El preso político Leopoldo López, cumple este lunes 14 de noviembre 1.000 días detenido injustamente, de los cuales 548 ha permanecido en aislamiento solitario.
Su familia y abogados aseguran que López ha sido víctima de torturas psicológicas desde que fue detenido. No le permiten tener contacto directo con otros reclusos, tiene prohibidas lecturas específicas y textos en inglés. Tampoco tiene privacidad ni con sus abogados defensores.
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Juan Carlos Gutiérrez, abogado defensor de López, cuenta que son pocas las veces que se le permite asistir a misa y cuando lo hace “es flaqueado por dos militares”, uno se le sienta a la derecha y otro a la izquierda.
Pernocta en una celda de 2 por 3 metros cuadrados; se reúne con su esposa e hijos, madre y hermanas en la planta baja de la cárcel, sin privacidad alguna.
Gutiérrez asegura que no se le permiten llamadas telefónicas que muy pocas veces ha podido jugar baloncesto en el recinto penitenciario; cuando lo ha hecho ha sido con militares que tienen prohibido hablarle.
El aislamiento en solitario está definido en el derecho internacional como la imposibilidad de que un recluso establezca contacto con otras personas durante más de 20 horas al día. Cuando se impone como sanción es considerado una forma de trato cruel, inhumana y degradante.
Según Gutiérrez, López pasa 19 horas a la semana en contacto con abogados y familiares, y 149 de aislamiento.
Antonieta Mendoza de López, madre del preso político, afirma que las visitas familiares son administradas por el gobierno, “y no por las autoridades de Ramo Verde”, con la lógica de premio y castigo.
La última evidencia la tuvimos inmediatamente después de que Voluntad Popular decidió no participar en la mesa del diálogo con el gobierno. Pasamos una semana sin ver a Leo. En los esfuerzos para quebrar anímicamente a mi hijo, el gobierno sabe que puede hacerle daño si también maltrata a sus familiares. La vejación más terrible que yo he sufrido fue cuando me desnudaron frente a mi nieta Manuela. Para mí no hay dudas: le aplican tortura psicológica”.
Fuente: El Nacional