Desde el pasado lunes 15 de febrero, el valor del servicio del Metro en Chile pasó de CHI$720 a $740 (lo que equivale a USD $1,05) en hora punta. El valor del resto de los horarios y el sistema de buses se mantuvo intacto. El problema de la controversia que se ha producido es que sólo se ha tocado el primero de los inconvenientes de la medida, siendo el segundo la verdadera base del caos.
El primero es que un alza de CHI$20 en los horarios en que la gente más se mueve entre sus hogares y sus trabajos, significa un aumento mínimo de $40 diarios (ida y vuelta); $240 a la semana; y $960 al mes. Los usuarios comenzarán a gastar como mínimo CHI$35.000 (US$50) en transporte, casi 18% del salario mínimo.
Ahora, no hay que olvidar que el flujo de gente en el Metro aumentó drásticamente luego de la creación del sistema de buses Transantiago. Esto, debido a que este último sistema resultó una catástrofe, ya que funciona peor que el sistema de buses amarillos (establecido previamente), y produce pérdidas para el Estado con cada año que pasa. Por lo tanto, esta nueva alza se produce en el sistema que la gente utiliza como alternativo, debido a la mala calidad del Transantiago, lo cual no deja de pesar.
Segundo, ¿cuál es el problema que la gente no está notando? Que claramente no hay más alternativas de transporte público que sean accesibles. Tanto el sistema de Metro como el de buses son monopolios, o cómo se les suele llamar ahora: Concesiones o empresas públicas, que son los mismos sistemas que mantuvieron a Europa estancada durante siglos hasta la revolución industrial.
Hoy día, sería imposible para alguien transportar público en gran escala ofreciendo precios más accesibles, incluso si encontrase la manera de hacerlo, pues no posee el monopolio que el Estado debe darle, como ya lo ha hecho al permitir que un grupo de empresarios y políticos se enriquezcan en el proceso, sin posibilidad de que entre competencia a ese mercado.
Y esto no se detiene aquí. El sistema de taxis funciona de un modo similar. Conseguir el permiso de taxi hoy puede llegar a costar CHI$5.800.000 (más de US$8.000), sumándole la adquisición del auto que se usará. Esto se debe a que el oligopolio lo entrega el Estado, y este sólo otorga un numero limitado de permisos.
Para continuar, el Estado le fija un precio a cobrar a los taxistas, prohibiéndoles la posibilidad de competir unos con otros. Si hubiese competencia, podrían unos ofrecer precios más bajos y otros más altos y entregar servicios de diferentes calidades.
Para concluir, aunque parezca que son empresarios (privados) los que nos transportan en el día a día, es realmente una gran maraña estatal la que nos transporta de un lugar a otro, haciéndonos pagar precios cada día más caros, y sin darnos la posibilidad de crear sistemas alternativos más rápidos y asequibles para la gente.
Es así como el sistema estatal nuevamente ha demostrado su ineptitud al tratar de entregar un servicio que la gente tanto necesita.