Es complicado hacer foco en un solo problema. Son tantas las cosas que fallan y escasean en Venezuela, por culpa de la interminable pesadilla que comenzó con el chavismo, que no hay momento del día en que uno pare de preguntarse ¿qué más tiene que pasar para que los venezolanos reaccionen ante tanto caos? La única certeza que se tiene, con cada amanecer, es que todo puede estar cada vez peor.
Con el paso de los días la situación se agrava. No hay comida; esta es quizá la mayor de las preocupaciones del venezolano. Aquella época en la que las personas podían organizarse un día para ir a un supermercado a hacer la compra de la semana, la quincena o el mes, pasó a ser parte de los recuerdos, pero de hace muchísimo tiempo.
Ahora la lucha es diaria, toca resolver el día a día y con lo que se consiga. Hay gente pasando hambre, gente que hace una sola comida al día y algunos que ni para eso les alcanza, aunque con cinismo y descaro la canciller Delcy Rodríguez mienta ante el mundo y diga que en Venezuela hay comida para alimentar tres naciones. Seguramente ella y todos los que están en el Gobierno tengan las despensas llenas de todo lo que necesiten, pero esta miserable sabe que la realidad es completamente contraria a lo que ella, sin pudor, pregona.
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Este no es el único problema del país. Tampoco hay medicinas. Falta desde una insignificante pastilla para el dolor de cabeza, hasta los imprescindibles tratamientos para aliviar el cáncer en adultos y niños. De esto tampoco habla el incompetente Gobierno de Nicolás Maduro, que en cambio envía a Ecuador lotes de insumos y medicinas para los afectados por el terremoto.
A uno se le cansa el alma sólo de tanta angustia, pero todavía hay más. Para el Gobierno la principal meta seguramente fue que todos los venezolanos se acostumbraran a vivir sometidos por el conformismo y a veces parece que lo lograron. Calidad de vida cero, miseria absoluta, mientras ellos viajan por el mundo contando mentiras y diciendo que han acabado con la pobreza y que salvarán a la humanidad. Miserables, eso son todos y cada uno de los cómplices de este Gobierno. La gente se lamenta, pero sigue, callada y paciente a ver qué pasa.
El colapso eléctrico es inminente, pero a los ignorantes chavistas les dio por decir que era a consecuencia del fenómeno natural El Niño, y la sequía. Otra mentira repetida sin contemplación, día y noche para no admitir que han robado tanto dinero, que no se invirtió suficiente en construir un sistema de distribución eléctrica óptimo y suficiente para todo el país. Total, nadie los va a contradecir mientras ellos tengan el poder.
No sólo están a poco de dejar al país en tinieblas, sino que tampoco hay agua para surtir a los hogares. ¿Por qué? Bueno, la población creció, pero no crecieron las represas y los embalses para almacenar agua. Entonces toca racionar lo poco que queda. En los planes socialistas de la miseria chavista tampoco se pensó en que hacía falta mejorar los servicios, porque el dinero que quizá pudo haber sido invertido en eso también se lo robaron, ¿verdad, Jacqueline Faría?
Sin agua, luz, comida y medicinas evidentemente en Venezuela no se vive. Literalmente el venezolano debe sobrevivir y sortear además con otros no menos agresivos males como la inflación, la delincuencia, la anarquía, la crisis institucional, la desidia y la desfachatez gubernamental. Eso sin contar la corrupción y los discursos amenazantes a los que son sometidos en cada cadena.
No hay presupuesto familiar que resista el incremento desmedido de los precios de los pocos alimentos y productos que se consiguen. Lo que hoy alcanza para comprar dos kilos de harina, si corre con la suerte de hallarlos, la próxima semana quizá le alcance para uno. Hablar de productos de aseo personal o de jabón para lavar la ropa o los platos de la casa, es un lujo, porque evidentemente, el socialismo chavista nos llevó a la miseria más absoluta en que se pueda vivir. Y no se queje, porque será tildado de fascista, golpista, conspirador y capitalista.
Para cualquier persona que esté fuera del país y conozca la realidad sólo por referencia, muchas de las cosas que se cuentan parecerán exageradas. Evidentemente no es sencillo imaginar que 30 millones de personas, en un país que supuestamente tiene las reservas de petróleos más grandes del mundo, están prácticamente presas y sometidas por un gobierno represivo que es culpable de todo, pero no se hace responsable de nada.
Disentir nos convierte de inmediato en delincuentes, según el rasero del chavismo. La ceguera y la ignorancia hacen de las suyas con la gente que aún apoya el desatino de haber encaminado al país por los caprichosos ideales de un tirano, mitómano y autoritario como lo fue Hugo Chávez. Peor aún fue ratificar que ese invento debía seguir en manos del analfabeta funcional de Nicolás Maduro, como presidente.
El país ha dado muestras de que quiere un cambio. Que es urgente retomar el rumbo y la poca dignidad que nos han dejado. La presión opositora por lograr que el Consejo Nacional Electoral convoque el referendo revocatorio, para darle una salida electoral a la crisis, demuestra que nadie quiere violencia, pero evidentemente Nicolás Maduro y su partida de ignorantes se resistirán a entregar el poder. Se saben perdidos.
Somos la burla del continente. Nadie, más que nosotros mismos, puede comprender el dolor que da saber las necesidades que pasa nuestra gente. Esa es Venezuela y su eterno dilema: aguante callado o proteste y termine preso. Las alternativas no parecen ser muchas. Sólo le pido a Dios vida y fortaleza para ver el momento en que esta pesadilla termine…