El 2 de febrero, cuando se tendrán las elecciones presidenciales, llegó a El Salvador como un festival de teatro en donde hay actuaciones para todos los gustos.
Si quiere una tragicomedia de muchos actos, observe detenidamente las acusaciones de corrupción contra el ex presidente Francisco Flores. Pareciera ser que los actores compiten entre sí a ver quién es el más corrupto. El escenario es delicado, y todos ellos tienen un techo de vidrio que con el menor de los golpes puede derrumbarse. La tragicomedia tiene tintes de juego de póker, en donde no se sabe si hay alianzas escondidas o es un todos contra todos en el que los jugadores no se molestan en esconder sus ases debajo de la manga.
Si quiere una película de terror puede entrar a la función en susurros, donde los actores en baja voz y de oído a oído le contaran lo que en los últimos días se dice, que las maras andan “decomisando” momentáneamente los Documentos Únicos de Identidad para evitar que las personas puedan ir a votar libremente.
Si quiere entrar a la versión salvadoreña del traje nuevo del emperador, escuche el monólogo que Mauricio Funes mantiene desde hace meses en su programa radial “Conversando con el presidente”. Cada semana Funes nos cuenta sobre sus nuevas ropas, solo que a diferencia del cuento, para toda la población – excepto para él y su círculo más cercano – las ropas evidentemente no existen. El segundo acto del monólogo suele ser para la persona que esa semana le haya gritado que – evidentemente – iba desnudo. A esa persona, le han reservado muchos minutos de despotrique. Eso sí, ármese de paciencia, que este monólogo suele empezar fuera de horario, el actor siempre llega tarde. Las disculpas del caso.
Si quiere ver una obra que pareciera ser montada por amateurs, diríjase a ver la recopilación de la campaña electoral de ARENA. Parece que ese partido nunca hubiese sido oposición, que apenas ayer empezaron a incursionar en el teatro. Pero no, existiendo desde 1981 y con 20 años en el gobierno tendrían ya que haber adquirido más experiencia. Los actores nunca se ponen de acuerdo para decidir quién habla y en qué momento. Parece un juego de ajedrez donde el jugador se arrepiente de no ver todo el tablero antes de mover piezas, frecuentemente pierde sus afiles, torres – los peones se murieron en las primeras jugadas – el rey está acorralado y los caballos demasiado lejos de él.
Además, se pierden en escena, tartamudean y, para arreglar todo lo anterior, parecen improvisar. O simplemente, por allí hay un Frank Underwood versión salvadoreña que tiene un esquema que nos tiene a todos en el filo de la silla y que nos enteraremos con más detalles en la segunda temporada – que ya casi empieza. Perdón, quise decir en la segunda vuelta.
Si quiere ver a una función en el que actor principal es mudo y los secundarios muy ruidosos, entre a ver la campaña electoral del FMLN. El primer actor es el más tartamudo de todos. Y cuando por fin habla, siempre utiliza su muletilla favorita: “eh eh eh eh”. Ignora los frecuentes reclamos del público para que interactúe con él y conozca un poco más las líneas que le toca decir.
En esta función, hay muchos actores secundarios, y por momentos interviene el presidente que – dejando de lado su monólogo – establece diálogos para demostrar que todos están equivocados excepto él. Se ha ganado el apodo de “su majestad”. Se le olvida que la población somos ciudadanos, no súbditos. El actor que más resalta es el candidato a vicepresidente que tiene muchísimas líneas e intervenciones y parece ser quien se ha echado la obra al hombro. Últimamente ha tenido ayuda gracias a la primera dama de la república, de la cual resulta sospechoso su lenguaje fusión entre portugués y español, habiendo vivido ya muchos años en El Salvador.
Si quiere ver la obra de otro veterano actor, entre a ver la función de UNIDAD. Le aseguro que esta será la función con el actor más locuaz, sonriente y que mejor se expresa. Él dice que pasara a la segunda vuelta electoral, pero nadie le cree. La entrada a su show esta tapizada con afiches en el que se puede recapitular su paso por la política salvadoreña. Fue expresidente del 2004-2009, fue presidente de ARENA, de donde luego fue expulsado acusado de ir contra los principios del partido y de manera aún más sospechosa – con muchos actores que recluto en las demás obras teatrales – ha formado un eficiente equipo para participar en este festival de teatro.
Unos que brillan por su ausencia o rectifican sus errores demasiado tarde son los organizadores del festival que no siguen sus propias reglas del juego. Son totalmente imparciales y no siguen las leyes bajo las cuales existe esta obra de teatro.
Hace unas semanas hubo una obra en común que decidieron llamarle “Debate” – aunque más parecía ser un “platicadero”. Los directores de cada una de las obras se pusieron de acuerdo para solo repetir los mensajes que por televisión hemos escuchado una y otra vez. Otra instrucción muy clara fue la de ignorar cuando el moderador preguntara de dónde saldría el dinero para seguir financiando el circo.
Luego de ver todas las obras el espectador sale sin una sola propuesta clara de ellas, solo más y más promesas. El aderezo principal de estas promesas es el populismo en todos los partidos. El festival de teatro ya aburrió, el público esta asqueado. Muchos quisiéramos que el siguiente gobierno nos dejara vivir en paz, sin tanta zozobra, sin darnos un circo, solo dejándonos conseguir – sin tanta traba – nuestro pan de cada día. Pero muchos ya perdimos esa esperanza.
Mañana son las elecciones presidenciales. El ánimo entre los salvadoreños no es optimista, gane quien gane. Se comenta que estamos jugando a la ruleta rusa. Yo diría más bien que estamos escogiendo en qué lugar del cuerpo dispararnos.