Basta que en el país con la capital más insegura de la región se dé un asesinato de “renombre” para que desde el gremio de artistas hasta el mismo “presidente” de la República hagan mención del hecho; sin embargo, en Venezuela una nación convertida en “tierra de nadie” el caso de Evio Di Marzo es solo uno de los miles que se dan anualmente.
Venezuela y el mundo amanecieron conmocionados tras el vil asesinato de Evio Di Marzo, compositor, cantautor, y también hermano del reconocido artista venezolano Yordano.
¿Dónde quedó el asesinato de Mónica Spear, exreina internacional de belleza, o del disparo que recibió en 2015 Carl Herrera, primer venezolano en jugar en la liga estadounidense de baloncesto NBA?; es que Di Marzo y el resto de los artistas o deportistas víctimas de la violencia son solo números en un sin límites de estadísticas rojas.
“A los criminales, llegaremos a ellos, tengan la seguridad absoluta”, así reaccionó el propio Nicolás Maduro tras conocerse el asesinato del músico de 64 años, que tras negarse a que le robaran su automóvil recibió varios disparos.
Di Marzo circulaba con su modesto vehículo, un Chevrolet Aveo color arena, cuando fue interceptado por otro automóvil, cuyos ocupantes abrieron fuego para detener la marcha.
Qué difícil es diferenciar la trágica historia de los hermanos Di Marzo de la historia que deben enfrentar día a día los venezolanos. La realidad que mató a Evio, mantiene vulnerable a los habitantes de ese país y es solo muestra de lo que hoy se vive en Venezuela y del declive que ha vivido esa nación en las últimas décadas.
Evio y Yordano Di Marzo llegaron al país suramericano luego de que sus padres emigraran a Venezuela, por creer en un país próspero que los acogió y en el que pudieron hacer vida; gracias a una nación en progreso lograron hacer una exitosa carrera musical y posteriormente establecerse; sin embargo así como el país se ha “caído a pedazos” gracias al Socialismo del Siglo XXI, también se “cayó a pedazos” la vida de las familias venezolanas, de los migrantes y también de los artistas.
La política, así como ha dividido al país entre chavistas y opositores, también dividió a la familia Di Marzo. Por un lado Evio fue un ferviente creyente del chavismo que pidió ayuda económica al propio Hugo Chávez, la cual nunca recibió; y por el otro lado Yordano, se mostró siempre disidente del oficialismo. Hoy este último lucha por su vida tras no conseguir los medicamentos y los recursos para enfrentar el cáncer en Venezuela: tiene que vivir en Nueva York.
Paradójicamente Evio murió tras ser asesinado por una criminalidad desbordada y una impunidad que encabeza el chavismo desde que llegó al poder. Una “inseguridad” que el chavismo ha calificado como una simple “sensación”.
Ya Venezuela no es la misma de los años 80, donde los inmigrantes como los Di Marzo pudieron convertirse en estrellas y hasta montar sus propios negocios; donde la zona de Bellas Artes, donde mataron a Evio, tenía una vibrante vida cultural, y toda Caracas era una gran fiesta con excelentes músicos como ellos, con grandes empresas, con ese sabor venezolano tan espectacular.
Ahora, la Venezuela del socialismo solo expulsa a sus jóvenes en busca de un futuro mejor, asesina a cualquiera y mata a través de la escasez de medicamentos a quien padezca enfermedad alguna. Ese país en el que los artistas crecieron ya no existe y Caracas es solo una ciudad triste donde si sales de tu casa, quizá te matan.
Como escribió Yordano tras conocer el asesinato de su hermano: “Hoy en las calles de la ciudad a la que tanto le he cantado por todos sus matices, asesinan a mi hermano. Mi hermano menor se vuelve una estadística en una ciudad que cada día se vuelve irrecuperable. Hoy me quedo con el recuerdo de lo que fuimos, con su genialidad musical, con sus hermosas canciones que vivirán para siempre (…) Hoy es un país que no es el mío, lloro a puertas adentro lo que no puedo”.
¿Cuántos como Yordano no hay en Venezuela? hoy todos somos Mónica Spear o Evio Di Marzo que corren el riesgo de ser asesinados, en el país suramericano no todos somos Joshua Holt, el rehén norteamericano de Nicolás Maduro que tuvo la “suerte” de ser rescatado por Donald Trump.
En Venezuela solo Maduro puede caminar las calles con tranquilidad porque tiene un anillo de Seguridad que lo rodea, solo él puede caminar por Bellas Artes sin ser atracado; de hecho, unas horas antes de la muerte de Evio, cientos de soldados custodiaban al jerarca del régimen en una reunión en esa misma zona; solo él y sus cómplices pueden aumentar de peso tras estar muy bien alimentados; solo ellos pueden conseguir sus medicamentos si llegan a enfermarse.
En el país suramericano todos somos candidatos a caer enfermos, a ser víctimas de la delincuencia sin conseguir protección del Estado, mientras en Venezuela hay una élite bien protegida.