La grave crisis de refugiados venezolanos emite una alarma ante el mundo tras la presencia de la famosa actriz y enviada especial de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Angelina Jolie. Su sola presencia en Lima (Perú) demuestra la gravedad de la situación de miles de venezolanos que huyen de su país.
Jolie, embajadora de Acnur, sostuvo una reunión con el presidente peruano Martín Vizcarra tras la situación de los migrantes venezolanos en ese país, y agradeció al Perú por todas las acciones que permiten a los venezolanos regularizar sus estatus migratorio.
“He pasado los últimos dos días en Lima y la frontera en Tumbes, donde miles de venezolanos entran diariamente. Esta región está afrontando una de las mayores migraciones masivas de su historia; la crisis es más impactante por ser predecible y prevenible”, añadió.
“Ninguno de los venezolanos que conocí quieren caridad, quieren una oportunidad para ayudarse a sí mismos”, resaltó Jolie. Añadió que los venezolanos no se van de su país por elección, sino porque debían hacerlo en estos “tiempos cruciales”.
Angelina Jolie se encuentra en Perú desde el pasado domingo 21 de octubre, día en el que visitó un albergue de ciudadanos venezolanos en San Juan de Lurigancho. Además, el lunes visitó Piura, región por la que diariamente ingresan los refugiados.
Si la situación de los venezolanos no fuera crítica, Jolie no hubiese viajado a Perú para conocer de primera mano las vivencias de los miles de refugiados.
La enviada especial se enfoca en las mayores crisis de desplazamiento, representando al ACNUR y al Alto Comisionado a nivel diplomático. La última visita de Jolie a América Latina fue en 2012, cuando visitó Ecuador para encontrarse con los refugiados colombianos en la región.
Cabe destacar que el último viaje de Jolie en representación de Acnur, se dio en Mosul, el feudo iraquí en el que el grupo terrorista ISIS sembró el terror y la destrucción.
Perú cuenta con al menos 456.000 venezolanos llegados en apenas año y medio, es el segundo país que más inmigrantes ha recibido de este fenómeno migratorio, solo superado por Colombia, que bordea el millón.
Y es que según cifras oficiales de Acnur, alrededor de 2,3 millones de venezolanos han huido del país como consecuencia de la crisis enmarcada en una escasez de alimentos y medicamentos única en su historia.
Cabe destacar que de acuerdo con cifras recientes del organismo para los refugiados, solo en 2017 los venezolanos pasaron a ocupar el cuarto lugar del mundo en solicitudes de refugio y asilo.
Bertrand Blanc, Jefe de la Oficina Nacional de Acnur en Perú, señaló que aunque la principal crisis por desplazados y refugiados se ve en Centroamérica por las situaciones de violencia, lo que sucede en Venezuela “es único” porque la emigración ha crecido de manera insospechada.
La migración masiva de venezolanos en forma de “estampida” se convirtió en el principal reflejo de lo que realmente se vive en el país gobernado por Nicolás Maduro; una dictadura que sin complejos decidió acabar con la población de todas las maneras posibles.
La historia de la humanidad ha dejado en evidencia que las personas no huyen de las democracias; por el contrario, huyen de las dictaduras más crueles cuando sienten que la situación no va a cambiar, va a empeorar y no tiene solución. Es esto lo que precisamente sucede en Venezuela.
Con la llegada de Hugo Chávez y la instauración del “socialismo del siglo XXI”, inició la emigración más grande en la historia del país suramericano, una situación que empeoró con la llegada de Maduro, a tal punto de convertirse en una diáspora comparable a la que sucede en países como Siria en medio de conflictos bélicos.
Los venezolanos no abandonan su tierra porque quieren, sino porque son expulsados por una crisis sin precedentes, sin saber cuándo volverán a ver a sus familiares y qué se van a encontrar en el camino; de lo que sí están seguros es que en su país pueden morir de hambre.
Vivir en la miseria
Desde la llegada del socialismo de Chávez, en Venezuela han cerrado más de 660.000 compañías tras la persecución a empresarios y la implementación de leyes dictatoriales como la Ley de Costos y Precios Justos, la Ley Orgánica del Trabajo y el control de cambio.
En el país suramericano un comerciante no pude ponerles precios de sus productos ni decidir dónde distribuirlos; absolutamente toda la economía está controlada por el régimen.
La dictadura impone los precios a pérdidas, prohíbe que los empresarios despidan a trabajadores no calificados, aumenta el salario mínimo de manera unilateral e impide que las compañías accedan a las divisas para importar materia prima que les permita producir; todo esto se traduce en el cierre de empresas y la caída histórica en el Producto Interno Bruto (PIB); además de generar mayor desempleo.
Todas estas restricciones causaron una escasez histórica de alimentos y medicamentos, y una hiperinflación que, según economistas, podría cerrar en 44 millones por ciento este año; una situación que pulveriza los ingresos de los venezolanos.
Por esta situación es que en Venezuela se registran extraoficialmente más de 25 muertes al mes por desnutrición; y la pobreza extrema aumentó de 23,6 a 61,2 % en solo cuatro años.
Familias insostenibles
En Venezuela iniciar una familia se convirtió en una “hazaña”, donde las mujeres pasan los 9 meses de gestación haciendo largas filas para comprar pañales, pues no se consiguen todas las tallas ni tampoco todas las marcas.
Las fórmulas lácteas no existen y las vacunas tampoco son fáciles de adquirir; de hecho, la dictadura venezolana exige el chavista Carnet de la Patria como requisito para suministrarlas y por esa razón hay madres dispuestas a cruzar las fronteras para vacunar a sus hijos.
A esta situación se le suma la imposibilidad de adquirir medicamentos tras la escasez que supera el 90 %. Venezuela se convirtió en un país lleno de epidemias como el sarampión o difteria; se convirtió además en una nación donde los pacientes pueden morir hasta por una bronquitis o por infecciones que se complican por falta de antibióticos.
No hay servicios públicos
A todo esto se suma que la calidad de los servicios públicos es paupérrima. Por ejemplo, en la región central del país la electricidad falla al menos cinco veces a la semana y el agua llega a las viviendas solo dos veces por semana.
Al transporte público se le puede calificar de tristemente deficiente; los autobuses, cuando hay, no cumplen las rutas establecidas y como no hay repuestos para dichos vehículos simplemente los gobiernos regionales utilizan camiones de ganado para trasladar a los transeúntes.
El país más peligroso de América Latina
El régimen de Maduro logró ubicar a Venezuela como el país más peligroso de América Latina y el Caribe tras obtener la tasa de homicidios más alta de la región.
El resumen anual elaborado por InSight Crime revela que por primera vez en la historia el país suramericano encabeza la clasificación como la nación más homicida.
De acuerdo con el informe, en Venezuela hay 89 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Dichas cifras lograron que Venezuela superara a El Salvador y Honduras en dicho ranking.
Además, los funcionarios policiales en Venezuela han sido señalados por muchas de las víctimas en ser los primeros en ejercer fechorías, y los delincuentes no son capturados por “miedo” a represalias. Desde las cárceles del país se manejan los crímenes, y el régimen premia a los detenidos con salarios mínimos y hasta con discotecas y sembradíos de marihuana dentro de los centros de reclusión.
Emigrar o suicidarse
La dictadura en Venezuela no solo tiene sobre sus espaldas la muerte de cientos de venezolanos por la escasez de alimentos y medicamentos, cientos de asesinatos tras la brutal represión en las manifestaciones de calle, sino que además es la responsable de suicidios que diariamente se registran en el país suramericano.
De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en 2017 se vio “una nueva dimensión de la violencia con el incremento en los suicidios”.
El informe de la ONG revela que los primeros indicios se vieron a finales de 2016, pero que el año pasado más de 150 personas se quitaron la vida. La tasa de suicidios cerró en 19,09 por cada 100.000 habitantes, la más alta en Venezuela en los últimos 30 años.
Además de la crisis económica y humanitaria detallada anteriormente, existen otras razones que no se pueden dejar de lado, pues el régimen de Maduro, que ha cometido crímenes de lesa humanidad, también impulsa el éxodo con la brutal represión y la censura. En el país suramericano los venezolanos temen protestar por sus derechos debido a que fácilmente pueden convertirse en presos políticos. De hecho, al día de hoy la dictadura mantiene 242 presos políticos y registra 7.324 personas que siguen sometidas a juicios por motivos políticos.