Me reencontré con Venezuela después de 331 días. Tenía que venir a votar y a trabajar. Esas dos metas fueron logradas con la mayor cuota de satisfacción en un solo día. Recorrí toda la ciudad, buscando datos en los centros de votación, y el sentimiento general era abrumador. Esta noche del domingo 6 de diciembre no había ni un solo indicio de que el chavismo celebraría.
A las 9 de la noche ya los rumores sobre la victoria de la oposición retumaban en la carpa de prensa del Consejo Nacional Electoral, pero todos sabíamos que Tibisay Lucena nos haría esperar, como lo hizo en cada proceso electoral previo. A ella le encanta torturar a la gente hasta la madrugada, pese a nuestro “perfecto” sistema electoral automatizado.
Lucena habló, tartamudeó, y salió corriendo de la carpa, pero esta vez no hubo parranda de fuegos artificiales en el centro de Caracas. A la 1:15 a.m. del lunes estaba en la Plaza Bolívar, corazón del casco histórico (a unas cinco cuadras del CNE), y ahí sólo quedaban 10 ancianos que discutían entre ellos lo que había pasado esta noche con el chavismo. En Miraflores lo único que quedó fue el alumbrado navideño y unos cuantos militares con caras largas. Todas las calles quedaron vacías, menos en los alrededores del hotel Altamira Village, donde la oposición venezolana instaló su búnker para esperar los resultados.
Allí la gente celebró, bailó, lloró de emoción, como desde hace muchos años no se cerraba una jornada electoral en Venezuela. La idea de que ocurra un cambio entusiasmó a esa porción del país que se hartó de un modelo político improductivo que sólo deja precariedad a la población.
Desde Tibisay Lucena para abajo, y para arriba, el chavismo repite al unísono a la oposición “sepan administrar su victoria”, porque ni siquiera con semejante derrota son capaces de escuchar lo que la población les gritó con cada voto.
Después de escuchar tantas veces la frase, se me han ocurrido tantas cosas para administrar esa victoria, que supongo que ellos estarán dispuestos a colaborar con esa advertencia. Por ejemplo, tengo en mente una lista de los ministros que desde ya deberían ir preparándose para rendir cuentas ante la nueva mayoría calificada. El primer funcionario que debería ser citado quizá podría ser Nelson Merentes, que como presidente del Banco Central de Venezuela tiene ya un año escondiendo las cifras oficiales de inflación, entre otros indicadores importantes de la quebrada economía venezolana.
A los ministros será complicado pedirles que rindan cuentas, porque los han rotado tanto, que es imposible que haya continuidad en cada una de las gestiones, pero al que esté de turno en el despacho de Economía y Finanzas, a todos los que han dirigido Pdvsa, al de Interior y Justicia y al presidente de Pdvsa es obligatorio que los citen para que expliquen unas cuantas cosas.
Una buenísima forma de administrar esa victoria será exigirle a varios funcionarios una declaración jurada de su patrimonio económico, para que justifiquen los excesos y lujos que ya sin pudor exhiben en cada una de sus apariciones. Es urgente que sea citada la señora Jacqueline Farías, que también salió derrotada en el proceso electoral, para que explique al país en qué se gastó los fondos que le asignaron para el saneamiento del río Guaire, el albañal a cielo abierto que cruza la capital venezolana.
Otra que debería desfilar por el podio de la nueva Asamblea Nacional para rendir explicaciones es la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, para que explique, por ejemplo, qué hizo con los recursos asignados para la construcción de 24 cárceles que prometió en 2013, o el tema de por qué todavía se cometen delitos desde las cárceles y algunos otros aspectos sobre las irregularidades de su gestión.
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La derrota del chavismo no los debe haber tomado por sorpresa, porque no había ninguna encuesta en la que se asomara la posibilidad de que consiguieran una mayoría en las elecciones parlamentarias. El detalle es que nunca se detuvieron a pensar qué pasaría cuando perdieran el control del Poder Legislativo, sin el cual, por la medida de lo recatado, no podrán gastar un dólar más sin rendirle cuentas al país.
La realidad es que antes de mandar a la oposición a administrar la victoria, el chavismo debería leer el mensaje que los venezolanos le dieron y aprender a manejar la derrota, entendiendo todo lo que puede pasarles con tan solo haber perdido las riendas del poder del Poder Legislativo. Son ellos los que deben cuidar ahora cada paso que den porque se les acabó la improvisación en el parlamento y a la chequera sin fondo ahora le pusieron 112 candados.
Yo les recomiendo que administren sus caras largas, sus amenazas, sus frases agresivas y sus cuentos terroríficos sobre lo que ustedes creen que la oposición hará. En Venezuela lo que necesitamos es que ese envión de esperanza que nos cayó el domingo se mantenga para levantar al país del hueco en que lo sepultaron ustedes desde hace 17 años.