EnglishLuego de ganar las elecciones presidenciales del año 2011 en Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (a.k.a. CFK), ya sin su esposo – el ex Presidente Néstor Kirchner había fallecido en octubre de 2010 – inició su segundo mandato con un estilo mucho más recrudecido. Podemos quizás decir que, mientras Kirchner tenía un estilo más maquiavélico, ella se dejó llevar por las mentes más fanáticas que Néstor había sabido mantener a raya.
El peronismo se caracteriza por estar siempre en buenos términos con Dios y con el Diablo. Cuando Perón surgió, usó a la izquierda más comunista y a los fachos más fachos para construir su proyecto político. Años después, tuvo que ordenar a los fachos más fachos a que empezaran a liquidar a la izquierda más comunista, porque ya no podía controlar los intereses encontrados y el hecho de que los modelos que sostenían los distintos grupos que lo bancaban, eran totalmente contradictorios.
Algo así le pasó al kirchnerismo: generó un conflicto que se fue gestando desde que Kirchner asumió hace casi 11 años, el 25 de mayo de 2003. Es decir, uno elige si redistribuir la riqueza hacia abajo o hacia arriba. Si los ciudadanos, con nuestro pequeño esfuerzo diario, seguimos manteniendo a las corporaciones ancladas en el poder político, que muchas veces están encabezadas por los testaferros de los mismos Kirchner, o si comenzamos a desmantelar estas corporaciones para que la gente reciba lo que merece, justicia social mediante.
Las dos no se pueden, pero para sortear este problema, CFK decidió recurrir al gran aliado de los populismos y de todo gobernante que no vio Patoaventuras ni estudió conceptos básicos de economía: la emisión descontrolada.
Omitiendo el hecho de que, aparentemente, por cada billete impreso el Vicepresidente Amado Boudou se llevaba una monedita, la emisión permitió a CFK seguir por varios años con su modelo de redistribución de la riqueza hacia arriba y hacia abajo. Pero, ¿quién adivina qué pasa cuando el Banco Central pierde su autonomía y, junto a ella, su objetivo de resguardar el valor de la moneda?
Así es, llegamos al paso siguiente: inflación desmedida. Poco desmedida si la comparamos con la hiperinflación de 1989, pero con un nivel suficiente que avanza a un ritmo que los aumentos salariales no llegan a compensar. Siguiente resultado: caída del poder adquisitivo de la población.
¿Se puede seguir imprimiendo constantemente mientras las reservas siguen cayendo? ¿Se pueden bloquear las importaciones sin traer, no el progreso y la industrialización como se alega, sino el estancamiento del país? ¿Se puede seguir culpando a los malos – sean quienes sean, según lo que dicte la frase del día en la Agenda del Fanático K?
La estrategia de estos años fue imponer distintas restricciones a la salida de divisas que permitiesen paliar la situación. Todo comenzó luego de las elecciones, en noviembre de 2011, restringiendo la compra de moneda extranjera y posteriormente penalizando su compra con fines de “Ahorro”. Para comprar divisas con fines de turismo, se debe pedir autorización al gobierno, que decide cuanto venderte en función de tu “poder adquisitivo”.
Recurrieron al cierre total de las importaciones, a menos que tuvieses el teléfono del (ahora ex) Secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Crearon un impuesto del 15% a las compras realizadas con tarjeta en el exterior (lo cual incluye, asombrosamente, pasajes comprados a Aerolíneas Argentinas); impuesto que luego pasó al 20% y, más recientemente, al 35% (mentiras de Echegaray de por medio sobre el aumento). El Banco Central pide que informes dónde y cuándo te hospedarás en tus vacaciones, para complementar así la información que ellos ya poseen sobre cuánto y cómo pagaste tu viaje.
Llegaron incluso a prohibir que los supermercados informaran a través de publicidad en los diarios sobre las ofertas con tarjetas de crédito que ofrecían a sus clientes, a recomendar realizar la compra cotidiana en el Mercado Central de Buenos Aires (que queda a módicos 1700 km. de Salta, por ejemplo) y a boicotear el tomate cuando subió demasiado de precio.
Esta seguidilla de medidas restrictivas, venían siempre seguidas de la misma expresión por parte de los argentinos: “Hasta acá llegaron”. No pueden avanzar más, sería increíble, no pueden. ¿Hasta dónde quieren llegar?
Nadie sabe qué va a pasar de acá a dos años, cuando en diciembre de 2015 CFK se vea obligada a entregar el poder a un nuevo presidente, porque la Constitución no le permite ser reelegida. La política argentina es muy poco predecible; los candidatos suben y bajan en las encuestas y el peronismo se está reacomodando de cara a esas futuras elecciones.
Lo que sí es cierto, es una cosa: hasta acá no llegaron.