En los últimos años, en América Latina se ha abierto el debate sobre el control de la prensa y la libertad de expresión. Algunos gobiernos han iniciado un proceso de control de los medios de comunicación, no directo sino a través de una paulatina restricción de la actividad de los periodistas a través de diversas herramientas como la pauta y los anuncios oficiales, la concesión de licencias y la restricción de contenidos.
En este marco, Panamerican Post ha dialogado con Asdrúbal Aguiar, presidente de la Comisión Legal de la Sociedad Intenamericana de Prensa (SIP) y ex Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La SIP reúne a casi dos mil medios de comunicación del hemisferio y, en palabras de Aguiar, se ocupa de defender “los principios vinculados a la democracia, al respeto y la garantía de los derechos humanos, y de modo particular la libertad de expresión y la de prensa”.
La SIP observa la totalidad de los países de América, sin excepciones. Sin embargo, en algunos países donde aparentemente existen regímenes de defensa de los derechos mencionados, ocurren incidentes en el desempeño de la actividad de los periodistas, como sucede en México debido al problema del crimen organizado. Venezuela, Ecuador y Argentina representan algunos de los casos más preocupantes en el continente.
Venezuela, siguiendo a Aguiar, es el ejemplo paradigmático del avance paulatino del gobierno sobre los medios de comunicación a través de barreras legales, impositivas y económicas, ocasionando en la actualidad la inexistencia del periodismo real. En el curso de los últimos 15 años, el gobierno venezolano ha dirigido una estrategia contra la prensa que comenzó con la confrontación verbal con los periodistas, acusándolos de faltar a la verdad a cambio de sus sueldos.
Posteriormente, Hugo Chávez optó por coptar abusivamente la red de radio y televisión a través de los anuncios oficiales de transmisión obligatoria, y luego procedió al cierre de Radio Caracas Televisión y aproximadamente trescientas emisoras de radio independientes utilizando pretextos legales. Finalmente, se avanzó con la compra de los medios de comunicación a través de empresarios vinculados al gobierno, buscando limitar la línea independiente de los periodistas.
Situaciones similares se observan en Ecuador y Argentina. Por ejemplo, la Ley de Servicios Audiovisuales argentina, si bien es un proyecto concensuado por fuerzas democráticas, carece del respeto hacia los derechos de las minorías, a las cuales limita sus libertades. El gobierno de Cristina Fernández ha optado por cerrar voces – desarticulando Clarín y otros multimedios – en vez de generar más canales para pluralizar la comunicación.
Sin embargo, el tema está siendo debatido en la Corte Suprema, lo cual por el momento permite situar a Argentina entre los países que no poseen en sus instituciones, aquellas que Aguiar llama desviaciones estructurales. Es decir, donde aquellos periodistas que ven vulnerados sus derechos tanto por parte del gobierno como por privados, poseen aún poderes independientes a los cuales recurrir. Esta situación institucional marca la diferencia entre Estados donde los periodistas encuentran mayores dificultades para ejercer su profesión, y estados donde más libremente puede ejercerse el periodismo. Pues, según Aguiar, “la libertad de prensa no es sólo decir lo que uno quiere decir, sino decirlo libremente y sin temor a las persecuciones”.
¿Cúales son las perspectivas para la libertad de prensa en América Latina? Aguiar se muestra positivo: actualmente, estamos atravesando un cambio generacional y comunicacional con la llegada de Internet. Y, a pesar de los intentos de los gobiernos de controlar también esta herramienta, las nuevas generaciones poseen conciencia de su importancia para la libertad. Es el periodismo subterráneo – aquel que se mueve gracias a Internet – el que da la posibilidad a los periodistas conscientes todavía de sus responsabilidades para con la democracia, de continuar ejerciendo un periodismo libre, para romper con viejas ideas autoritarias y avanzar hacia la libertad.