EnglishEl próximo domingo, Argentina será escenario de un nuevo proceso electoral, luego de haberse realizado en agosto las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las cuales participaron todos los partidos que compiten a nivel nacional. En esta oportunidad, la ciudadanía votará para la renovación de las bancas de 127 Diputados y 24 Senadores del Congreso de la Nación, entre otros cargos legislativos, en diez de las veinticuatro provincias.
Las mencionadas primarias son elecciones internas pero realizadas de forma simultanea en todos los distritos, e incluyen a todos los partidos políticos. Estos deben obtener al menos el 1,5% de los votos válidos emitidos en su distrito para poder postularse y competir por cargos en las elecciones generales. Paralelamente, es el mecanismo utilizado para escoger la lista definitiva que representará al partido en el caso de que se presenten varias opciones en la misma interna.
Las PASO realizadas en agosto fueron las segundas internas realizadas en Argentina, tras la sanción de la ley en 2009. El nuevo sistema de internas apenas está comenzando a impactar en la organización de los partidos y en algunos casos, se considera apenas una encuesta de lo que serán las elecciones generales: no habrá mayores diferencias entre los resultados de octubre y agosto. Aún así, los resultados de estas elecciones serán fundamentales para la reorganización de las fuerzas políticas.
El peronismo y la provincia de Buenos Aires
Con la definición de la candidatura de Sergio Massa algunos meses antes de los comicios, se ha trazado una línea divisoria en el peronismo que durante la última década fue liderado desde el Frente para la Victoria (FPV) por Néstor Kirchner y, luego de su muerte, por su esposa, la Presidenta Cristina Fernández. Intendente del partido bonaerense de Tigre, ex Jefe de Gabinete del actual gobierno, sin comprometerse demasiado en sus declaraciones Sergio Massa ha sabido captar el voto del descontento kirchnerista haciendo énfasis en su capacidad de gestión y en la necesidad de combatir los dos males que aquejan a la clase media: la inseguridad y la inflación. Fundó el Frente Renovador para la Concordia y se presentó a elecciones en la provincia de Buenos Aires con varios peronistas y representantes del PRO de Mauricio Macri, además de algunos disidentes de otros partidos.
La provincia es el terreno donde históricamente el peronismo da pelea. Junto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), son los distritos de mayor disputa política dada la cantidad de población que poseen. Por ejemplo, el 27% de la Cámara de Diputados está conformado por diputados bonaerenses, otro 10% proviene de CABA y el 63% restante se divide entre los otros 22 distritos del país. Buenos Aires es el tradicional campo de batalla del peronismo. Y a veces, el término “campo de batalla” adquiere un sentido literal: hace un mes, Massa fue agredido mientras realizaba una caravana por La Matanza – histórico bastión peronista bonaerense-, emboscado por un grupo que reivindicaba al oficialismo kirchnerista. El saldo fue de tres heridos.
No es para menos: el Intendente encabeza la intención de voto en el distrito bonaerense a siete puntos de distancia del candidato del FPV, Martín Insaurralde. Ambos grupos peronistas totalizarían más del 73% de los votos de la provincia, que elige 35 diputados sobre las 127 bancas que se renuevan.
La Capital, el escenario de la oposición
En la Ciudad de Buenos Aires el clima es diverso: el partido que gobierna el distrito (PRO) y una amplia alianza opositora (UNEN) encabezan la elección. El kirchnerismo los sigue de cerca. La particularidad de esta elección es que en agosto tuvo lugar una verdadera interna dentro del bloque UNEN, que llevó luego a determinar entre los ganadores la única lista que participa en los comicios generales.
Esta situación afecta seriamente los resultados, dado que no todos los electores que votaron por una de las cuatro listas que competían dentro del frente UNEN, están dispuestos a dar su voto a la única lista que resultó de esa interna. Quizás porque los votantes no están todavía habituados a participar en internas, porque los candidatos que quedaron fuera del armado no expresaron adecuadamente su apoyo para lograr transferir esos votos, o por el amplio abanico ideológico que representa dicho espacio para muchos.
Este problema parece ser más evidente entre los candidatos a Senadores que a Diputados. Elisa Carrió y Martín Lousteau, quienes encabezan la lista de la Cámara Baja, se impondrían con un 33% sobre el 35% que habían totalizado las cuatro listas en agosto. En el Senado, se espera que el PRO gane las dos primeras bancas, pero la tercera estaría en disputa entre el kirchnerista Daniel Filmus y Pino Solanas, primer candidato de UNEN.
En las primarias, Filmus obtuvo 378.594 votos, mientras que Solanas solo 252.406. Sin embargo, ambos candidatos oscilarían ahora entorno al 25%: la intención de voto parece variar constantemente en función de ciertas situaciones surgidas en los días previos a los comicios, como el video de Juan Cabandie, compañero de fórmula de Filmus, en el que agrede a una oficial de Gendarmería Nacional o el nuevo choque del tren Sarmiento. Ganar esta banca es fundamental para el kirchnerismo pues, considerando las proyecciones para el domingo, los resultados en el Senado apenas le permitirían mantener el quórum.
Si todos los votantes de UNEN aceptaran la victoria de la boleta Carrió – Solanas y siguieran apostando por este Frente, no habría dudas sobre la nueva adjudicación de Senadores en el distrito CABA. En este escenario, UNEN tendría incluso chances de ganar los dos Senadores. Pero el amplio abanico ideológico que representaba esta alianza y la figura de Solanas – polémica en sí misma por ser considerada chavista y por haber acompañado algunos proyectos kirchneristas en años anteriores – ocasionaron que muchos votantes que en agosto optaron por las otras listas de UNEN, prefieran ahora candidatos de otros partidos.
El Congreso que viene
El escenario actual retrotrae a una situación similar vivida durante las elecciones legislativas de 2009. Ese año, el Acuerdo Cívico y Social (formado por la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y el Partido Socialista) y Unión PRO (encabezados por Francisco de Narváez) lograron quitar al oficialismo la mayoría automática en el Congreso Nacional. El clima vivido era similar al actual: para muchos, el camino para derrotar al kirchnerismo en las elecciones presidenciales había comenzado. Pero lejos está ahora la oposición de generar una situación como la que se dio en ese período.
“Esta elección va a ser idéntica y a la vez completamente distinta a la del 2009”, considera Facundo Cruz, Becario Doctoral del CONICET y Profesor de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Idéntica porque presenta un gobierno golpeado, con opositores fuertes en algunos distritos y con la posibilidad de no tener un resultado electoral tan bueno como tuvo en la elección presidencial anterior”. Cabe recordar que en 2007 Fernández se impuso en las elecciones presidenciales con más del 40% de los votos pero luego, en 2009, vivió una derrota en las elecciones legislativas de mitad de su mandato. Dos años después, fue reelegida por el 54% de los electores, una cifra a la que el FPV no llegará en los comicios del domingo, repitiendo así la historia.
Pero al mismo tiempo, se está llegando al fin del ciclo kirchnerista, y a diferencia de la elección del 2009, ahora sí se visualiza una renovación. “En las elecciones del 2009, cuando todos los diputados asumen en diciembre, el foco estaba puesto en el buen desempeño que había tenido la oposición no peronista y en cómo esa elección podía transformarse en poder parlamentario” continúa Cruz. “Ahora, Cristina no puede aspirar a un tercer mandato, pero además el foco ya no está puesto en la oposición no peronista sino en el polo peronista. Todos dan por descontado que Massa va a ganar y ya están pensando en qué va a hacer, porque hay renovación dentro del partido”.
Entonces, poca importancia va a tener la distribución de las bancas el día luego de las elecciones: lo verdaderamente importante es cómo jugará Massa de acá a diciembre, cuando se formen los bloques. Muchos diputados podrán asumir como parte del bloque FPV, pero Cruz opina que “si Massa de acá a diciembre comienza a tejer su red de alianzas provinciales, los legisladores que responden a los gobernadores tranquilamente pueden pasar a integrar el Frente Renovador. Ya hubo algunos pases provinciales, pero sobre todo hay posibilidades y expectativas subterráneas. Porque después del 2009 no podían elegir porque había posibilidad de renovación del mandato presidencial de Fernández de Kirchner y también porque De Narváez no tuvo la capacidad para salir de la provincia de Buenos Aires y construir un armado nacional. Con Massa es distinto porque sí la tiene: hay posibilidad de renovación fuera del distrito.”
Tanto el sector político peronista como el no peronista determinan sus conductas en función de este hecho: se llega al fin del ciclo kirchnerista y no hay posibilidades de reformar la Constitución. Poco tiene que ver con haber vivido un año 2012 cargado de protestas contra el gobierno, o con el clima de crisis económica negado por éste. Es la simple certeza de que la Presidenta Cristina Fernández no podrá renovar su mandato por tercera vez: las fuerzas políticas se están reorganizando en la búsqueda de instalar un sucesor. El bloque que encabece la opción alternativa en 2015, será aquel que evite actuar como la oposición vencedora de 2009 y comience desde ahora su tarea de construcción en el resto de los distritos.