Nicolás Maduro no es Marilyn, ni Fidel Castro es JF Kennedy, pero en una fecha tan importante –para ellos- como el 13 de agosto, el presidente venezolano no podía faltar a la conmemoración del 89° cumpleaños del dictador cubano.
Este jueves, en Venezuela no hubo cadenas, no hubo consejo de ministros, ni alocuciones para responsabilizar a Estados Unidos, al ex presidente Álvaro Uribe o a la oposición, de la crisis política, económica y social que atraviesa el país.
A hurtadillas, la familia presidencial venezolana se tomó un día libre para irse a festejar a la isla, junto al también discípulo revolucionario y presidente de Bolivia, Evo morales.
Hoy Nicolás no se atormentó con la realidad de los venezolanos que deben pasar muchas horas del día en largas filas para comprar los pocos alimentos que se consiguen; hoy no se habló de la supuesta “guerra económica”.
Tampoco le dio tiempo de hacerse el loco con las cifras de inflación, que desde diciembre de 2014 mantiene ocultas el Banco Central de Venezuela. A él esos temas no le iban a impedir pasar el día disfrutando en Cuba.
La prioridad del 13 de agosto era ir a celebrar que Fidel Castro aún está vivo, mientras que en Venezuela hay 30 millones de personas esperando que alguna vez se tomen en serio la responsabilidad de gobernar al país.
Desde el Ministerio de Comunicación e Información de Venezuela se difundió, sin rendir mayor explicación al país, la fotografía donde aparece en primer plano un Fidel Castro postrado en el asiento de un vehículo, con Morales y Maduro arrejuntados a su derecha.
Atrás, medio se ve la primera dama y candidata a la Asamblea Nacional Cilia Flores, sonreída y feliz de estar allí, y no en un país donde los niños con cáncer deben salir a las calles a pedir soluciones, porque sus vidas dependen de los tratamientos de quimioterapia que no les pueden aplicar, porque hay escasez de medicamentos.
En dos años y cuatro meses de gobierno, Nicolás Maduro ha demostrado ser irresponsable con sus acciones; tanto, que raya en el cinismo. Aburre su retórica agotada, basada en que todos los males del país son culpa de otros y no de su incapacidad de gerenciar.
Como es más importante celebrar el cumpleaños de Fidel Castro, en Venezuela hoy ningún miembro del Gobierno se preocupó por reclamarle a Guyana que exploten petróleo y oro espacio venezolano y mucho menos en reavivar la confrontación para reclamar el Esequibo. Eso puede esperar, quizá unos 16 años más, pero Fidel no.
Este jueves el Gobierno de Nicolás Maduro ni se acordó de todos los planes conspirativos que supuestamente fraguan en su contra, todos sus enemigos imaginarios. En la agenda del día solo había tiempo para celebrar que el dictador cubano todavía es capaz de convertir el oxígeno en dióxido de carbono, por sí solo.
Suerte que tiene Nicolás de poder escaparse de la realidad que viven los venezolanos, donde la cédula de identidad y la huella dactilar se convirtieron en requisitos indispensables para poder comprar comida o productos de aseo personal, donde las mujeres deben sortear la escasez de métodos anticonceptivos; y la falta de pañales y leche cuando los cálculos fallan y la familia crece.
Mientras Nicolás despilfarra dinero en un viaje injustificado a Cuba, en Venezuela los enfermos mueren porque los hospitales no tienen insumos y la delincuencia campea por cada calle, amparada por la impunidad.
Este 13 de agosto en Venezuela nada cambió. A las personas las roban, las secuestran y las matan cada día, pero a Nicolás hoy menos que nunca le importó eso. Fidel y el paseo no podían esperar.
Y si el asunto se quedara solo en su descarada visita para ir a celebrarle el cumpleaños a Fidel… pero ahora habrá que calarse un nuevo episodio de sus fábulas alegóricas al encuentro que sostuvo con Castro, mientras el país sigue enfilado a la destrucción y la quiebra.
Bueno Nicolás, espero que hayas practicado tu tormentoso inglés antes de ir a susurrarle a Fidel ¡Happy birthday Mr. President!