Si a estas alturas el chavismo es capaz de repetir día y noche, como mantra, que su máximo líder, Hugo Chávez, no murió, sino que fue sembrado, usted no puede estar para nada sorprendido por la hilarante noticia de que ahora a Nicolás Maduro se le haya ocurrido desviar un poco del presupuesto nacional para inventar un Ministerio de Agricultura Urbana.
¡No se ría! Ese ministerio tiene además una ministra que se llama Emma Ortega, que supuestamente salió de la Secretaría de Producción Agraria del estado Aragua (que no produce nada), a encargarse de modelar un plan de producción para las zonas urbanas del país, y que según una decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, fue señalada de promover actos de invasión de lotes de terrenos en esa entidad, en 2014. Vaya anotando…
Bueno, a la señora Ortega le crearon su ministerio la semana pasada (ya tenemos 31 ministerios en Venezuela), y en sus primeras declaraciones lanza su brillante propuesta para acabar con los males de la economía y la escasez de alimentos que desde hace ya un buen rato padecen los venezolanos. “Buscar un balconcito, una botella vieja, una latica”, para hacer la siembra. Su primera sugerencia fue probar con un cebollín.
Me encantaría ir por un momento a la casa de la doña Emma a ver cuántas matas de pimentón, cebollín, tomate o papas tiene sembradas en los porrones, botellas o tobos de su balcón, cuánta gente de su familia se alimenta de esa manera, o cuántos de los ministros le tomarán en cuenta el consejo y suplirán los víveres o vegetales comprados en los supermercados, por matas cultivadas en cuanto espacio libre consiga por ahí.
Ahora resulta, que según esta doña, “el pueblo” tiene la responsabilidad de producir su propio alimento, como que si ya no es suficiente tener que perder cientos de horas al mes en larguísimas filas que deben hacer para adquirir los pocos productos que se consiguen.
Quizá esa idea hippie funciona para algunos, en los países donde la gente tiene una calidad de vida tal, que el tiempo le sobra para invertirlo en la siembra de jardín, como un pasatiempo, pero donde seguramente esas personas podrán ir a cualquier supermercado a adquirir cuanto vegetal, fruta, legumbre o tubérculo le provoque, ajustado al precio que su salario le permita, y sobre todo, donde viven sin una inflación de tres dígitos.
Estoy por pensar que las estupideces del Gobierno son lanzadas con toda la intención de seguir manteniendo a la gente entretenida, debatiendo temas sin fondo, como el culto injustificado a Chávez, a quien sólo le podemos atribuir la responsabilidad de todos los desastres que ocurren en el país, y que para recordarlo basta simplemente pasar a la puerta de algún supermercado y ver cómo la gente, resignada, debe humillarse, hasta más no poder, para obtener la comida.
Poner a esta señora a decir esos discursos nada aplicables a la realidad del país, y que seguramente ni ella se los cree, no es más que ganas de seguir burlándose de los venezolanos, de la ignorancia sembrada durante los últimos 17 años, porque seguramente habrá más de una persona, que dentro de su ingenuidad “revolucionaria” todavía crea que la solución a la escasez está en sembrar cualquier rama en un perol vacío.
Ministra, dígame algo ¿Qué tan importante es el cebollín en la dieta del venezolano, para que usted venga y time a la población diciéndole que reponga el que se come sembrándolo en una latica? ¿Sabrá la ministra que ni siquiera en el campo venezolano se produce lo suficiente para abastecer al mercado nacional, porque desde que expropiaron Agroisleña y le cambiaron el nombre por Agropatria los productores tienen cada vez menos acceso a las semillas y complementos para sus cultivos?
Señora Emma, usted decida de qué lado está, porque como alguna vez dijo Martin Luther King: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.
Seguramente la brillante idea de la ministra será debatida por unos días más, hasta que lancen el próximo pote de humo, así como cuando una candidata del chavismo sugirió que para combatir la escasez de medicamentos sembráramos maticas de Acetaminofen. El problema es que esta gente es la que gobierna, la que decide en gran medida el destino del país, la que maneja los recursos y la que no comprende que ellos son los empleados de un pueblo al que pisotean cada día y que tarde o temprano les tocará rendir cuentas.
Mi país sigue pasando hambre y calamidades, mientras a esta señora le crean un ministerio para jugar, como si se tratara del Farm Town de Facebook, donde con solo apretar un botón, crecen los vegetales y las frutas.