EnglishJosé Antonio Vargas es un periodista graduado de la Universidad Estatal de San Francisco, California, en el año 2004. Llegó a los Estados Unidos en el año 1993, apenas con 12 años de edad, a vivir con sus abuelos, y desde ese momento su vida se convirtió en una mentira.
Cuatro años después, en el año 1997, contando con 16 años de edad, decidió adquirir una licencia para conducir en el estado de California, pero descubrió algo que nunca se hubiese imaginado. Sus abuelos le habían dado documentos de identidad falsos. Su estatus de inmigrante ilegal se convirtió en una barrera que le impedía disfrutar de una vida libre y abierta. A raíz de todo esto, Vargas cortó el contacto con su madre debido al resentimiento que lo abrumaba.
Nada de qué avergonzarse
En el año 2011, Vargas decidió revelar su status migratorio ante el mundo por medio de un ensayo publicado en la revista New York Times Sunday. Después de esta revelación, empezó su lucha por conseguir estatus legal. Él se considera estadounidense debido a que ha vivido en este país por más de 20 años, solamente necesita los documentos para probarlo.
Para crear conciencia, a Vargas se le ocurrió la idea de filmar una película, a la cual tituló “Documented”, y en la que reflejaba sus experiencias y las de otros inmigrantes pasando por las mismas dificultades. “Documented”, presentada en el Sur de la Florida a principios de este mes (Junio 6-8) en O Cinema Miami Shores, tardó tres años en realizarse antes de llegar a los ojos de la audiencia.
“Originalmente, mi plan era revelar mi estatus migratorio, y luego contar la historia de otras cuatro personas indocumentadas”, dijo Vargas.
El resultado final terminó siendo el recuento de la historia de su vida, incluyendo a los miembros de su familia, lo cual le daba un toque conmovedor. Vargas, por otra parte, no está muy orgulloso de este “toque personal” que se le dio a la película porque su deseo no era ganarse la simpatía de los demás. Lo que él quería mostrar no era nada más ni nada menos que su desagradable historia como inmigrante indocumentado, y qué se estaba o no haciendo al respecto; todo esto con el propósito de regar la voz.
“Contraté a 40 personas para la realización de esta película”, apunto Vargas. “Las personas indocumentadas no tienen permiso de ser empleadas legalmente, pero sí de abrir sus propios negocios”, denotó con ironía.
La película muestra todos los altos y bajos por los que Vargas ha tenido que pasar, tanto antes como durante su lucha por la libertad. Estuvo escondido en las sombras por 15 años, trabajando con documentos falsos, y con el constante miedo a ser deportado o encarcelado. Vargas logró trabajar para el Washington Post, San Francisco Chronicle, Philadelphia Daily News, y el Huffington Post, sin ser descubierto.
Cuando reveló su estatus de inmigrante ilegal, su licencia para conducir fue revocada inmediatamente, lo cual se convirtió en un obstáculo más en su camino. Vargas no tenía ningún otro tipo de documento de identidad, entonces decidió ir al Consulado General Filipino y adquirir un pasaporte aunque este no tuviese visa norteamericana.
Abogar por una causa justa
Él pudo haber sido descubierto en cualquier momento que decidiese viajar alrededor de los Estados Unidos, un riesgo que le quitaba el sueño. Pero a pesar de todo esto, tomó la decisión de seguir promoviendo su causa. Creó una organización sin fines de lucro llamada “Define American” (Define Americano), que se dedica a abrir los ojos de todos aquellos que no han tomado muy en serio la situación de los 11 millones de residentes ilegales que habitan en los Estados Unidos.
Después de descubrir cuál era realmente el plan que su abuelo tenía para él — traerlo a los Estados Unidos, hacer que trabajara ilegalmente, y verlo casarse con una mujer estadounidense — él decidió que no haría eso.
“Yo tomé la decisión de no casarme por papeles”, dijo Vargas. “No quería hacer lo que mi abuelo quería que hiciera”.
Por otro lado, Vargas ha estado apoyando a los “dreamers” —jóvenes que vinieron a los Estados Unidos de manera ilegal y han estado luchando por obtener la ciudadanía— de manera incondicional. Antes de hacer público su estatus migratorio, él no sabía nada acerca de los dreamers, o incluso acerca del llamado Dream Act, pero una vez informado sobre esto, empezó a ponerse en contacto con ellos.
Vargas se dio cuenta de que él no era el único luchando por la causa: Por la legalización del estatus migratorio de todos aquellos que se caen en las grietas de un sistema de inmigración disfuncional e inhumano. Gracias a esto, él decidió llevar a los “dreamers” a los ojos del mundo también.
En Junio del 2012, el periodista apareció en la portada de la revista Time junto a 30 dreamers, lo cual llevó al gobierno de Obama a parar las deportaciones de jóvenes inmigrantes, y proporcionarles permisos de trabajo para que pudiesen permanecer en el país. Sin embargo, solo aquellos que tuviesen 30 años de edad o menos calificaban para el programa, y Vargas ya contaba con 31 años de edad en ese momento; una vez más perdió la oportunidad de alcanzar la legalización de su estatus.
Recordando lo que de verdad es importante
Al final de la película, Vargas finalmente decide retomar el contacto con su madre a través de Skype, después de no haber hablado con ella por casi 17 años. Él se había rehusado hasta a aceptarla en Facebook, y evito hablar de ella por muchos años. Hoy en día se comunica con ella con más frecuencia gracias a la tecnología, y sigue haciendo llegar su mensaje a más oídos, luchando por que su movimiento “Define American” siga creciendo.
“¿Hay algo más natural que moverse? ¿Que ir a dónde quieres ir?”, expresó Vargas ante una audiencia de 20 personas que acudieron a la proyección de la película en Miami. “Si eres un ciudadano norteamericano, espero que lo valores. Si tienes un pasaporte, espero que lo uses”.