“En el silencio aprendemos a contemplar la obra de Dios, que supera todo lo que podamos imaginar”, señaló el papa Francisco el pasado sábado 11 de agosto a través de su cuenta en Twitter. Este mensaje se produce un día después de que se conociera en Venezuela la tortura a la que fue sometido el diputado Juan Requesens, quien fue grabado por la policía política de Maduro, desorientado, casi desnudo, y con ropa interior llena de excremento.
Dice Francisco que en silencio “aprendemos a contemplar la obra de Dios”; sin embargo ha quedado en evidencia ante el mundo que también en silencio se ha convertido en cómplice de la dictadura castrista y venezolana.
En el silencio aprendemos a contemplar la obra de Dios, que supera todo lo que podamos imaginar.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) August 11, 2018
Ante la ilegal detención del diputado Requesens, a quien se le violó su inmunidad parlamentaria, el debido proceso y el derecho de tener acceso a sus abogados y familiares; se pronunciaron gobiernos democráticos del mundo.
Se me salieron las lágrimas de la impotencia luego de ver el vídeo de Juan Requesens torturado… Este régimen debe caer ya!! Sé que Dios hará justicia!! Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6 pic.twitter.com/qOqmH5Fsg2
— Fernando Pinilla (@FMPinilla) August 10, 2018
Catorce países del Grupo de Lima, repudiaron la detención de Requesens; países como Alemania, Chile, Estados Unidos y eurodiputados, también manifestaron su rechazo ante los hechos; pero Francisco que se supone debería representar a los más “débiles y desamparados”, hoy hace rotundo silencio ante “la cruz” que cargan los venezolanos.
Pareciera que en realidad en silencio aprendemos a contemplar la obra de Maduro, que supera todo lo que podamos imaginar.
La persecución del régimen de Nicolás Maduro en contra de la Asamblea Nacional de Venezuela ha dejado hasta ahora diez diputados víctimas del Poder Judicial, la mayoría de ellos en el exilio o refugiados.
Los diputados Julio Borges, Tomás Guanipa, Gaby Arellano, Freddy Guevara, José Manuel Olivares y Rosmit Mantilla, se han visto obligados a asumir el exilio para evitar ser perseguidos por parte de la dictadura.
Mientras que Juan Requesens, fue secuestrado por la policía política tras ser acusado sin pruebas de haber participado en el supuesto atentado contra Nicolás Maduro.
A todos ellos les fue pisoteada su inmunidad parlamentaria, una condición establecida en la Constitución venezolana.
El papa calló ante el fraude electoral donde Maduro se adjudicó su reelección, calló tras la masacre contra el capitán Óscar Pérez y su equipo, calla tras el hambre y la miseria que enfrentan los venezolanos, y ahora calla mientras torturan y detienen a un diputado en el país suramericano.
Así como Francisco ha preferido guardar silencio, la ex presidenta de Chile, Michell Bachelet, quien ahora es alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, tampoco se ha expresado contra los recientes hechos en Venezuela.
No es primera vez que el máximo representante de la iglesia Católica decide callar de manera descarada; hay que recordar que en enero de 2018, cuando Francisco viajó a Suramérica, ignoró completamente el llamado de miles de venezolanos migrantes que acudieron a él para implorarle al menos una “oración”.
A menos kilómetros de Venezuela que de El Congo, Francisco prefirió pedir el fin de la violencia en el país africano y no hacerlo en relación con las violaciones a los Derechos Humanos por parte de la dictadura en Venezuela. El papa una vez más, mostró su talante comunista y su afinidad con el régimen de Maduro al quedarse callado.
Justamente el pasado 23 de julio, el grupo de exgobernantes adscritos a la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), publicó una declaración firmada criticando el silencio y la “celosa prudencia” del Estado Vaticano ante las “atrocidades que hoy ocurren en América Latina a manos de gobiernos abiertamente dictatoriales”.
Francisco ha evitado dar declaraciones, cuando ha tenido que referirse sobre Venezuela, lo ha hecho por la presión de la opinión pública y de la misma Iglesia. Además, se le ha visto muy sonriente al lado de Maduro, de los Castro (Cuba) y de Cristina Kirchner. El papa hasta se reunió con el dictador Fidel Castro y lo acompañó a tomar una sopa de pollo, todo esto mientras en Cuba se persigue a la disidencia hasta en las iglesias.
El máximo representante de la Iglesia católica no solo se ha reunido con Maduro para bendecirlo, sino que también auspició un diálogo político infructuoso, el cual tuvo que abandonar tras ser testigo de que la dictadura no cumpliría con los compromisos allí asumidos.
Del papa nunca se ha escuchado una condena contra la crisis del país suramericano, donde cientos de venezolanos mueren por la escasez de alimentos y medicamentos; tampoco ha condenado las fraudulentas elecciones que se llevaron a cabo en mayo y con las que Maduro busca perpetuarse en el poder. La verdad es que, a simple vista, los obispos venezolanos parecen abandonados por el Vaticano.
Han sido los obispos quienes en reiteradas ocasiones han llamado a no abandonar la lucha por la libertad, así como han clamado por la apertura de un canal humanitario en el país suramericano. El mismo episcopado ha sido víctima de Maduro; el dictador hasta los llamó “diablos con sotana” y los ha amenazado reiteradamente con sancionarlos por supuestos “delitos de odio”.
Lo poco que ha hecho Francisco en pro de los venezolanos ha sido pedir que se suspenda la ilegítima y chavista Constituyente y aprobar un programa para emigrantes de ese país.