasta que incluye corrupción, narcotráfico, crisis económica, asesinatos de líderes sociales, persecución a la oposición, impunidad, y un montón de etcéteras que, sin duda alguna, justifican la protesta social.
Iván Duque por su parte, obtuvo más de diez millones de votos para llegar a la presidencia, en una clara protesta, no solo social, sino electoral, por la forma en que se venía administrando el país.
El petrismo en pleno acompañó a Santos en la elección de 2014, quizá por ello y por uno que otro “enmermelado” que hizo parte de ese Gobierno, el senador y excandidato de la Colombia Humana está esperando hasta que entregue el mandato “Juanpa” para tratar de encender el país desde las calles.
La frustración de la derrota le impide actuar de manera responsable y además coherente. En lugar de ello, prefiere desdibujar un mecanismo legítimo que tiene la sociedad civil para luchar por sus derechos, como lo es la protesta social.
¿Por qué hasta ahora le preocupan las muertes de los líderes sociales? La verdad es que a junio de este año han asesinado a más de 280 y ese aumento comenzó desde la “desmovilización” de las FARC en 2016.
Ahí vemos pues que se están usando estas muertes para generar oposición al Centro Democrático, pero ¿cómo?, si fue durante el Gobierno de Santos que ocurrieron.
Insisto, esta protesta en el fondo no tiene nada de protesta social, es más bien una manifestación política para medir fuerzas con miras a las próximas elecciones.
Y hay que decirlo claramente: de Petro, como hombre que a lo largo de su vida ha negado la institucionalidad del Estado de derecho, podemos esperar varias de estas manifestaciones para negar la legitimidad de un Gobierno elegido democráticamente por los colombianos.
En conclusión, esta manifestación política es un engaño que busca arrancar prematuramente la carrera por la presidencia en el 2022. Petro todavía no acepta que perdió y no pudo instaurar una nueva Venezuela en Colombia.