Por James Downer
El mercado negro del dólar estadounidense no sólo prospera en Buenos Aires, sino que la cotización no oficial se publica abiertamente en el periódico cada mañana. Al pasar por cualquier quiosco de la ciudad, encontrarás la tasa de cambio oficial publicada junto a la del “dólar blue” en la parte superior de la edición matutina de La Nación; y si caminas en el centro por la calle Florida, los cambistas conocidos como “arbolitos” en la concurrida calle comercial saludan a cualquier extranjero con “¡Cambio!¡Cambio!¡Cambio!”
Las restricciones de divisas extranjeras se han recrudecido en Argentina en los últimos años, ya que el gobierno intenta apuntalar la confianza en el peso mediante la imposición de límites a la compra y venta del dólar estadounidense. Las restricciones han mantenido al tipo de cambio oficial en unos 8 pesos por 1 dólar, pero la tasa blue, que llega a estar en 10:1, es tan favorable que los dólares determinan los precios relacionados al turismo y para determinar el valor de todo tipo de bienes, desde artículos de electrónicos hasta propiedades inmobiliarias.
La confianza en el dólar y la falta de fe en la moneda nacional están profundamente entretejidas en la cultura argentina. Los extranjeros encuentran extraño que una vasta porción del país piense en dólares, pero los períodos de inflación son tan frecuentes en la historia argentina que aquellos que no tienen forma de escapar a la moneda inflacionaria se quedan rápidamente atrás.
La inflación alcanzó el 100% el año pasado según estimaciones de instituciones privadas, pero no se compara con la crisis económica de 2001, cuando Argentina se declaró en bancarrota y eliminó la paridad del peso con el dólar, congelando muchas cuentas bancarias. En el pico de la crisis, cuando una mujer no pudo retirar dinero de su cuenta, se roció a sí misma con gasolina en medio de una oficina bancaria y se prendió fuego. Una década antes, en los años 80, Argentina sufrió uno de los peores períodos de inflación en la historia moderna: Llegó a 5.000% durante el año 1989, ocasionando una escasez masiva de alimentos y disturbios en todo el país. Atormentados por una crisis cada década, los argentinos actúan racionalmente al atesorar dólares, alcanzando alrededor de US$50 mil millones escondidos en paredes y debajo de sofás.
Los que tienen los medios y el acceso, abren cuentas bancarias en dólares o en euros fuera del país, y algunos optan por invertir en propiedades locales (cotizadas en dólares o en pesos al cambio blue), pero muchos recurren a “cuevas” (empresas financieras que intercambian divisas en el mercado negro) o a los “arbolitos” para proteger sus ahorros, convirtiéndolos en billetes físicos de moneda extranjera.
Esto significa que la tasa no oficial (blue) depende del flujo entrante de dólares físicos al país. Cada dólar físico tiene que venir del extranjero, ya sea mediante alguien que lo retira de un cajero automático en Uruguay y lo trae cruzando el Río de la Plata, o pasajeros aéreos provenientes de Estados Unidos o Europa que lo esconden en billeteras y ropas interiores.
Según el censo oficial del INDEC de 2010, el área metropolitana de Buenos Aires tiene una población de un poco más de 12,8 millones de personas. Cada marcador en el mapa representa un lugar donde se aceptan bitcoins en Buenos Aires (los números denotan un conglomerado de lugares), según Coinmap. Debido a que la comunidad de la criptomoneda todavía es muy pequeña, Coinmap se usa en todo el mundo para encontrar dónde se aceptan bitcoins. El número total de lugares en la zona de Gran Buenos Aires es de 78. Para hacernos una idea del número de lugares que aceptan Bitcoin en relación al tamaño de la ciudad, podemos dividir el total de estos lugares por el número de habitantes de la ciudad. Esto arroja un índice de 6,1 lugares por cada millón de personas en Buenos Aires.
Argentina lidera América Latina a pasos agigantados en cuanto al desarrollo de Bitcoin. San Pablo, con una población de 20,8 millones, cuenta con 16 lugares que aceptan bitcoins (0,8 por millón de habitantes); en Ciudad de México, con 21,2 millones de habitantes, figuran 14 de estos lugares (0,7 por millón); y el mapa de Santiago de Chile, con 6,3 millones, muestra 6 (1,0 por millón).
Pero ¿cómo queda parada Buenos Aires en tanto pionera tecnológica si se la compara con un área que nos dio los Bell Labs, IBM y una gran parte de los trabajos de Nikola Tesla?
Nueva York actualmente cuenta con 111 lugares para comercio de bitcoins en el área metropolitana, donde viven unas 23,4 millones de personas. Con un índice de 4,7 por millón de habitantes, Buenos Aires todavía está adelante con una notable ventaja de adopción temprana. Bitcoin está sin duda experimentando una adopción acelerada en Argentina. Las posibles razones incluyen de todo, desde la alta penetración de Internet hasta la base ideológica que impulsa a muchos bitcoiners: el banco central y los políticos no son de fiar.
Y si bien ninguno de la media docena de arbolitos que entrevisté había oído hablar de Bitcoin, hay una comunidad local entusiasta que cambia bitcoins por pesos, y la adopción del Bitcoin está creciendo rápidamente, aunque la mayoría del público sigue ignorándolo. Además de las estadísticas publicadas por Coinmap, BitPay, el servicio líder de procesamiento de pagos mediante bitcoins, acaba de abrir oficinas en Argentina.
Sin acceso a una casa de cambios local que trabaje con la criptomoneda, la mejor manera de conseguir un bitcoin en Argentina es encontrar a alguien online interesado en su venta y juntarse en un café para intercambiar una pila de billetes de pesos argentinos por la moneda digital. Esto implica, naturalmente, que los datos sean escasos, pero los varios sitios que actúan como distribuidores (ver digicoins.tk, unisend.com, Local Bitcoins y el animado grupo Bitcoin Argentina en Facebook con sus 4.000 miembros activos) publican diariamente cotizaciones de compra/venta de bitcoins. Estas cifras son, por supuesto, un poco subjetivas, pero proporcionan una métrica histórica para comparar lo que la gente está dispuesta a pagar por un bitcoin en comparación con el dólar blue. Para 54 de los 72 días desde el inicio del año para los que hay datos disponibles, el costo por dólar de un bitcoin sobrepasó la tasa blue, lo que significa que la gente estaba pagando una prima de hasta el 30% por encima del costo extra de 20% en que se incurre para comprar dólares estadounidenses. La relación de precios tiene sentido, ya que quienes proporcionan divisas desde el exterior con frecuencia tienen acceso tanto a bitcoins como dólares, pero la dimensión es sorprendente.
¿Cuál es la conexión entre el ascenso de Bitcoin en Argentina y el crecimiento del mercado negro? Mientras Bitcoin todavía existe como un método marginal, un grupo de desarrolladores apasionados han identificado su utilidad como protocolo y están dispuestos a enfrentarse a la gran volatilidad que redujo su valor a la mitad desde el inicio de 2014 (aunque desde hace 12 meses ha aumentado en casi 6.000%). Una moneda tradicional debe ser ampliamente aceptada y constituirse en un depósito constante de valor, pero una ventaja significativa de Bitcoin es su liquidez. Bitcoin se puede utilizar de manera totalmente legal, con mayores opciones, y más como protocolo que como moneda.
¿Qué está impulsando esta expansión? Muchos en la comunidad argentina especulan que las ideas y la frustración antigubernamentales están fomentando la utilización de la criptomoneda. Cualquiera sea la causa, Bitcoin no cambiará el mundo de la noche a la mañana, pero tiene una clara ventaja de adopción temprana en algunos sectores. El mercado negro en Argentina puede muy bien ser uno de ellos.
James Downer (@JamesHDowner) es un estudiante de la Universidad de Tufts que vive en Buenos Aires y explora el mundo Bitcoin más allá del amarillismo. Este artículo fue publicado originalmente en Medium.