Mientras Vladimir Putin envía militares rusos a Venezuela, Nicolás Maduro instala baterías antimisiles y sigue violando los derechos humanos de los venezolanos, la Unión Europea decidió pedir calma ante la presencia rusa y retrasar una vez más las sanciones contra la dictadura.
Esta cambiando de rumbo el Grupo de Lima sobre Venezuela? Hay conversaciones con la Union Europea…. Vean: https://t.co/xRUWA5WFC4 @elnuevoherald @nelsonbocaranda pic.twitter.com/VIBJHs8qde
— Andres Oppenheimer (@oppenheimera) March 26, 2019
A pesar de que Maduro ha dejado claro que no abandonará el poder pacíficamente luego de robarse las elecciones presidenciales, la Unión Europea se mantiene inerte y decidió postergar sanciones y medidas contra la dictadura que ayudarían a presionar para lograr la salida pacífica en Venezuela.
Sin embargo, la Unión Europea prefirió seguir emitiendo comunicados, llamar a más diálogos -aunque todos han sido infructuosos- y hasta sumarse al Grupo de Contacto creado por aliados de Nicolás Maduro para prolongar su tiempo en el poder.
.@oppenheimera: "El cálculo nuestro falló: pensábamos que Maduro iba a caer más rápido", me dijo una fuente del Grupo de Lima. "Puede que sea el momento de empezar a buscar otras formas de lograr el mismo objetivo."
Habrá acercamiento con Grupo de Contacto de la Unión Europea.— Mariano de Alba (@marianodealba) March 27, 2019
La Unión Europea todavía cree que en dictadura es posible hacer elecciones democráticas; una posibilidad que quedó completamente anulada luego de que Maduro usurpara el poder con un fraude electoral.
“La situación en Venezuela está muy polarizada y tensa, todas las acciones y gestos que incrementen más las tensiones sólo crearán más obstáculos para una resolución a esta crisis que sea pacífica, democrática y gestionada por los venezolanos”, indicó en rueda de prensa el portavoz comunitario, Carlos Martín Ruiz.
Pero aunque la mayoría de los países democráticos del mundo reconocen a Juan Guaidó como presidente (e) de Venezuela, y también han sido testigos de las violaciones a derechos humanos en ese país, la Unión Europea prefiere no sancionar a Maduro y darle una nueva oportunidad de diálogo a través de un supuesto Grupo de Contacto al que consideran la “única iniciativa política existente” que tiene acceso a todas las partes.
En el grupo participan, además de la UE , ocho países como Francia, Alemania, Italia, Holanda, Portugal, España, Suecia, el Reino Unido; así como Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay.
4/11. Países de Latinoamérica y Europa están en contra de una intervención militar. #EEUU toma esto en cuenta, sigue apostando porque sanciones financieras que ha adoptado surtan plenos efectos, y a lo interno de su gobierno y sector militar también hay reticencia.#Venezuela
— Mariano de Alba (@marianodealba) March 28, 2019
Pero mientras estos países abogan por un diálogo, a pesar de que han existido cuatro intentos que han sido infructuosos, el gobierno de Donald Trump, que se ha mostrado comprometido con la causa democrática en Venezuela, pidió a la Unión Europea que incremente las sanciones para aumentar la presión contra la dictadura.
“Hemos pedido a los gobiernos de Europa y otros lugares que revisen esta pregunta e impongan más sanciones (…) En algunos casos, para que tomen en cuenta las visas para los representantes del régimen de Maduro. Y espero que más gobiernos sigan esta línea”, dijo el representante especial de los Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams.
Abrams señaló que Estados Unidos continuará apoyando a la Asamblea Nacional y al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, durante el tiempo que sea necesario.
Amenaza de fuerza es lo que necesita Maduro para irse
Venezuela necesita una intervención militar internacional, y el mundo entero le da la espalda. Los gobiernos prefieren que hayan más muertes inocentes y prolongar la salida de la dictadura, que acabar con ella de raíz.
Los países del mundo fueron testigos de que el régimen de Nicolás Maduro no está dispuesto a ceder, y presenció cómo de manera cruel no solo asesinó a voluntarios inocentes que resguardaban la ayuda humanitaria, sino que además incendió camiones que llevaban alimentos y medicamentos.
Es paradójico, incoherente y hasta cobarde que los gobiernos de la región, específicamente del Grupo de Lima y de la Unión Europea afirmen con contundencia que Nicolás Maduro es un dictador y que ha perpetrado crímenes de lesa humanidad, y que a la vez se nieguen a una intervención militar. Mientras miles de venezolanos desamparados mueren asesinados por el régimen, la posición internacional es vilmente cómoda y cobarde. Prefieren prolongar la agonía.
Los gobiernos democráticos reconocen a Guaidó como presidente de Venezuela, pero ninguno está de acuerdo con una intervención militar; esto a pesar de que la doctrina Responsabilidad para Proteger y las leyes venezolanas lo exigen.
En Venezuela, el artículo 187 de la Constitución en su numeral 11, establece que “corresponde a la Asamblea Nacional: autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”.
Venezuela clama por una intervención militar, pide ayuda al mundo para poder salir de la dictadura; es el régimen el que tiene las armas, los inocentes mueren por exigir sus derechos y por la escasez de alimentos y medicamentos; entre tanto, el mundo se apega solo a sanciones y a comunicados que quedan en papel.
En el país suramericano no pueden haber elecciones libres, porque el órgano electoral está a manos del chavismo; tampoco puede haber justicia porque el Tribunal Supremo está secuestrado por el oficialismo. Solo queda la Asamblea Nacional de Venezuela, que se ve atada de manos tras ser completamente bloqueada por el régimen.
En Venezuela se han registrado masacres, como la de Óscar Pérez y su equipo; asesinatos y torturas; marchas masivas y pacíficas; crímenes de lesa humanidad ,como el exterminio, y aún así los gobiernos prefieren los comunicados y las sanciones. No quieren involucrarse en la única solución rápida y real: una intervención militar como la que existió en Panamá en 1989.
Maduro sacó a presos de las cárceles para asesinar venezolanos, armó a la población civil para defender la revolución, unos militares desertan y otros se aferran al poder, pero el venezolano de a pie no encuentra salida, más allá de huir de su tierra a costa de lo que sea.
Nunca antes Venezuela había estado tan cerca de salir del régimen de Maduro, nunca habían existido tantas pruebas contundentes que ameriten una intervención internacional; y justo, cuando se está a punto de cruzar la línea para recuperar la democracia, los países se “echan para atrás”.
¿Cómo pretenden los gobiernos que Venezuela salga sola de la dictadura si hasta el momento ninguna medida diplomática, política y pacífica ha funcionado? Se dieron diálogos infructuosos, ya ni el papa Francisco, que ha decidido callar, quiere participar en negociaciones. Pareciera que los venezolanos están solos en una pelea de David contra Goliat.
Cuántos muertos más necesitan los organismos internacionales, el Grupo de Lima, la Unión Europea y el resto de los países del mundo para darse cuenta que Venezuela está siendo destruida, mientras ellos son expectadores y se limitan a recibir a millones de migrantes.